jueves, 31 de octubre de 2013

Mes misionero, 31 de octubre

ORACIÓN

Salgo de Dios en mi ser,
soy y me muevo viniendo,
voy en mi obrar hacia Ti
pudiendo desviarme de mí.
Soy venida amorosa,
marcha misteriosa,
vuelta a veces dolorosa,
cargada de recodos
que hace que mi ser zozobre
en un mar desasosegado
con olas de deseo y de temor
que me hacen remar
contra el que vengo y soy
destruyéndome, agarrándome
en el empeño de vivir
sin ser, volviéndome a la nada,
a mi nada, a Tu ausencia,
 a mi presencia mutilada. 

(Miguel Ángel Isla, hermano marista asesinado en Congo el 31 de octubre de 1996 junto a los también hermanos maristas españoles Servando Mayor, Fernando de la Fuente y Julio Rodríguez) 
 

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 13,31-35)

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: "Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte." Él contestó: "Id a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos baja las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor.""
 

TESTIMONIO MISIONERO

REPÚBLICA CENTROAFRICANA: LA FAMILIA 

Honorine es una mujer bantú que tiene un hijo pigmeo de ocho años. Este hecho singular se explica por un pequeño milagro, uno de esos que suceden en la vida ordinaria, ocultos, sólo visibles para los ojos del corazón.
Los padres de Joel eran pigmeos Su padre murió en la selva mientras recolectaba miel silvestre de los árboles, pocas semanas antes de que él naciera. Y su madre murió poco después del parto, en mitad de la selva. Ambos eran muy jóvenes y Joel era su primer hijo.
Las mujeres pigmeas tienen sus hijos en la selva, siguiendo un rito ancestral. Cuando llega el momento de dar a luz, se alejan del campamento y se adentran en la selva. La acompañan una anciana, que habitualmente hace las veces de comadrona, y el esposo, que le construye una pequeña choza con hojas de banano.
La comadrona tradicional prepara una infusión de hojas y tallos verdes de una planta, a la que denominan yongereyo, que posee propiedades como tónico uterino, de forma que induce y facilita el parto. Y aplica sobre la piel del vientre un unguento preparado con las raíces y cortezas de diferentes árboles. La mujer, con la ayuda del marido, que la sostiene, da a luz en cuclillas.
Sus conocimientos de las plantas medicinales y la experiencia acumulada durante generaciones les permite atender los partos con bastante pericia y normalidad, de una manera higiénica, utilizando como antisépticos la savia de ciertos árboles, por lo que no se producen casos de tétanos neonatal. Después lavan al recién nacido con agua tibia y entierran la placenta en las raíces de un árbol joven, lo que simboliza los mejores augurios para una larga vida.
Si el recién nacido es niño, es recibido por uno de los jefes del poblado; si es niña, por una de las ancianas que cuenta con un reconocido prestigio social en la tribu. Todos están contentos Ese bebé es la vida, un regalo de Dios y de los antepasados, que asegura la continuidad del campamento.
La madre amamanta al bebé durante más de dos años y medio. Lo lleva siempre encima, sobre la cadera, sujeto con una liana. Pero la madre de Joel no tuvo tanta suerte. Hubo complicaciones durante el parto y poco después murió. Las familias de ambos progenitores vivían en diferentes campamentos, bastante alejados, y se negaron a hacerse cargo del recién nacido, cosa que no es nada habitual entre los centroafricanos, pues los niños son una riqueza para las familias.
Así que las mujeres del campamento donde vivían los padres de Joel recogieron al niño y decidieron llevarlo a la misión católica de Mongumba, bastante próxima, que desde hace más de 25 años trabaja en la integración de los pigmeos de la zona. Las dos laicas italianas, que se ocupaban de la misión, Marisa y Lucía, recogieron al recién nacido.
En aquel momento apareció Honorine, una viuda bantú y con tres hijas adolescentes. Honorine accedió a ocuparse del bebé pigmeo, como si fuera su propio hijo, a pesar de todas las dificultades culturales, sociales y económicas. Y el pequeño milagro se produjo.

(Mundo Negro, mayo 2002, pag. 58)

miércoles, 30 de octubre de 2013

Mes misionero, 30 de octubre

ORACIÓN

Oh Jesús,
autor y consumador de nuestra fe,
que has querido que el amor mutuo
sea la característica distintiva
de tus discípulos,
te pedimos especialmente
por nuestros queridos hermanos
que en lejanas tierras se afanan
por la dilatación de tu Reino.
 
Fecunda con tu gracia sus trabajos,
consuélalos en las tribulaciones,
defiéndelos de todo peligro
y hazlos cada vez más dignos de sacrificarse por la gloria de tu Nombre.
 
Y a nosotros,
por intercesión de San Francisco Javier,
concédenos la suerte de participar un día
en sus fatigas y en sus méritos
 para gozar también nosotros de tu felicidad. 

(Oración de San Guido Mª Conforti)
 

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 13,22-30)

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos." 

TESTIMONIO MISIONERO

CUANDO MEDIO DULCE VALE MÁS QUE LA MEDICINA

Hoy, en Umtata (Sudáfrica), un niño de tres años me ha desafiado a ser santo. Le trajo una vecina para que le tratara un dolor de oídos. Me enseñó las marcas de su cuerpo y de su espalda. Ese cuerpo frágil y pequeño estaba cubierto de las marcas rojas de las palizas que había recibido, pero su cara permaneció impasible cuando yo solté un lamento de dolor al verlo. “No es nada nuevo, es la vida”, parecía decirme la mujer con su mirada. Le di un dulce al niño como gesto de amistad.

