jueves, 1 de noviembre de 2012

Lectura misionera de la Biblia, Moisés (6)

LA ALIANZA

TEXTO BÍBLICO (ÉXODO 19,3-8.16-20; 20,1-17; 32,1-20)

19  3 Moisés subió a encontrarse con Dios. El Señor lo llamó desde la montaña y le dijo: “Habla en estos términos a la casa de Jacob y anuncia este mensaje a los israelitas:

4 ‘Vosotros habéis visto cómo traté a Egipto, y cómo os conduje sobre alas de águila

y os traje hasta mí. 5 Ahora, si escucháis mi voz y observáis mi alianza, seréis mi propiedad exclusiva entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece.

Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación que me está consagrada’. Estas son las palabras que transmitirás a los israelitas”.

7 Moisés fue a convocar a los ancianos de Israel y les expuso todas estas palabras, como el Señor se lo había ordenado. 8 El pueblo respondió unánimemente: “Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor”. Y Moisés comunicó al Señor la respuesta del pueblo.
16 Al amanecer del tercer día, hubo truenos y relámpagos, una densa nube cubrió la montaña y se oyó un fuerte sonido de trompeta. Todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció de temor. 17 Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y todos se detuvieron al pie de la montaña. 18 La montaña del Sinaí estaba cubierta de humo, porque el Señor había bajado a ella en el fuego. El humo se elevaba como el de un horno, y toda la montaña temblaba violentamente. 19 El sonido de la trompeta se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y el Señor le respondía con el fragor del trueno. 20 El Señor bajó a la montaña del Sinaí, a la cumbre de la montaña, y ordenó a Moisés que subiera a la cumbre.

20 1 Entonces Dios pronunció estas palabras:

2 Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.

3 No tendrás otros dioses delante de mí.

4No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. 5 No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto; porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; 6 y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos.

7 No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano.

8 Acuérdate del día sábado para santificarlo. 9 Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; 10 pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no haréis ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades. 11 Porque en seis días el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día sábado y lo declaró santo.

12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da.

13 No matarás. 14 No cometerás adulterio. 15 No robarás. 16 No darás falso testimonio contra tu prójimo.

17 No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.

32  1 Cuando el pueblo vio que Moisés demoraba en bajar de la montaña, se congregó alrededor de Aarón y le dijo: “Fabrícanos un dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto”. 2 Aarón les respondió: “Quitad a vuestras mujeres, a vuestros hijos y a vuestras hijas, las argollas de oro que llevan prendidas a sus orejas, y traedlas aquí”. 3Entonces todos se quitaron sus pendientes y se los entregaron a Aarón. 4 Él recibió el oro, lo trabajó con el cincel e hizo un becerro de metal fundido. Ellos dijeron entonces: “Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto”. 5 Al ver esto, Aarón erigió un altar delante de la estatua y anunció en alta voz: “Mañana habrá fiesta en honor del Señor”. 6 Y a la mañana siguiente, bien temprano, ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión. Luego el pueblo se sentó a comer y a beber, y después se levantó para divertirse.

7 El Señor dijo a Moisés: “Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. 8 Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un becerro de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: ‘Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto’”. 9 Luego le siguió diciendo: “Ya veo que este es un pueblo obstinado. 10Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación”.

11 Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: “¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa? 12¿Por qué tendrán que decir los egipcios: ‘Él los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra’? Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo. 13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: ‘Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia’”. 14 Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

Moisés emprendió el camino de regreso y bajó de la montaña llevando en sus manos las dos tablas del Testimonio, que estaban escritas de un lado y de otro. 16 Esas tablas eran obra de Dios, y la escritura grabada sobre ellas era escritura de Dios.

17 Al escuchar el ruido de las aclamaciones que profería el pueblo, Josué dijo a Moisés: “Hay gritos de guerra en el campamento”. 18 Pero Moisés respondió:

“No son cantos de victoria,
ni alaridos de derrota;
lo que oigo son cantos de coros alternados”.

19 Cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció, y arrojando violentamente las tablas que llevaba en sus manos, las hizo añicos al pie de la montaña. 20 Después tomó el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua, y se la hizo beber a los israelitas.

(Tras esta escena Dios procede a la renovación de la Alianza.)

COMENTARIO BÍBLICO

Nos hallamos ante un hecho histórico fundamental: el único tratado hecho por Dios Todopoderoso con el pueblo de Israel. Es un dato del que depende en lo sucesivo toda la religión de Israel. No se trata sin embargo de una relación científica de los acontecimientos del Sinaí, sino más bien una interpretación teológica de los acontecimientos tal como estos fueron luego actualizados para el pueblo de Israel.

Toda alianza implica un pacto en el que se establece una serie de obligaciones y derechos recíprocos. Esta alianza está descrita según el estilo de los pactos de vasallaje en el Próximo Oriente.

La montaña a la que sube Moisés puede ser Jebel Musa, que tiene 2.249 metros.

El ofrecimiento de Dios es sorprendente: si los israelitas deciden mantenerse fieles a la alianza (y son libres para aceptarla o no) alcanzarán una condición única: ser pueblo de Dios. Esto conlleva un privilegio y al mismo tiempo una gran exigencia: ser santo como lo es Dios y cumplir su misión sacerdotal ante las naciones. El pueblo acepta.

La descripción de la teofanía evidencia la acción de Dios como señor de la naturaleza. Esta teofanía confirma a Moisés en su misión de profeta.

El texto de nuestros 10 mandamientos se ha plasmado a partir de Éxodo 20 y Deuteronomio 5,6-21. Hay códigos legales anteriores al Decálogo que aplican la casuística: si se comete tal cosa se recibe tal castigo. En el Decálogo la ley se vuelve apodíctica, sin condiciones.

