lunes, 24 de marzo de 2014

24 de marzo de 2014, lunes


lunes tercera semana

2Re 5,1-15   Sal 41,2-3; 42,3-4   Lc 4,24-30

 

Grandes horizontes

 

Palabra de Dios

 

«M

uchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán el sirio».   (Lc 4,25-27)

 

Reflexión

     En el Evangelio Jesús subraya que Naamán era un pagano, hecho que no le ha impedido obtener de Dios la curación a través del profeta.

     Al igual que Eliseo y Elías, Jesús no ha sido enviado sólo para los hijos de Abrahán sino para salvar a todos los hombres. Nuestro Dios es un Dios con amplias visiones. Jesús nos lo ha dado a conocer y ha querido que la Iglesia tuviera los mismos horizontes de Dios, con el mismo Espíritu que la anima desde dentro y la proyecta continuamente en el mundo. Si estos han sido los horizontes de Cristo, no podemos nosotros buscar otros.

 

Oración

Tú, vuelo de una gaviota antes de la tempestad.

R: Que se realice lo que Tú quieres, Padre.

Tú, centelleo plateado sobre el mar.

R: Que se realice lo que Tú quieres, Padre.

Tú, arco iris entre las nubes.

R: Que se realice lo que Tú quieres, Padre.

 

Se realice Tu designo de amor en cada familia

     El designio de amor del Padre sobre la familia encuentra su inspiración en la comunión misma que constituye la vida de Dios: la unidad de amor de las tres Personas Divinas. Cuando los padres se hacen hermanos para sus hijos y los hijos se hacen hermanos para sus padres, entonces se cumple la voluntad del Padre. Toda paternidad viene de Dios porque los hijos son don de Dios. La familia existe para protegerlos y cuidar de ellos. No los puede poseer. Pertenecen a Dios. El hecho que sea Él quien nos cuida, nos emociona y nos llena de confianza y de alegría.

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