El próximo paciente. Otro niño pequeño lleno de sarna (pequeño ácaros que se meten bajo la piel, causando un dolor tremendo). Preparé el tratamiento, y con el rabillo del ojo vi que el primer niño le estaba dando la mitad de su valioso dulce al segundo. Sin pensarlo siquiera, de buen grado, sin que nadie se lo pidiera.

Ese niño tocó mi alma y me sentí humillada en el fondo de mi corazón. Había hecho mucho más de lo que yo era capaz de hacer.

Dra. Haidi Schmidt desde Umtata (Sudáfrica)
Publicado en Antena Misionera, nº 428

martes, 29 de octubre de 2013

Mes misionero, 29 de octubre

ORACIÓN

BIENAVENTURANZAS DEL MISIONERO 

Bienaventurado el misionero que vive enamorado de Cristo,
que se fía de Él como lo más necesario y absoluto,
porque no quedará defraudado.

Bienaventurada la misionera que cada mañana dice “Padre nuestro”,
llevando en su corazón todas las razas, pueblos y lenguas,
porque no se conformará con una vida mezquina. 

Bienaventurado el misionero que mantiene su ideal por el Reino
y no pierde el tiempo en cosas accidentales,
porque Dios acompaña a los que siguen su ritmo. 

Bienaventurada la misionera con un corazón puro y transparente,
que sabe descubrir el amor y la ternura de Dios sin complicaciones,
porque Dios siempre se le revelará.

Bienaventurado el misionero que reconoce y acepta sus limitaciones y debilidades
y no pretende ser invencible,
porque Dios se complace en los humildes.

Bienaventurada la misionera que sabe discernir con sabiduría
lo que conviene callar y hablar en cada circunstancia,
porque nunca tendrá que arrepentirse de haber ofendido a un hermano.

Bienaventurado el misionero que no puede vivir sin la oración
y sin saborear las riquezas de la Palabra de Dios,
porque esto dará sentido a su vida.

Bienaventurada la  misionera que anuncia la verdad sobre Jesucristo
y denuncia las injusticias que oprimen a las personas,
porque será llamada profeta de los signos de los tiempos.

Bienaventurado el misionero que sabe asumir y valorar la cultura de los pueblos,
porque habrá entendido el misterio de la encarnación.

Bienaventurada la misionera que tiene tiempo para hacer felices a los demás,
que encuentra tiempo para los amigos, la lectura, el esparcimiento,
porque ha comprendido el mandamiento del amor y se conoce humana y necesitada.
 

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 13,18-21)

En aquel tiempo, decía Jesús: "¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas." Y añadió: "¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta."
 

TESTIMONIO MISIONERO

TESTIMONIO DE PACO MARÍN DESDE JAPÓN 

De mí pocas cosas importantes, por ahora. La Navidad, que aquí termina el mismo día 25 cuando termina la Misa, fue muy bonita. Sea por la alta participación de no-cristianos como por el hecho de haber tenido tres Bautismos de adultos después de un año de trabajo. Cuando pienso en la misión de Japón la suelo comparar al trabajo de una bordadora de las de antes. La mujer se pasaba horas, días y meses delante del bastidor
dejándose los ojos dando puntos y puntos sin ver nada en concreto hasta que después de mucho tiempo y quitando el pedazo de tela del bastidor ve que ha bordado un bonito ramo de flores.  Mi ramo, después de un año de "bordado" tenía sólo tres flores pero qué bonitas. Una señora de 31 años que ha "tropezado" con Cristo después de la repentina muerte de su bebé de 1 mes. Otra chica de 28 años, enfermera, que ha elegido a Cristo
para poder darle sentido al dolor que cada día encuentra en su hospital. El tercero, un joven de 26 años que ha encontrado a Cristo leyendo la Biblia que había en la mesilla de noche del hospital donde lo internaron después de un intento de suicidio.  Es interesante comprobar que ha sido el dolor el camino de los tres para encontrar a Cristo. Ahora los veo a los tres felices, quizás porque después de la cruz viene la alegría de la resurrección. 

(Pako Marín, misionero javeriano)

lunes, 28 de octubre de 2013

Mes misionero, 28 de octubre

San Simón y San Judas

ORACIÓN

Señor, dueño de la mies y de los obreros
llamados a trabajar por tu Reino.
Te damos gracias por las numerosas vocaciones
que has suscitado en tu Iglesia
para la obra misionera
y de las que sigues suscitando en las Iglesias jóvenes.

Te pedimos que ninguna de estas vocaciones flaquee
por falta de oración y sacrificio de tu Iglesia.
Que sean ayudadas por la generosidad de los fieles
para que no se pierdan por carecer de recursos económicos,
por falta de apoyo o por sentirse demasiado solos.

Señor, Tú que conoces el corazón de los jóvenes,
aumenta en ellos su fe y su apertura de vida,
para que, si Tú les llamas, sepan responder
con generosidad a la vida misionera.

