domingo, 10 de octubre de 2010

EXPERIENCIA MISIONERA EN MÉXICO

FORMACIÓN MISIONERA Y EXPERIENCIA DE VERANO

“Humanidad, cariño, amistad, naturaleza… Son tantas las palabras con las que podría definir mi experiencia misionera, que no sé con cuál quedarme. He recibido un regalo muy grande de Dios al darme la oportunidad de compartir mi fe con tantos niños, jóvenes, ancianos y enfermos que he conocido. No ha sido “irme un mes de vacaciones a México”, sino mucho más: vivir con ellos, compartir el tiempo, la comida, charlar,…” (Dani, de Pamplona).

Por segundo año consecutivo los misioneros javerianos hemos podido llevar adelante el curso de formación misionera, esta vez con grupos en Murcia y en Albacete, en esta última ciudad gracias a la convocatoria y organización de las Delegaciones Diocesanas de Misiones y de Vocaciones y a la colaboración de varias parroquias. El contenido de la formación profundiza en la misión de Jesús y de la Iglesia y subraya las actitudes misioneras, que se pueden vivir tanto aquí como en una realidad específicamente misionera. Además de la oración, intentamos cuidar la buena convivencia en el grupo con momentos menos formales y más distendidos (compartiendo la mesa por ejemplo). Unido a todo esto, la formación incluye la posibilidad para quienes quieran y puedan de vivir una experiencia misionera durante el verano. En concreto los javerianos hemos acompañado a dos equipos (uno en julio y otro en agosto) que han viajado hasta Acoyotla.

Montañas y valles
Acoyotla, comunidad de la Huasteca mejicana situada a más de 800 metros de altura en plena Sierra Madre Oriental, ofrece la posibilidad de una rica experiencia misionera porque la población es indígena náhuatl, lo que ya presenta el atractivo para nosotros de una cultura antiquísima y bien distinta a la nuestra, y al mismo tiempo la gran mayoría de las personas del lugar se expresa sin dificultad en español. Es más, a pesar de su timidez les encanta recibir visitas por lo enclavada que se encuentra su tierra, y si esa visita es de misioneros resulta aún más apreciada por la importancia y el peso que lo religioso sigue teniendo en su vida.
La parroquia de Acoyotla se extiende por diecisiete núcleos de población situados en un amplio y espectacular territorio de montañas y valles. A la belleza del paisaje se une la hospitalidad de los indígenas para que nos hayamos sentido pronto en nuestra casa. Los misioneros javerianos que allí trabajan habían establecido el programa de visita a las comunidades y avisado de nuestra llegada, así que nos esperaban. Como las comunidades son pequeñas, nos convertíamos en seguida en el centro de atención y de novedad.

Saber escuchar
El objetivo principal de nuestra presencia allí era precisamente eso: saber estar, escuchar, visitar, compartir momentos de su vida y celebrar con ellos nuestra fe. Resalto este objetivo y me detengo en él porque me parece novedoso y central: nuestro mundo occidental hace que nos valoremos por lo que hacemos, y sin minusvalorar la actividad nos parece más importante valorarnos por lo que somos ¡Cuántas experiencias de misión están centradas en construir, en enseñar, en llevar materiales y dinero, en ofrecer estadísticas finales llenas de números descuidando quizá el contacto con la población, el escuchar y aprender, el dejarse interpelar y evangelizar por los más pobres!
También hemos hecho actividades, claro, especialmente con niños y con jóvenes: con los niños han sido más bien juegos de diversión y colaboración, y nos ha gustado ver lo obedientes que son; con los jóvenes han sido sobre todo dinámicas de conocimiento y de profundización en el Evangelio. Nos ha sorprendido el éxito que ha tenido la danza contemplativa.
Hemos querido reservar un momento de nuestra presencia en cada comunidad para la visita a los enfermos. Estas visitas han sido muy significativas, y en algún caso también dolorosas por la situación de precariedad y de sufrimiento en que muchos enfermos se encuentran.
Y como parte integrante de nuestra visita contábamos con la eucaristía, en la que hemos celebrado también otros sacramentos (bautismos, matrimonios, primeras comuniones…) recogiendo así la labor de los catequistas de cada comunidad.

Convivir y crecer
Además del contacto con las personas del lugar, siempre enriquecedor por su generosidad y la importancia que dan a los visitantes, quiero subrayar la buena convivencia entre los jóvenes que han ido de España: a resaltar lo bien que han sabido tratar a las personas, la flexibilidad que han tenido para adaptar las actividades que habíamos programado a las personas concretas con que nos hemos encontrado sobre el terreno y la aceptación de las circunstancias climatológicas (abundantes y persistentes lluvias, sobre todo en julio) que han llevado a cambios en el programa previsto. Al mal tiempo, buena cara, y es que no nos podemos quejar de las oportunidades que estos días nos han ofrecido para crecer en humanidad y en fe.
Un gracias enorme por su compañía y paciencia a los tres misioneros javerianos que allí están. Precisamente este mes de octubre se celebra la fiesta de los 25 años de la parroquia de Acoyotla por la llegada de los primeros misioneros javerianos al lugar. Añadimos otro agradecimiento a los misioneros javerianos que nos han hospedado en México capital.

