A los 14 años he sentido
la llamada a la misión, cuando estaba interno en la Ciudad del Niño
para que pudiera continuar mis estudios. Allí conviví con las
religiosas de “María Dolorosa” responsables del internado. Ellas
me enseñaban a rezar cada noche por las misiones, sobre todo por
Etiopia y Angola. Es así como poco a poco fui descubriendo mi
vocación misionera. Durante mucho tiempo me negué a entrar en el
seminario, por diferentes razones y deseos que habitaban mi corazón.
Era un joven como todos los jóvenes que estaban en mi alrededor:
bailaba, jugaba, asistía a misa y participaba en los grupos de mi
parroquia “Jesús Obrero”, que recuerdo con mucho cariño.
Hasta
los 23 años no empecé a tomar en cuenta la llamada del Señor,
cuando estudiaba la carrera de Administración de Empresas y
trabajaba en una cadena de montaje en mi ciudad natal. Entonces
comencé a vivir profundamente el deseo de ir a misión. Dejando mi
trabajo y mis estudios y convencido de la llamada de Dios a los 26
años entré en la congregación de Misioneros Javerianos para
comenzar esta aventura. Hice mi profesión religiosa el 12 de Julio
1998. En el 2001 fui destinado a Camerún donde fui ordenado diacono
e hice mi profesión perpetua el 14 de diciembre de 2006 para después
ser ordenado sacerdote el 18 de agosto de 2007.
Mi primera destinación
fue para Camerún donde terminé mis estudios teológicos en la
comunidad de Yaundé y después fui destinado a la Parroquia de
“Jesús Le Bon Pasteur.”
Durante casi 7 años
estuve trabajando en la parroquia de “Jesús le Bon Pasteur”. He
convivido y compartido mi fe con una maravillosa comunidad cristiana
que se encuentra en la periferia de la ciudad de Douala, llamada “
Boko Plateau.” Es una zona pantanosa, con muchas dificultades
geográficas y socio culturales, pues hay una diversidad de tribus
que nos hacían un poco complicado el trabajo misionero, pero llena
de alegría de vivir. En esta comunidad trabajé en la formación de
catequistas, en la preparación de catecúmenos para su bautismo, en
la formación del apostolado de la familia... Fue una experiencia muy
rica en humanidad. Los cameruneses me han enseñado mucho sus ganas
de salir adelante.
Camerún para mí fue una
gracia de Dios que me ha permitido ver su presencia en cada una de
las actividades que realicé. Me siento satisfecho de haber trabajado
en esta comunidad, pues me ha permitido sentirme útil en las manos
de Dios. He descubierto la importancia de hacer presente a un Dios
vivo en medio de tanta necesidad, pero sobre todo a descubrir los
valores de un pueblo sediento de vida y paz.
Ahora me encuentro en
España, destinado a trabajar en la comunidad de Murcia. Muy contento
y dispuesto a seguir compartiendo y cumpliendo con la Misión que
Dios nuestro Padre tiene designada para mí. Agradezco a la comunidad
que me ha acogido y espero en Dios que pueda responder con dignidad
al trabajo que me es confiado.