Te lo pedimos con humildad y confianza por medio de María,
tu Madre y Madre de la Iglesia.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
 

EVANGELIO DE LA FIESTA (Lucas 6,12-19)

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que se puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
 

TESTIMONIO MISIONERO

ANNALENA TONELLI

La vida tiene sentido sólo si se ama. Nada tiene sentido fuera del amor. Elegí ser para los otros: los pobres, los sufrientes, los no amados, desde que era niña, y así he sido y confío continuar siendo hasta el fin de mi vida. Quería seguir sólo a Jesucristo. Ninguna otra cosa me interesaba tan fuertemente: Cristo y los pobres en Cristo. Por Él hice una elección de pobreza radical, aún si pobre como un verdadero pobre –como los pobres de los cuales está llena mi jornada- yo no podré ser nunca.

Mi vida ha conocido tantos y tantos peligros, he arriesgado la muerte tantas y tantas veces. He estado por años en medio de la guerra. He experimentado en la carne de los míos, de aquellos que amaba, por lo tanto en mi carne, la maldad del hombre, su perversidad, su crueldad, su iniquidad. Y he salido con una convicción inquebrantable, de que lo que cuenta es solamente amar. Aún si no hubiera Dios, sólo el amor tiene un sentido, sólo el amor libera al hombre de todo aquello que lo hace esclavo, solo el amor hace respirar, crecer, florecer, solo el amor hace que nosotros no tengamos más miedo de nada, que nosotros pongamos la mejilla aún no herida al escarnio y a la golpiza de quien nos golpea porque no sabe lo que hace, que nosotros arriesguemos la vida por nuestros amigos, que todo lo creamos, todo lo soportemos, todo lo esperemos. Y es entonces que nuestra vida llega a ser digna de ser vivida, que nuestra vida se hace belleza, gracia, bendición.

En Wajir (Kenia) éramos una comunidad de siete mujeres, todas, aún de maneras diversas, teníamos sed de Dios, y comprendíamos que cuando perdíamos o estábamos por perder el sentido de nuestro servicio y la capacidad de amar, podíamos reencontrar los bienes perdidos sólo a los pies del Señor. Por eso habíamos construido una ermita e íbamos allá por un día o más o por períodos también largos de silencio a los pies de Dios. Allá encontrábamos equilibrio, quietud, previsión, sabiduría, esperanza, fuerza para luchar la batalla de cada día ante todo con todo aquello que nos hace esclavos adentro, que nos tiene en la oscuridad.

Salíamos de allá y nos sentíamos incendiadas de amor renovado por todos aquellos que el Señor había puesto en nuestro camino. A veces nos lo confiábamos, las más de las veces callábamos, pero los rostros de mis compañeras eran tan bellos, tan luminosos que me narraban todo aquello que el pudor impedía comunicar con las palabras.

Nada me importa verdaderamente fuera de Dios, fuera de Jesucristo… Los pequeños sí, los sufrientes… Yo me enloquezco, pierdo la cabeza por los harapos de humanidad herida: más están heridos, más maltratados, despreciados, sin voz, sin contar a los ojos del mundo, más yo los amo. Y este amor es ternura, comprensión, tolerancia, ausencia de miedo, audacia. Esto no es un mérito, es una exigencia de mi naturaleza. Pero es cierto que en ellos yo veo a Cristo, el Cordero de Dios que sufre en su carne los pecados del mundo, que se los carga sobre las espaldas, que sufre, pero con mucho amor… nadie queda afuera del amor de Dios.

(Annalena Tonelli, misionera laica y médico, vivió 33 en África, en Kenia y sobre todo en Somalia, donde fue asesinada en 2003, presuntamente por un fundamentalista islámico)

domingo, 27 de octubre de 2013

Mes misionero, 27 de octubre

XXX domingo del tiempo ordinario

ORACIÓN

Oración por las vocaciones misioneras 

Oh, Jesús, que has muerto por la salvación de todos
y has fundado la Iglesia para continuar sobre la tierra tu misión,
multiplica, te rogamos, el número de los misioneros.

Redobla su celo, santifica sus fatigas,
para que aquellos que se encuentran privados de la inestimable gracia de la fe en Ti
pronto te conozcan y te amen aquí en la tierra,
para después gozar de Ti en el cielo. Amén.

(Oración de Guido Mª Conforti, fundador de los Misioneros Javerianos)
 

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 18, 9-14)

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

"¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo."

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:

"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. "

Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido." 
 

MENSAJE DEL PAPA PARA EL DOMUND, 4 

4. Quisiera animar a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo y estoy agradecido especialmente a los misioneros y misioneras, a los presbíteros  fidei donum, a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos - cada vez más numerosos - que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diferentes de las suyas. Pero también me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad - no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad - llevando la frescura y el entusiasmo con que estas viven la fe que renueva la vida y dona esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones»  (Mt. 28, 19) es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia. 

Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. Invito también a los obispos, las familias religiosas, las comunidades y todas las agregaciones cristianas a sostener, con visión de futuro y discernimiento atento, la llamada misionera ad gentes y a ayudar a las iglesias que necesitan sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos para fortalecer la comunidad cristiana. Y esta atención debe estar también presente entre las iglesias que forman parte de una misma Conferencia Episcopal o de una Región: es importante que las iglesias más ricas en vocaciones ayuden con generosidad a las que sufren de escasez. 

Al mismo tiempo exhorto a los misioneros y a las misioneras, especialmente los sacerdotes fidei donum y a los laicos, a vivir con alegría su precioso servicio en las iglesias a las que son destinados, y a llevar su alegría y su experiencia a las iglesias de las que proceden, recordando cómo Pablo y Bernabé, al final de su primer viaje misionero «contaron todo lo que Dios había hecho a través de ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (Hechos 14:27). Ellos pueden llegar a ser un camino hacia una especie de “restitución” de la fe, llevando la frescura de las Iglesias jóvenes, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegría de compartir la fe en un intercambio que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Señor. a solicitud por todas las Iglesias, que el Obispo de Roma comparte con sus hermanos en el episcopado, encuentra una actuación importante en el compromiso de las Obras Misionales Pontificias, que tienen como propósito animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el Pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo. 