Seguimos convocando
Han sido tres semanas escasas en la parroquia, y prácticamente cada día en una comunidad distinta. Son en realidad pocos días y de hecho se nos han pasado muy deprisa, pero al mismo tiempo nos ha quedado la sensación de haber vivido muy intensamente y de tener muchas vivencias que rumiar una vez que hemos vuelto a España. Desde luego, esta experiencia nos va a resultar difícil de olvidar. En algún caso sentimos que está de hecho cambiando nuestra vida y nuestras actitudes.
Aprovecho estas líneas para invitar a quien nos lea y esté interesado en vivir una experiencia así a que se ponga en contacto con nosotros. Queremos repetir la formación misionera en Albacete y Cartagena-Murcia en colaboración con las Delegaciones Diocesanas de Misiones y Juventud. Y allí donde nosotros no llegamos podemos orientarte y ponerte en contacto con otros misioneros u organismos que preparan actividades similares.

ANTONIO SERRANO



TESTIMONIO MÉXICO 2010 – CRIS

Mi experiencia de misión en Acoyotla ha sido un cúmulo de sensaciones de alegría, humanidad, comprensión, empatía, tristeza, comunión y acogida. La vida en aquellos valles frondosos de la Huasteca no se puede comparar a la nuestra y es desde ahí desde donde tuvimos que mirarla, desde su punto de vista, con sus ojos. Su forma de vida sencilla nos enseñó a valorar esos pequeños detalles que en éste nuestro “primer mundo” pasamos por alto como el estar con cada persona, sin necesidad de llenar el silencio con palabras, sino simplemente acompañando, contemplando, orando juntos. Los juegos con los niños, las visitas a los enfermos, las eucaristías y las comidas fraternas llenaron nuestro corazón de experiencias inolvidables.
Y como recuerdo me quedo con sus sonrisas, su hospitalidad, su sencillez y con la certidumbre de que hay un Dios que nos une más allá de las fronteras, la cultura y el tiempo.

CRISTINA (Pamplona)



TESTIMONIO MÉXICO  -  DANI

HUMANIDAD, CARIÑO, AMISTAD, NATURALEZA, …
Son tantas las palabras con las que podría definir mi experiencia misionera, que no sé con cuál quedarme. He recibido un regalo muy grande de Dios, al darme la oportunidad de compartir mi fe con tantos niños, jóvenes, ancianos y enfermos que he conocido. No ha sido “irme un mes de vacaciones a México”, sino mucho más: vivir con ellos, compartir el tiempo, la comida, charlar,… durante ese mes.

AGUS, CHUY, ANTXON, JESÚS, RENÉ, ALFONSO, DOÑA PETRA, ANGEL, YOSELIN,…
Ellos son mi experiencia misionera en México. Parte de mí, se ha quedado con ellos, y parte de ellos, están conmigo, en mi día a día, aquí en Pamplona.

DANIEL QUILES  (Pamplona)



TESTIMONIO DE MI EXPERIENCIA MISIONERA EN ACOYOTLA (MÉXICO)

En primer lugar, lo más impactante para mí fueron las visitas a los enfermos, principalmente éstos eran personas mayores que a pesar de su avanzada edad, se mostraban mucho cariño y delicadeza el uno con el otro. Ni que decir tiene que las condiciones de las casas-chozas eran patéticas, y que para llegar a ellas se necesitaba en algunos casos de buena condición física, debido a lo irregular del terreno. Pero en cualquier caso, la sensación de unión entre ellos dejaba todo lo demás en un segundo lugar.
Y esto me hacía pensar en lo duro que ha debido ser la vida para estas personas, y en la forma de afrontar su recta final, con tanta dedicación y amor entre ellos; todo un ejemplo para nuestra sociedad ´civilizada`.
Otro aspecto a resaltar es la hospitalidad y la generosidad de esta gente, pues aun teniendo poco, lo dan todo; y esto te hace entender que es verdad que la felicidad no consiste en poseer más cosas sino en valorar y dar lo que se tiene.
Después de una experiencia de este tipo, las ideas se revuelven y uno percibe los problemas desde otra óptica. En definitiva, poder compartir la fe con estas comunidades ha valido la pena, y esta vivencia ha sido posible, gracias a la paciencia y buen hacer de los padres javerianos: Antxon, Gigi, Mario, Alfonso, Ángel y Agus con su inseparable guitarra, y de los compañeros: Dani, Cris, Juanma y Anabel. Gracias a todos/as y hasta otra.

JESÚS MANJAVACAS (Albacete)