miércoles, 22 de diciembre de 2010

ORDENACIÓN COMO DIÁCONO DE JESÚS MANUEL CALERO PERERA

El 20 de Noviembre de 2010 el obispo de la diócesis de Pala (Chad) me ha ordenado diácono en una celebración multitudinaria y muy colorida en la que también tres jóvenes nativos de esta diócesis han sido ordenados sacerdotes.

Yo no tengo que palabras de acción de gracias para Dios por el don de la vocación sacerdotal. Es un paso importante para el proyecto que Dios comenzó en mí cuando entré en el seminario menor de Tenerife en 1993. La gracia de Dios es muy grande y yo soy muy consciente que la vasija para acogerla es frágil.

La ordenación comenzó a las nueve de la mañana y terminó a la una y media. Las cuatro horas y media se me pasaron muy rápido. La emoción, la alegría y los nervios son los sentimientos que me acompañaron durante toda la celebración.

El momento más emotivo fue cuando me quedé postrado en el suelo y se cantaban las letanías a los santos. Yo sentí que con ese rito Dios me invitaba a morir al viejo hombre y a nacer de nuevo como servidor de Dios y de los hermanos. Es una convicción de fe para mí que la experiencia humana y espiritual de la muerte y de la resurrección es el único camino estrecho para vivir plenamente la vida.

Otra cosa que no me deja indiferente es el lugar de la ordenación, “África”. Es la tierra en la que también el 7 de Octubre he consagrado mi vida definitivamente como misionero javeriano y es la tierra en la que Dios me ha enviado para servir a mis hermanos. Pido a Dios que me dé la fuerza de no vivir indiferente frente al sufrimiento y la injusticia que una gran parte de nuestros hermanos africanos están viviendo.

El color y la alegría de la celebración con la animación de las danzas, tambores y cantos ha sido una bonita muestra de la fe viva de este pueblo chadiano con el que intento compartir camino. Y los tres nuevos sacerdotes nativos son uno de los frutos más significativos de esta Iglesia joven que empezó a ser evangelizada en los años cuarenta.

Entre la gente que participó a la celebración y al ágape fraterno yo quisiera destacar la presencia de tres pastores protestantes y de dos representantes del comité islámico de nuestra ciudad. El diálogo ecuménico, inter-religioso e intercultural es uno de los grandes desafíos para construir un país donde la paz reine. El misionero de hoy debe ser un hombre capaz de dialogar con todos, capaz de hacer presente el amor de Dios en todos los ambientes. Yo estoy haciendo un bonita experiencia de dialogo en nuestro oratorio donde una gran parte de musulmanes, protestantes y animistas vienen para estudiar en la sala de lecturas, consultar libros, asistir a conferencias-debates, ver alguna película formativa…

Ahora el trabajo continúa. Yo hecho una mano sobre todo en la formación bíblica y en la pastoral de jóvenes. La Palabra de Dios está al centro del trabajo de las comunidades de base y del catecumenado. Y el trabajo con los jóvenes en un país donde el 60% de la populación tiene entre 5 y 25 años es una de nuestras prioridades y uno de los grandes desafíos de la Iglesia en África. Lo contrario sería el indicativo de una “dimisión” de la parte de la Misión.

No tengo más que palabras de acción de gracias a Dios por el momento de gracia que me está haciendo vivir. Doy gracias a Dios también por todas las personas que ha puesto a mi lado durante estos años para ayudarme a crecer humana y cristianamente.

Finalmente, quiero compartir con vosotros las palabras que pronuncié el día de mi consagración a Dios en el mes de Octubre. “Dios creador y Padre nuestro, yo Jesús Manuel Calero Perera, discípulo de Jesús, tu Hijo, delante de mis hermanos y en las manos de nuestro Superior, consagro mi vida para siempre al trabajo apostólico de la Sociedad Misionera de San Francisco Javier. Y por ello me comprometo por voto a vivir casto, pobre y obediente como hermano entre los hermanos siguiendo las normas de nuestras Constituciones. Padre, yo quiero decir « sí » a tu voluntad divina, donado toda mi vida. "Sí" al reto de compartir las alegrías y los sufrimientos de los hombres, sobre todo de los más pobres, y "sí" a tu llamada a colaborar contigo, no obstante mis debilidades, para testimoniar tu Reino de amor, de justicia y de verdad. María, intercede por mí para que pueda ser siempre « perseverante en la oración y en el servicio de la Palabra" (Hechos 6,4) al ejemplo de los apóstoles.

Jesús Manuel Calero Perera