Por  último, dirijo un pensamiento a los cristianos que, en diversas partes del mundo, se encuentran en dificultades para profesar abiertamente su fe y ver reconocido el derecho a vivirla con dignidad. Ellos son nuestros hermanos y hermanas, testigos valientes - aún más numerosos que los mártires de los primeros siglos - que soportan con perseverancia apostólica las diversas formas de persecución actuales. Muchos también arriesgan su vida para permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oración a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia y les repito las palabras consoladoras de Jesús: «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). 

Benedicto XVI exhortaba: «Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada» (2 Ts 3, 1): que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero» (Porta fidei, 15). Este es mi deseo para la Jornada Mundial de las Misiones de este año. Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).

sábado, 26 de octubre de 2013

Mes misionero, 26 de octubre

ORACIÓN

Suscita misioneros, Señor.

Que haya bocas que pregonen tu nombre.

Que haya ojos de creyentes

que vean las necesidades de los hermanos.

Que haya pies valientes

que vayan a donde nadie va.

Que haya corazones que se entreguen

a los que nadie se entrega.

Que haya bocas que anuncien

que Tú eres el Dios de la salvación.

Que haya vidas que se entreguen

para que otros tengan tu vida.

Que haya manos de creyentes

que den la mano

a los que buscan y no encuentran.

Que haya generosidad entre los creyentes para llevar tu Reino

a todos los rincones de la tierra.

Señor, suscita misioneros en tu Iglesia.
 

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 13,1-9)

En aquella ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera."

Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas.""
 

TESTIMONIO MISIONERO

El hospital de Palenque abrió hace dos meses una consulta para asesoría y diagnóstico de VIH-SIDA. Una mañana se acercaron al hospital una mami joven y su hija adolescente. Tiene 13 años. La consejera les recibe. Hablan un ratito largo. Comparten vida. Finalmente madre e hija se pinchan para la prueba. Somos nuevos en estos menesteres, empezamos hace un mes. Esta vez, ha sido la primera, el test rápido de la joven resulta positivo. Se repite con otro método, aún queda la esperanza de error. De nuevo lo mismo.

La vida en el campo, en estos lugares aislados y pobres, es muy dura. En una casa de pocos metros conviven a veces 8, 10 personas, si no más. La distancia a la casa más próxima es grande. No hay luz. No hay agua. El día a día se consume mirando por una ventana, la siembra, las gallinas, lavar la ropa, ir a por el agua… La mujer es de la casa y ayuda en el campo. La mujer es para los hijos que hasta hace pocos años no tenían escuela cercana a la que ir ni quien les enseñara otra cosa que a vivir.

A los 11 años, un hombre mayor empezó a hacerle regalos y otras cosas. Luego “me hizo suya”. Desde entonces la encerró en su casa. No permitía que hablara con nadie ¿Quién iba a ir hasta allá? Quizá pasaban por los lindes de la casa para cultivar sus tierras. Quizá sabían, pero esas cosas no se comentan. Su mamá había sido abandonada por el esposo y tenía nuevo compromiso. Consintió que su hija viviera (¿?) de aquel modo… Allí concibió y nació su hijo, su esperanza.

El hombre murió flaco. “Algo tenía al hígado y a los pulmones”. Ella le cuidó, porque aunque había sido mujeriego, a ella le fue fiel.

En la consejería del hospital hay dolor ¿Cómo informamos a una niña-madre de 13 años? Cuando vamos a hacerlo, nos cuenta a solas su historia: la cosa sigue. Ahora su mamá la tiene cuidando a otro nuevo hermanito. Le amenaza con dar a su hijo a alguien. Le pega. Ella quiere trabajar. Pide a los vecinos un dolarcito y lo va escondiendo para tener para marcharse un día con su hijo. No sabe dónde. A trabajar. Tiene una hermana en Guayaquil de la que no sabe en los últimos cuatro años, pero tratará de buscarla. Allí estará cerca para hacerse los controles.

¿A quién quieres que le contemos lo que te pasa? A nadie. Yo sola puedo. Lo otro será peor. Si mi hijo está bien, yo tengo que luchar para que crezca de otra manera… Dicen que la comunidad es buena, que allí se hace trabajo con los compañeros y que así se ahorra… Quizá allí se lo cuente a alguien. 

(Testimonio de Maite Labayru desde Palenque, Ecuador, en Los Ríos, 222, p. 42)

viernes, 25 de octubre de 2013

Mes misionero, 25 de octubre

ORACIÓN
Padre: me pongo en tus manos.
Haz de mi lo que quieras.
Sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo,
con tal que tu plan vaya adelante
en toda la humanidad y en mí.
Ilumina mi vida con la luz de Jesús.
No vino a ser servido, vino a servir.
Que mi vida sea como la de él: servir.
Grano de trigo
que muere en el surco del mundo.
Que sea así de verdad, Padre.
Te confío mi vida. Te la doy
con todo el amor de que soy capaz.
Me pongo en tus manos, sin reservas,
con una confianza absoluta
porque tú eres...
mi Padre.
(Charles de Foucauld)
 

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 12,54-59)

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: "Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?

Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo." 

