viernes, 4 de abril de 2014

4 de abril de 2014, viernes


viernes cuarta semana

Sb 2,1a.12-22   Sal 33,17-21.23   Jn 7,1-2.10.25-30

 

Enviado del Padre

 

Palabra de Dios

 

J

esús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado».   (Jn 7,28-29)

 

Reflexión

     Se trata de una proclamación solemne, una revelación que debe ser anunciada a todos. Ante esta revelación de Jesús todos los hombres deben elegir: o reconocerle como el enviado del Padre aceptando los riesgos que conlleva; o rechazarlo para conservar su seguridad inmediata pero comprometiendo el futuro. Los jefes del pueblo de Israel veían en Jesús un peligro para su seguridad y no lo aceptaron. Para nosotros, Cristo ¿es seguridad o es un peligro?

 

Oración

El grano en la espiga viene de ti.

R.: Dánoslo a manos llenas, ¡oh Padre!

El deseo de compartir viene de ti.

R.: Dánoslo a manos llenas, ¡oh Padre!

El sentido del agradecimiento viene de ti.

R.: Dánoslo a manos llenas, ¡oh Padre!

 

Pan, como llamada a compartir

     Jesús da de comer a toda una muchedumbre porque cuenta con cinco panes compartidos (Jn 6). Es una comida material puesta a disposición por los demás que hace alusión a otra comida: alude al Sinaí, a la Pascua cercana: “Esforzaos, no por conseguir el alimento transitorio, sino el permanente, el que da la vida eterna. Este alimento os lo dará el Hijo del Hombre” (Jn 6,27).

     Es el pan del mañana con quien Jesús se identifica.

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