lunes, 7 de octubre de 2013

Aprender a vivir, aprender a mirar



El 4 de octubre ha tenido lugar el lanzamiento del DOMUND en la Vicaría VI de Madrid.
El testimonio misionero ha sido de Carlos Collantes Diez sx, misionero que trabajó en Camerún, actualmente provincial de los Misioneros Javerianos en España y de momento encargado del área misión y cooperación de la CONFER. En un primer momento él insistió sobre el hecho de que el Evangelio tiene capacidad para crear comunidad. Su experiencia la realizó en la Ciudad de Yaundé, Camerún e insistió que la misión se vive en comunidad. Narró cómo su experiencia vivida en una comunidad cuyos orígenes provenían de tres continentes distintos era por el mismo hecho misión y anuncio de buena nueva. La comunidad evangeliza, en primer lugar con su vida fraterna: la de los misioneros, y la de los distintos grupos cristianos de la parroquia. El misionero vive como testigo de comunión y reconciliación, no en vano es enviado por quien ofreció su vida para reconciliar a todos los pueblos y para derribar muros y fronteras que nos separan (Efesios 2).

Señaló también la importancia del saber que el misionero es huésped y vive en tierra ajena como huésped, lo cual se traduce en una actitud de respeto hacia el pueblo que lo acoge como hermano, se adentra en él y en su cultura sabiendo que es “tierra sagrada”. Aprende la lengua y sobre todo un lenguaje, una manera de decir y expresar la vida de forma distinta a la suya de origen, y en este proceso o largo aprendizaje, intenta seguir -a pesar de sus límites humanos- el camino de Jesús, camino de cercanía y de encarnación. El misionero aprende a ver y a vivir la realidad con la mirada del otro: ver y vivir desde la mirada del pobre o del empobrecido con su sentido de dignidad y de esperanza, los pobres son con frecuencia “maestros de esperanza”; desde la mirada de la mujer que lucha por su dignidad y es el auténtico motor de la sociedad; desde la fe profunda de las gentes sencillas que descubren y acogen a Dios, a pesar de tantas adversidades y en medio de duras condiciones de vida, incluso si -a veces- puedan algunos preguntarse: “¿es que Dios me ve o me oye?”, pero que terminan confesando con una fe admirable: “Dios es grande”… y te desarman y descolocan.

Afirmó la importancia de unir espiritualidad y política. Cuando la vida se degrada -a causa de la injusticia (y aquí habló de las terribles medidas o imposiciones del FMI)- debe uno preguntarse honradamente cómo hablar de Dios a la gente que está sufriendo, cómo anunciar el evangelio que es buena nueva… ¿cómo? Ocupándose o comprometiéndose en hacer de nuestro mundo, un mundo más justo.

Finalmente, Carlos ha descrito al misionero como el contemplativo, el santo, tal y como lo describe la Redemptoris Missio; el misionero tiene conciencia de ser enviado y de no ser propietario. Se pierden las raíces cuando se pierde el contacto con Dios y sólo de este contacto nace la fecundidad de la misión. Sin la oración el misionero se puede convertir en un activista de derechos humanos o de ideales nobles y terminó afirmando que: La fecundidad sólo la da el Señor y citando el evangelio dice “sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5).

El lanzamiento del Domund ha querido acercarnos a cada uno a nosotros a percibir la necesidad imprescindible de vivir el lema Fe + Caridad = Misión.
 
Rolando Ruiz Duran sx

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