 

TESTIMONIO MISIONERO

ZIMBABWE: SABIDURÍA DE UNA ANCIANA AFRICANA 

Un día que celebré la Eucaristía en la escuela de Makwándara con la pequeña comunidad cristiana, al acabar me dijeron: “Hay una señora, muy vieja, que quiere bautizarse”. Cogí la moto y fui al poblado en cuestión, a ver a la anciana.
Al llegar al poblado, vi a una señora muy mayor, sentada en el suelo, junto a una de las chozas. Me senté junto a ella y, después de los saludos y las frases de rigor, quise entrar en materia: “Me han dicho que quieres bautizarte”. “¿Bautizarme? No; eso es mi madre”. Al oírlo, pensé que, si ella parecía ya bastante mayor, ¡Cómo sería su madre!
“¿Está tu madre?” “Sí; está dentro de la choza”. (Este mismo hecho ya indica que era muy vieja, pues lo normal es que durante el día hagan toda la vida al aire libre). La señora, en efecto, parecía muy mayor. Sorda como una tapia. Y con la dificultad añadida que no hablaba Nambya, que es la lengua que yo manejo mejor. Hablaba Dombe, que, aunque yo puedo entender algo y chapurrear los saludos, realmente no lo hablo. Así que nos hizo de intérprete su nieta, que era católica. Además, aparte de conocer perfectamente las dos lenguas, sabía cómo hablar junto a la oreja de su abuela, de modo que la oyera.
Empecé mi diálogo con la señora. Para saber por qué quería bautizarse, y si tenía al menos el conocimiento mínimo acerca de Jesucristo y de lo que supone ser cristiano. “¿Tú crees en Dios?”. “Por supuesto. No hay nadie que no crea en Dios”. Y así sucesivamente una serie de preguntas y respuestas. Siguiendo un tanto mecánicamente las preguntas básicas del catecismo, le pregunté: “¿Y dónde está Dios?” Yo esperaba, más o menos, lo clásico del catecismo: Dios está en el Cielo, en la Tierra y en todas partes... pero la respuesta de la vieja me asombró y me dejó impresionado.
El cura pregunta en Nambya: “¿Mwali uko kupi?” La nieta traduce al Dombe: “¿Leza uli kuli?” La vieja se toma su tiempo de reflexión antes de contestar, y responde: “¿Dónde está Dios? Yo no sé dónde está Dios; pero Él sabe dónde estoy yo. Yo no le veo con mis ojos, pero Él me ve a mí”.
¡Toma teología profunda de la vieja de Makwándara! Nosotros, de formación intelectual y racionalista, queremos saber y explicar todo. Entender perfectamente cómo es Dios, dónde está, qué relación tiene con nosotros, cómo podemos llegar a Él. De algún modo -pienso yo- queremos controlar a Dios, tener todo “atado y bien atado”. Y la buena señora, pagana y analfabeta (aunque cargada de años y de sabiduría, y rodeada evidentemente de una vida cristiana a su alrededor), nos enseña con su profunda simplicidad: “No sé dónde está Dios (ni me importa). Pero me basta comprender que El sabe dónde estoy yo; El me conoce y cuida de mí”.
Desde aquel día he rumiado muchas veces la sabiduría profunda de mi vieja amiga de Makwándara, Los misioneros solemos decir que en la misión, más que enseñar nos toca aprender; y que la gente sencilla e “ignorante”, incluso los paganos, iluminan nuestra fe y nos facilitan el camino hacia Dios. Ojalá estuviésemos siempre abiertos a escuchar y aprender de los pobres y sencillos, Los pobres nos evangelizan, incluidos los de Makwándara.
 

(Agustín Moreno Muguruza, del IEME, Dete, Zimbabwe)

jueves, 24 de octubre de 2013

Mes misionero, 24 de octubre

Día mundial de la Información sobre el Desarrollo

ORACIÓN

FAMILIA
 
Señor Jesús, tú abres el camino de nuestra fe y lo perfeccionas;
tú nos diste un mandamiento nuevo,
el de amarnos los unos a los otros como tú nos amas,
a fin de que el mundo reconozca que somos discípulos tuyos;
te pedimos por nuestros queridos hermanos y hermanas
que trabajan en el mundo anunciando tu evangelio.
 
Ellos, siguiéndote a ti como los apóstoles,
han entregado sus vidas al servicio de tu plan de fraternidad universal.
Haz que tomen tu Palabra como criterio básico de conducta,
para que todas sus acciones sean la manifestación de tu vida presente en ellos.
 
En las pruebas y las angustias, en la persecución y el hambre,
en la desnudez y el peligro de los fusiles, visítalos con tu presencia;
que sus corazón se llene de aquella alegría que nadie les podrá quitar.
 
Hazlos valientes en la tentación: ¡tú has vencido al mundo!
Hazlos triunfar en todo por la fuerza de Aquel que los amó;
que nadie, ni nada los aparte del amor de Dios
que encontramos en ti, nuestro Salvador.
 
Y a nosotros, por intercesión de San Francisco Javier,
concédenos participar con entusiasmo siempre creciente en sus trabajos,
con la esperanza de que todos, algún día,
nos hemos de encontrar en el mismo Reino bienaventurado,
después de haber sido hermanos de la misma familia en la tierra.
 
Te lo pedimos a ti, Señor Jesús,
que vives con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén.
 
(Adaptación de textos de S. Guido Mª Conforti fundador de los Misioneros Javerianos)

 
EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 12,49-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra."
 

