lunes, 26 de noviembre de 2012

Lectura misionera de la Biblia, Moisés (y 7)

FRENTE A LA TIERRA PROMETIDA

TEXTO BÍBLICO (Deuteronomio 6,4-13, 7,7-8; 8,7-20; 34,1.4-5)

6 4Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. 5 Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. 7 Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. 8 Átalas a tu mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente. 9 Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus postes.
10 Cuando el Señor, tu Dios te introduzca en la tierra que él te dará, porque así lo juró a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob –en ciudades grandes y prósperas que tú no levantaste; 11 en casas colmadas de toda clase de bienes, que tú no acumulaste; en pozos que tú no cavaste; en viñedos y olivares que tú no plantaste– y cuando comas hasta saciarte, 12 ten cuidado de no olvidar al Señor que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. 13 Teme al Señor, tu Dios, sírvelo y jura por su Nombre.

7 7 El Señor se prendó de vosotros y os eligió, no porque seáis el más numeroso de todos los pueblos. Al contrario, tú eres el más insignificante de todos. 8 Pero por el amor que os tiene, y para cumplir el juramento que hizo a tus padres, el Señor os hizo salir de Egipto con mano poderosa, y os libró de la esclavitud y del poder del Faraón, rey de Egipto.

8 7 Sí, el Señor, tu Dios, te va a introducir en una tierra fértil, un país de torrentes, de manantiales y de aguas profundas que brotan del valle y de la montaña; 8 una tierra de trigo y cebada, de viñedos, de higueras y granados, de olivares, de aceite y miel; 9 un país donde comerás pan en abundancia y donde nada te faltará, donde las piedras son de hierro y de cuyas montañas extraerás cobre. 10 Allí comerás hasta saciarte y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra fértil que él te dio.
11 Pero ten cuidado: no olvides al Señor, tu Dios, ni dejes de observar sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, que yo te prescribo hoy. 12 Y cuando comas hasta saciarte, cuando construyas casas confortables y vivas en ellas, 13 cuando se multipliquen tus vacas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten todas tus riquezas, 14 no te vuelvas arrogante, ni olvides al Señor, tu Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud, 15 y te condujo por ese inmenso y temible desierto, entre serpientes abrasadoras y escorpiones. No olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca, 16 y en el desierto te alimentó con el maná, un alimento que no conocieron tus padres. Así te afligió y te puso a prueba, para que tuvieras un futuro dichoso. 17 No pienses entonces: “Mi propia fuerza y el poder de mi brazo me han alcanzado esta prosperidad”. 18 Acuérdate del Señor, tu Dios, porque él te da la fuerza necesaria para que alcances esa prosperidad, a fin de confirmar la alianza que juró a tus padres, como de hecho hoy sucede. 19 Pero si llegas a olvidarte del Señor, tu Dios, y vas detrás de otros dioses, si los sirves y te postras delante de ellos, yo os aseguro solemnemente que vosotros pereceréis. 20 Pereceréis como esas naciones que el Señor va destruyendo delante de vosotros, por no haber escuchado la voz del Señor, vuestro Dios.

34 1Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró todo el país. 4 Y le dijo: “Esta es la tierra que prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije: ‘Yo se la daré a tus descendientes’. Te he dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella”.
5 Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto.

COMENTARIO BÍBLICO

La fertilidad de Canaán (país al que van a entrar como tierra prometida por Dios) supuso un grave problema teológico para los hebreos que venían del estéril desierto, porque la fertilidad es una bendición divina.

La tierra fértil puede conllevar el peligro de olvidarse de Dios y del camino hecho hasta entonces. Se exagera la fertilidad de esa tierra (no hay en ella hierro ni bronce). Deuteronomio subraya que la alianza es condicional y que la no observancia de la misma hace a Israel “semejante a las otras naciones”.

“El único Dios” hace referencia sobre todo a Baal, dios de Canaán. El Dios de Israel se muestra “celoso” de que su puesto en el corazón del pueblo lo ocupen otros.

En un texto eminentemente jurídico aparecen estas referencias emotivas (corazón, alma) y se insiste en el amor entre ambas partes. Deuteronomio sigue al profeta Oseas para dar al amor un significado más amplio y profundo. Conocer a Dios significa misericordia. De hecho Dios ha elegido a este pueblo (y no al revés) como consecuencia de su amor.

