viernes, 14 de marzo de 2014

14 de marzo de 2014, viernes


viernes primera semana

Ez 18,21-28   Sal 129,1-8   Mt 5,20-26

 

Reconciliación

 

Palabra de Dios

 

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or tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene queja contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda».   (Mt 5,23-25)

 

Reflexión

     La reconciliación no es cosa de un momento, sino una manera de ser de todo cristiano. No hay instante en la vida que no necesite de reconciliación.

     En el lodazal de nuestro corazón luchan sentimientos buenos y malos. Todos pueden llegar a ser nuestros enemigos: el padre de familia o aquel que no piensa igual que nosotros... Todos pueden llegar a ser "los otros" y es por eso que tenemos mucha necesidad de reconciliación. Dios nos ha dado la reconciliación como un compromiso sin fin.

 

Oración

Todo lo que vive, te alaba.

R.: Lo que eres se manifieste, oh Padre.

Todo lo que se mueve, te canta.

R.: Lo que eres se manifieste, oh Padre.

Todo lo que es alegría, proclama tu existencia.

R.: Lo que eres se manifieste, oh Padre.

 

Tu nombre es bendición

     A Dios nadie le posee, nadie le puede retener, ni hacérselo suyo. Cuando en la lucha Jacob se da cuenta de encontrarse delante de un ser divino (Gen 32,23ss), quiere saber su nombre. Algo así como cuando nosotros queremos doblar la voluntad de Dios invocando: “¡Señor, Señor!” (Mt,7-21). Dios no se deja coger por Jacob, pero le deja su bendición. El nombre de Dios expresa una presencia y no la posibilidad de poseerle. El nombre de Dios precede siempre el camino del hombre, anda por delante y no por detrás. El hombre puede y debe seguirle.

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