TESTIMONIO MISIONERO

LEON ZLAMMA (CHAD)

Leon vive en el terreno familiar, cerca de su padre y su hermano, ambos polígamos. Sin embargo Leon sólo tiene una mujer, Monique, también cristiana.

En la tradición musey se usan muchos cuentos y proverbios. Uno en concreto dice: “Un hombre con una sola mujer está cojo”. La tradición aconseja casar muchas mujeres, algo permitido por el Código de Familia del país. A lo que Leon siempre ha dicho su experiencia: “Yo me llevaba tan bien con mi mujer que no entendía eso de la poligamia ¿Para qué casar otras mujeres si yo ya tengo una mujer maravillosa? Pero no tenía argumentos para oponerme a la tradición, hasta que conocí la Palabra que los misioneros anunciaban y entonces comprendí con alegría que esa intuición mía podía fundamentarla en Dios”.

El tema de la familia es una prioridad pastoral en esas parroquias, y de hecho nos damos cuenta de que la buena voluntad no basta: tenemos que formar y dotar de recursos a las familias cristianas. Así que propusimos a Leon y a su mujer la participación en un cursillo para matrimonios cristianos a celebrar en una población habitada por una etnia distinta a la suya distante 50 kilómetros de su casa. Aunque no lo parezca, distancia larga donde no hay medios de transporte público ni carreteras. Para su desplazamiento contaban con una única bicicleta y el camino era fundamentalmente arenoso con los últimos 5 kilómetros de asfalto. Monique dudaba, pero Leon la animó y se pusieron en camino: él pedaleando y ella sentada en el portaequipajes con los bártulos en la cabeza y el bebé atado a la espalda. Cuenta Leon que para su desgracia tuvieron viento en contra, con lo que llegaron cansadísimos a la población donde iba a celebrarse este encuentro. Como en esta población no habían estado nunca antes ni conocían a nadie, preguntaron por la dirección de la parroquia a una señora que pasaba. Ella, al oír “parroquia” les preguntó si eran cristianos. Cuando le respondieron afirmativamente la señora se alegró y les dijo que ella ya les acompañaba a la parroquia, pero que antes pasasen por su casa para lavarse y comer. Y así fue: la señora también era cristiana y había descubierto en esos forasteros a hermanos en la fe. De hecho Leon decía a su vuelta: “En la formación aprendí mucho sobre la familia, pero en casa de esta señora aprendí que los cristianos somos de verdad una familia, aunque no nos conozcamos y pertenezcamos a etnias distintas, por el hecho de compartir la misma fe”.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Mes misionero, 23 de octubre

Aniversario de la canonización de San Guido Mª Conforti,
fundador de los Misioneros Javerianos

ORACIÓN

Oh Dios, Padre de todos los pueblos
que en el Espíritu de tu Hijo
eres el principio de todo lo bueno y santo. 

Te alabamos, Señor,
por la vida de tu siervo Guido Ma. Conforti.
Él, contemplando en tu Hijo crucificado
tu amor hacia toda creatura,
se entregó totalmente
a la urgencia del anuncio del Evangelio.
 
Te damos gracias, Señor,
por habérselo dado a los Javerianos como Padre,
a la Iglesia como Pastor y Misionero,
y a todos como ejemplo de virtud y modelo de santidad.
 
Te pedimos, Señor,
que, por su intercesión,
aumentes nuestra fe,
para que podamos ser
anunciadores de tu amor,
testigos de tu esperanza
y constructores de tu Reino. 

A Ti la gloria y la alabanza por los siglos. Amén 

(Oración por la canonización de San Guido Mª Conforti) 

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 12,39-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre." Pedro le preguntó: "Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?" El Señor le respondió: "¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda al llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y deber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá."  

TESTIMONIO MISIONERO

MALÍ. El zapatero en el fin del mundo 

El mes pasado viajamos a Malí. Sin duda, es imposible determinar qué lugar preciso de la tierra constituye "el fin del mundo", pero sí estoy segura de que el sitio hacia el que nos encaminábamos las cuatro hermanas, guiadas por un lugareño, era uno de esos lugares. Hacía tiempo que habíamos dejado nuestro vehículo bajo un árbol de la planicie maliana y bajábamos la quebrada hasta su base a pie, entre piedras, en busca de un pequeño poblado de cultura dogon.

A una de las hermanas se le despegó la suela de las zapatillas, hasta que le fue imposible seguir y también volver atrás. Intentamos atarlas pero no resultó y llegamos a la conclusión de que "había que tirarlas".

Pero aquí, en el "fin del mundo" todo tiene solución, la que nace del corazón y de la imaginación de quien vive con lo indispensable. El guía se desprendió con naturalidad de sus sandalias y propuso continuar descalzo mientras la Hermana se calzaba con las suyas. Y así se hizo, mezclándose el desconcierto, la gratitud, la sorpresa y el honor de permitirnos meternos en sus zapatos. Según el guía, al llegar a la aldea un zapatero arreglaría la zapatilla. Confieso que nos mostramos algo incrédulas ya que teníamos la impresión de alejarnos cada vez más de lo que para nosotras era el centro de la seguridad y el desarrollo. Llegamos a la aldea, que se nos antojó maravillosa. Era un vergel al pie de una muralla de piedra en el más total aislamiento. Había casas y graneros, una escuelita de piedra, un pozo y rodeándolo todo, una huerta con tomates, lechugas y berenjenas que ni el más caro de nuestros supermercados podría vender.