El reconocimiento de un solo Dios distinguía a Israel de los demás pueblos del Próximo Oriente, que creían en una multitud de divinidades celestes. A esto se añade la prohibición de realizar imágenes de Dios mientras que los otros pueblos estaban acostumbrados a tener imágenes de las divinidades locales.

Parece que para los pueblos cercanos era habitual usar el nombre de Dios en maldiciones, fórmulas mágicas o como medio efectivo de defensa.

Los mandamientos del cuarto al décimo son elementos esenciales del derecho natural y se encuentran también en códigos legales anteriores. Pero la diferencia es que en estos la violación de esos preceptos constituye un crimen contra el prójimo, mientras que en este caso lo es contra Dios. Los mandamientos 9 y 10 redundan en el contenido de los mandamientos 6 y 7 respectivamente.

Dios informa a Moisés de lo que está aconteciendo en “tu” pueblo (toma ya distancia de él) y quiere aniquilarlo y forjarse otra nación. Moisés media recordando a Dios su honor y las promesas concedidas a Abraham.

Al bajar de la montaña Moisés no parece saber lo que sucede en el pueblo, señal de la presencia de tradiciones distintas en este texto. Moisés destruye las tablas, lo cual simboliza la ruptura de la alianza, y destruye a continuación el becerro haciendo que los culpables lo consuman. La imagen del toro era conocida por los israelitas a través de Apis (Egipto) y de Baal (Canaán).

COMENTARIO MISIONERO

Aparece una imagen de Dios con sentimientos muy humanos. Se enfada, quiere castigar y al mismo tiempo escucha a Moisés y se deja convencer por él. Esta imagen es sobre todo expresión de nuestras búsquedas de su rostro ¿Y si Dios no hace lo que queremos? ¿Y si cuando le pedimos una cosa eso no se cumple? Dejemos a Dios ser Dios y sigamos confiando en Él.

La infidelidad del pueblo es constante y la bondad y el perdón de Dios también. Recuerda mucho a la alianza de Dios hecha en Jesús: el pueblo no reconoce a Jesús y sin embargo el perdón de Dios sigue ofrecido. Y la paciencia de Dios: no se ha elegido el pueblo mejor, sino el más esclavizado y pequeño. Por eso aguanta y sigue educando a su pueblo.

Mandamientos. Somos libres a pesar de todo. Dios quiere hacer el bien con nosotros. Las cosas no son fáciles y la realidad es compleja. Los mandamientos, sobre todo los sociales, son el nivel básico de convivencia en cualquier sociedad. Lo específico en este caso es que están referidos a Dios y quien se los salta ofende a los demás y a Dios.

Mandamientos combinados con la libertad. Necesitamos leer estas prohibiciones desde Jesús, que amplia su significado: ya no basta con no hacer el mal, sino que se trata de hacer efectivamente el bien, y además, sabiendo de qué pie cojeamos, insiste en los mandamientos más sociales (como ante el joven rico).

“Entre el pobre y el rico, entre el fuerte y el débil, entre el poderoso y el humilde, es siempre la ley la que libera y es siempre la libertad la que oprime” (Lacordaire).

Paso de los mandamientos a las bienaventuranzas. Felicidad ahora, aquí. Sufrimiento integrado en un sentido y compartido, si no con otros al menos con Dios.

El becerro nos aleja de los valores humanos. Resulta un dios domesticado, que al final conlleva una decadencia moral.

Necesitamos algo tangible, visible, para creer. Sin imágenes, el pueblo se siente falto de algo que represente a Dios. El pueblo no tiene paciencia, no sabe esperar en la incertidumbre y enseguida se busca una protección, aunque sea fraudulenta y hechura de sus manos. Frase de la película “La duda”: saber vivir la incertidumbre une tanto como las seguridades. Precisamente por eso tenemos una suerte inmensa con Jesús, aunque nos desconcierte (y menos mal que nos desconcierta: que Dios sea Dios). Queremos escapar de una lectura fundamentalista en la interpretación de la ley. El misterio es el misterio. Lo que sabemos de Dios es la imagen que Jesús nos ha dado. Hemos aplicado a Dios toda omnipotencia.

Podemos buscar la presencia visible de Jesús en el sagrario, en los sacramentos, en la comunidad, en el pobre… Y al mismo tiempo nosotros con nuestro comportamiento poco auténtico podemos dar pie a ciertas personas para no creer porque lo que ven (o sea, nosotros) no es coherente con lo que decimos.

Montaña como teofanía, presencia de Dios.

¿Jesús vino para reparar el pecado (como si fuera el “plan B” de Dios) o para plenificar la vida en un proyecto establecido desde siempre? Discusión medieval que nosotros no vamos a resolver… pero nos atrae más la segunda posibilidad.

Estando con los pobres más nos enriquecemos, más humanos nos volvemos, más aprendemos de Dios.

Aarón falla en su responsabilidad, como nosotros (en su descargo hay que decir que la Biblia ofrece otra versión de los hechos, omitida para no alargar el texto, en que Aarón tiene menso responsabilidad en lo sucedido). Hemos visto prodigios y a la vez nos mostramos débiles y fallamos. Por ejemplo a los misioneros, como crítica constructiva, a veces nos dicen que hablamos de lo que hemos hecho en misión con mucho ego, poniéndonos como los protagonistas únicos.

Necesidad de la oración protesta, de expresar nuestra frustración a Dios. Cuántos salmos son gritos de desasosiego a Dios. Y no sabemos cómo, pero de alguna forma Dios responde. Jesús en la cruz también pide explicaciones y grita a Dios.

Al final el becerro será destruido y bebido por el pueblo, pero esa bebida es un castigo. En la eucaristía “bebemos” a Jesús para una mayor plenitud e identificándonos con su camino.

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