sábado, 8 de marzo de 2014

8 de marzo de 2014


sábado después de ceniza

Is 58,9b-14   Sal 85,1-6   Lc 5,27-32

 
El encuentro

 Palabra de Dios

 

J

esús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.   (Lc 5,27-28)

 

Reflexión

     Peregrinos por los caminos de la vida, vamos hacia la casa del Padre. Nos detenemos en las esquinas en compañía de Leví, de los pecadores. Pero en el camino siempre hay alguien que nos mira a los ojos y nos transforma. Le miró fijamente a los ojos, con cariño (Mc 10,21). Cada hombre vive o muere por la mirada del otro. Sobre todo está la mirada del Padre que otea con ojo ansioso cada paso de nuestro continuo volver hacia Él. Esto nos llena de alegría y de esperanza.

 

Oración

Tú, poseedor de todos los nombres, unidad de todos los pensamientos.

R.: Padre, presencia de amor. ¡Amor!

Tú, que hablas callando y haces realidad la palabra.

R.: Padre, presencia de amor. ¡Amor!

Tú, que me haces parte de tu todo, para unirme a los demás.

R.: Padre, presencia de amor. ¡Amor!

 Padre de los cielos…

     Si la expresión en los cielos manifiesta todo el dominio y la potencia de Dios Creador, la palabra Padre nos habla de que esta potencia y este dominio de Dios se manifiestan cuidando con amor de todas las cosas.

     En los cielos es la expresión que subraya que Dios no está lejos de nosotros a pesar de ser toda otra realidad, toda otra cosa. Dios es cercano e inalcanzable. Quisiéramos a menudo apoderarnos de la presencia de Dios, pero aquel que está en los cielos nos lo impide.

     El que habita en los cielos es el Señor de todas las cosas, es nuestro Padre. Entonces todo es don, es atención paterna, es gozo, es vida.

 

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