El enfermero que nos dio la bienvenida se desprendió de sus chancletas y se las pasó a nuestro guía para que pudiera montar las laderas del pueblito y mostrárnoslo. También llamó a un viejo que llegó con una bolsa de cuero, que nos fue presentado como el "zapatero del pueblo". Sin decir nada, tomó las zapatillas, las miró y desapareció no sabemos donde. Otra vez la incredulidad asomó en nosotras como una tentación que fuimos capaces de resistir, bien porque no nos quedaba otra, bien porque ya conocemos África y su increíble capacidad de hacer funcionar lo infuncionable y de recuperar lo irrecuperable hasta hacerlo durar más allá de todas las expectativas de cualquier fabricante.

Al regreso del paseo se personó el zapatero con las zapatillas arregladas. Se las había ingeniado para coserlas y, muy discretamente, las estudiamos incrédulas abandonándonos a la evidencia de que durarían no sólo para el regreso, sino mucho más tiempo.

En nuestra cultura occidental todo se ha vuelto desechable. Sin embargo aquí, esas zapatillas que estábamos resueltas a tirar y a cambiar, y que seguramente costarían lo que una familia africana gasta en comida durante un mes, volvían a ser útiles. Ellas nos permitieron recuperar el verdadero valor de las cosas, de los oficios perdidos, de la capacidad de vivir fuera del consumo indiscriminado, nos permitieron volver a creer en la capacidad de la gente para salir adelante juntos, compartiendo y no gastando. 

(Hna. Lelia Inés Bulacio. publicado en Mundo Negro, abril 2004)

martes, 22 de octubre de 2013

Mes misionero, 22 de octubre

ORACIÓN

Oh Padre!, Tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; despierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cristo sea testimoniado y anunciado a los que aún no le conocen.

Por intercesión de san Daniel Comboni sostén y alienta a los misioneros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.

Virgen María, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo encarnado al mundo, dirige la humanidad del nuevo milenio hacia Aquel que es la luz verdadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores suyos.

Por Cristo nuestro Señor. Amen.  

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 12,35-38)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. "  

TESTIMONIO MISIONERO

“SALVAR ÁFRICA CON ÁFRICA”

Este fue el lema que marcó la vida de San Daniel Comboni, fundador de las misioneras y los misioneros combonianos.

África, no fue solo un continente, fue su Pasión, su Vida.

Quiso que todos reconociesen que allí, también había personas deseosas de conocer a Cristo, hermanas y hermanos nuestros.

Pero que, toda esta historia de Amor y Salvación sólo se podría hacer si se hacía con todos ellos, a su ritmo, compartiendo la vida.

Fue el primer obispo del África central y éstas son algunas de las palabras que pronunció dirigiéndose a su querida AFRICA:

“Quiero hacer causa común con cada uno de vosotros, y el día más feliz de mi existencia será aquel en que por vosotros pueda dar la vida.”

“Yo vuelvo entre vosotros para ya nunca dejar de ser vuestro, y totalmente consagrado para siempre a vuestro mayor bien. El día y la noche, el sol y la lluvia me encontrarán igualmente y siempre dispuesto a atender vuestras necesidades espirituales; el rico y el pobre, el sano y el enfermo, el joven y el viejo, el amo y el siervo tendrán siempre igual acceso a mi corazón. Vuestro bien será el mío, y vuestras penas serán también las mías.”

“Cualquiera que sea el atolladero en el que nos encontremos, pongamos toda la confianza en Dios y en la Reina de Africa. Paciencia, confianza, ánimo y constancia –pero en los Corazones de Jesús y de María– nos harán implantar la obra y salvar gran número de hermanos y hermanas para Dios.”

“Yo dirijo en el espíritu a mis queridos compañeros misioneros y sirvo de guía a su corazón; pero ellos son también objeto de toda mi estima y de todo mi afecto. A todos nosotros nos anima un común ideal, un único y ardiente deseo: sacrificar la vida, en nuestro amor a Dios y a su Santa Iglesia, por África.”

domingo, 20 de octubre de 2013

Mes misionero, 21 de octubre

ORACIÓN

Espíritu Santo, fuerza de la misión,
enviado para enseñarnos el camino del Evangelio:
revélanos cómo es la felicidad del Reino. 

Muéstranos el futuro que les aguarda
a los que lloran, a los que lo han perdido todo,
a los que tienen hambre, a los desesperados,
a la población empobrecida de nuestro mundo. 

Mi mente no alcanza a comprender el sentido
de una existencia sumida en el sufrimiento,
la pobreza o la injusticia. 

A menudo pienso, Señor, que sólo disfruta de la vida
quien no ha visto la desgracia,
quien no carece de nada
y quien puede "realizarse" con todos los medios.
Esos me parecen plenamente felices. 

Espíritu Santo, ayúdame a entender
de qué modo los pobres pueden ser dichosos,
ayúdame a confiar en las bienaventuranzas:
¡Felices los últimos: los pobres, los que lloran!
Infelices los que ponen su confianza en cosas
fuera de Ti.! 

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 12,13-21)

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia." Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?" Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes."

Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."

TESTIMONIO MISIONERO

ECUADOR: “Padrecito, ¿usted es rico?” 