6,4-9 es la gran oración judía (Shema Israel), que se reza todas las mañanas, y Jesús se refiere a ella como el gran mandamiento de la Ley (Mateo 22,37).

6,8 dará lugar a las filacterias, es decir, pequeñas bolsas que contenían el texto sagrado y que se ponían en el brazo izquierdo y la frente.

Todo este material es fundamentalmente litúrgico. La liturgia tiene la función de recuerdo y actualización de los acontecimientos salvíficos.

El capítulo de la muerte de Moisés sirve de final al Deuteronomio y a todo el Pentateuco (es decir, “cinco libros”: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Se dice que Moisés tiene 120 años en el momento de su muerte.

Desde el monte Nebo se puede ver una visión panorámica de todo el país de Canaán, en los días claros se alcanza a ver el Mediterráneo.

La no entrada de Moisés en la tierra prometida provoca un gran impacto final.

COMENTARIO MISIONERO

En la abundancia las personas somos bien capaces de olvidarnos de los demás y de Dios. Oración bíblica: “Dios, no me des ni riqueza ni pobreza, porque siendo rico me olvidaré de ti y siendo pobre te maldeciré”. En la mentalidad popular se oye decir que Dios nos “prueba” con el sufrimiento. Pero, ¿y cuándo todo va bien? ¿Esa no será también una “prueba”? Porque entonces nos olvidamos de lo importante. El gran peligro es creer que nuestro éxito depende de nosotros.

Tanto camino hecho por el pueblo, tantos años de penalidades en el desierto hasta conseguir una tierra y unos derechos y todo se puede ir al garete en una generación. Qué actual resulta esto en tiempos de crisis: cuántos derechos laborales y sociales conseguidos a base de muchas luchas y reivindicaciones para dejarlos caer de un plumazo por la necesidad del momento…

El pueblo judío que llega a las puertas de la tierra prometida es un pueblo encerrado en sí mismo, que ve a los otros pueblos como amenazas tanto militares (conquistarán la tierra prometida guerreando) como religiosas (tentación de los dioses de la abundancia y de otras prácticas religiosas). Dios se manifiesta como un Dios celoso, y el trato del pueblo hebreo con los otros pueblos será hostil. En un estado laico como el actual Israel el motivo religioso de la tierra prometida por Dios sigue pesando fuerte en el conflicto con los palestinos. En el mundo judío de hoy los que más se ven (aun no siendo mayoría) son los ultraortodoxos, característicos por sus tirabuzones. Esto resulta para nosotros cristianos una llamada de atención a un posible peligro: también nosotros tenemos nuestros ultraortodoxos, y sus liturgias de ritos, idiomas y ropajes preconciliares favorecidos por nuestra jerarquía actual. Claro, esa vuelta a “esplendores” pasados parece que da seguridad en tiempos de fragmentación y de pluralidad, pero al final nos encierra y paraliza impidiendo un contacto cordial con nuestro mundo de hoy.

Recordamos el concilio de Jerusalén y esa pugna entre judaizantes y misioneros liderados por San Pablo que nos parece muy actual. La decisión de aquel concilio fue intentar contentar a ambas posturas, con San Pedro nadando entre dos aguas y recriminado por San Pablo. Sin embargo y pasados los siglos afortunadamente no queda rastro de los judaizantes y sí del camino misionero de la Iglesia en el contacto y comprensión de otras culturas y pueblos.

Hay una lectura ingenua de la muerte de Moisés frente a la tierra prometida: como se portó mal Dios lo castigó. Una lectura así permite explicarlo todo pero es poco respetuosa con la imagen de Dios transmitida por Jesús.

Tenemos necesidad de una vuelta a los marginados y olvidados, a los pequeños y pobres. Dios eligió a este pueblo por ser el más pequeño, y nosotros entre esas personas podemos conocer mejor al Dios liberador de la Alianza. En definitiva alejarnos de ellos supone alejarnos de Dios… Libro de Eric-Emmanuel Schmitt “Hijo de Noé”: durante la II Guerra Mundial un cura católico en Francia protege a niños judíos e intenta salvaguardar su cultura porque son perseguidos. Pasada la guerra y cambiados los tiempos, lo que protege es la cultura palestina.

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