Hay recuerdos que a uno le acompañan, por ejemplo en el aprendizaje de las cosas de Dios. Sin duda alguna, el paso por las Misiones Diocesanas en Ecuador, que es la experiencia de la que puedo hablar, ofrece oportunidades a montones. Y si algún matiz especial pueden tener las experiencias vividas en ese entrañable pueblo es, sin duda alguna, la del Dios de los pobres, que irrumpe en las vidas de todos los que allá quieren compartir su fe con tantas personas sencillas con las que te encuentras. Alguien dijo que son los pobres los que nos evangelizan. En mi opinión, acertó. Y alguien quiso poner límite a esa evangelización, exigiéndoles pasar por la comunidad. Y en mi opinión, se equivocó.

La catequesis en mi parroquia se iniciaba a las tres de la tarde. Desde media hora antes iban llegando los niños y niñas que llenarían los grupos. Era media hora de algarabía y de auténtica invasión, donde la hamaca, las sillas, las mesas, eran acaparados por los primeros en llegar. La única norma que hacía respetar era evitar las peleas, y no siempre lo conseguía… Cuando no alcanzaban a ocupar la hamaca, porque otros habían llegado antes, o las sillas estaban ya con un 200% de ocupación, a veces eran mis brazos, mis manos, el objeto de su acaparamiento. Mis esfuerzos por soltarme solían ser infructuosos a no ser que el intento fuera acompañado de una “supuesta necesidad”: que tengo que coger ese libro…, que voy a poner esto en el cajón…, etc. Uno de esos días, uno de mis brazos fue acaparado por una chiquita de 8 ó 9 años. Lo había conseguido para ella sola, y apretaba para no perderlo… Y en esto me dice:

-          Padrecito, ¿usted es rico?

No supe acertar si era pregunta o afirmación. Opté por entenderlo como pregunta, aunque aquello sonaba a pregunta de examen…

-          Nooo… Cómo va a pensar… Qué voy a ser rico…

Y empezaron mis argumentos

-    Vea. Esta casa no es mía. Es para que vivan los padrecitos, sea el que sea, y cuando yo me vaya, aquí se quedará. Lo mismo pasa con el carro. Ese carrito que está a la puerta tampoco es mío. Es para que el padrecito que esté aquí pueda ir hasta todos los lugares donde hay otros niños. Cuando yo me vaya, también se quedará aquí. Y no digamos nada, la iglesia no es mía. Es de todas las personas del pueblo para poder rezarle a Dios. Yo estoy encargado de cuidarla, pero no es mía… Tampoco tengo plata. Las limosnas de la gente no son para mí. Son para comprar las cosas que hacen falta en la iglesia… Ya ve, no tengo tantas cosas…

Me entendió o no, quien sabe, porque ella insistió:

-    Pero usted es rico…

Ya no sonaba tanto a pregunta. Ya era decisión tomada. Yo era rico, sin derecho de apelación. Pero bueno era yo para resignarme en aquella pelea, sin saber que la tenía desde el comienzo perdida.

-          Que no… que yo no soy rico… que todas estas cosas no son mías… que aunque parezca lo contrario, todo esto no es mío…

-          Sí, pero usted es rico… porque tiene dos camisas. Ayer cargaba una verdecita y hoy tiene una cremita…

Y apretando un poco más mi brazo, añadió:

-    Y es mi amigo, ¿verdad? 

                        (Tomado de José Luis Casla en la revista Los Ríos, nº 224, pp. 29-30)

Mes misionero, 20 de octubre

XXIX domingo del tiempo ordinario

Día del DOMUND

Aniversario de la beatificación de María de la Pasión, fundadora de las Franciscanas Misioneras de María

 ORACIÓN

Señor Jesús, Tú que guías a la Iglesia
por medio de tu Espíritu
para conducirnos al Padre:

haz que, continuando fielmente tu misión,
abramos tus puertas a nuestros hermanos
y seamos la presencia de tu amor;

que anunciemos de manera convincente,
con las palabras y con la vida,
que Tú eres el único Salvador del mundo;

que demos testimonio de la fe
con caridad, bondad y ternura,
para que todos puedan encontrarte.

Te lo pedimos por intercesión de María,
Madre tuya y nuestra
y Reina de las Misiones. Amén.

 EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 18, 1-8)

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: "Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.

En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario."

Por algún tiempo se llegó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.""

Y el Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?"  

MENSAJE DEL PAPA PARA EL DOMUND, 3

3. En nuestra época, la movilidad general y la facilidad de comunicación a través de los nuevos medios de comunicación han mezclado entre sí los pueblos, el conocimiento, las experiencias. Por motivos de trabajo familias enteras se trasladan de un continente a otro; los intercambios profesionales y culturales, así como el turismo y otros fenómenos análogos empujan a un gran movimiento de personas. A veces es difícil, incluso para las comunidades parroquiales, conocer de forma segura y profunda a quienes están de paso o a quienes viven de forma permanente en el territorio. Además, en áreas cada vez más grandes de las regiones  tradicionalmente cristianas crece el número de los que son ajenos a la fe, indiferentes a la dimensión religiosa o animados por otras creencias. Por tanto, no es raro que algunos bautizados escojan estilos de vida que les alejan de la fe, convirtiéndolos en necesitados de  una “nueva evangelización”. A esto se suma el hecho de que a una gran parte de la humanidad todavía no le ha llegado la buena noticia de Jesucristo. Y que vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no sólo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino también la del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, el Evangelio de Cristo, que es  anuncio de esperanza, reconciliación, comunión, anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación, anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien. 

El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle. ¡Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza donada por la fe! La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor.
 
La Iglesia - lo repito una vez más - no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con  Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quién guía a la Iglesia en este camino.