miércoles, 17 de abril de 2013

Oración misionera del domingo 21/03/2013


Acción de gracias por lo que hemos vivido a lo largo de la semana transcurrida :


Oración inicial :

Señor

ayúdanos a descubrir siempre más,
el amor con el cual tu nos envuelves
a imagen del buen pastor,

y a saber escuchar tu voz
para seguirte en el camino del Evangelio
para siempre

Hno. Christophe-Marie, Carmelo de Déchaux, Provincia de Paris

Evangelio del domingo (Juan 10, 27-30)

Dijo Jesús:

-Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre.

Yo y el Padre somos uno.

 


Sugerencia para la meditación :

Jesús, siguiendo la tradición de los profetas (Ez 34), utiliza la imagen del pastor para explicar la relación entre los líderes y los discípulos en la comunidad cristiana. La experiencia enseñaba, ya entonces, que este asunto era delicado y se prestaba a abusos muy graves. Ezequiel se había quejado: «Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!» (Ez 34, 2 b). Es el escándalo de los pastores que actúan como dueños del rebaño y lo dominan según sus propias ideas, sus intereses o sus preferencias.

Por eso, Jesús explica aquí, con exquisita precisión, el modelo de relación entre el pastor, que es bueno de verdad, y la comunidad que apacienta. Esta relación se define por tres verbos: «escuchar», «conocer» y «seguir».

Ante todo, los discípulos escuchan al pastor y, en el pastor, a Jesús. Pero sabiendo que escuchar equivale a interesarse por lo que dice y obedeciendo lo que escuchan (Jn 10, 3.16.27), lo que contrasta con la postura de quienes rechazan (Jn 8, 40-47) cuanto dice el pastor (G. Schneider).

En segundo lugar, el pastor conoce a las ovejas. Lo que indica una relación de mutua comprensión y aceptación.

En tercer lugar, el seguimiento, que define la forma de vida del discípulo, que se fía de Jesús, lo deja todo por él e identifica su vida con la del pastor, así como el pastor identifica la suya con la de aquellos a los que pastorea. No es la relación del discípulo con el Rabino, que se redice a imitar costumbres y normas, sino la adhesión que funde la vida con la del otro

Todo esto supone modificar de raíz la relación entre el gobernante y el “gobernado”. Ya no se trata de una relación de poder a la que responde una relación de sumisión. Esto ha sido el principio de descomposición de la Iglesia, porque la ha deformado. Y en una institución así, no puede estar presente Jesús. Todo lo contrario: Jesús se hace presente donde se ofrece un modelo alternativo en la relación entre líderes y comunidad. Cuando todos ellos se funden en la unidad, entonces la Iglesia ofrece la posibilidad de un mundo que nos seduzca, el mundo que anhelamos.

(cf. comentario de la Parroquia san Vicente de Abando)

Recordamos rodas/os estas palabras que hemos oído el Jueves Santo : “De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes, sacerdotes tristes, y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con «olor a oveja» –esto os pido: sed pastores con «olor a oveja», que eso se note–; en vez de ser pastores en medio al propio rebaño, y pescadores de hombres.” (Homilía del papa Francisca en la Misa Crismal).
Queremos pedir por todos aquellas/os que cuidan del rebaño de Dios.  Que sean verdaderamente anunciadores del cariño de Dios.

Tiempo de compartir :

Oración final :

El Espíritu de Fe

Contigo, Señor Jesús, voy en la barca.
A veces el mar de mi vida se levanta bravo, recio
y la tempestad juega con mi barca.

La borrasca, Señor, de mis miedos y fracasos;
la borrasca, Señor, de mis inseguridades;
la borrasca, Señor, de mis conflictos y tensiones.

Despierta, Señor, ven en mi ayuda.
Despierta, Jesús, y conduce mi barca
que zozobra en la tempestad.
Manda, Señor, que las olas
se rompan ante tu presencia;
tú que eres el Señor y el Salvador de los hombres.
Dame fe, Señor Jesús,
para que cuente contigo,
para que me fíe de ti,
para que me abandone en la seguridad de tu amor y misericordia. Dame tu Espíritu para que mi fe
sea firme como la roca.

Señor Jesús, contigo no tengo miedo
porque tú me conduces,
porque eres mi Pastor y nada me falta.
Tú das a mi alma tu paz y tu sosiego,
tu luz y tu ternura.
Conforta mi pobre corazón.

Señor Jesús, aunque pase por valles tenebrosos,
aunque pase por noches obscuras,
guíame por el sendero que conduce a la vida.
Nada temo, porque tú vas conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.

Yo sé que eres bueno
y que unges mi corazón con tu gracia.
Rebosa mi copa con el don de tu fe;
llena mi vida con el don de tu Espíritu.
Tu gracia y tu bondad, Señor,
me acompañarán siempre a lo largo de mi vida.

Tú serás siempre mi Morada, mi refugio,
mi casa donde me cobijo.
Señor Jesús, guía mi vida,
fortalece mi fe, ilumina mis noches.

Gracias, Señor, porque contigo
el camino se hace llano y nada me falta.
Eres mi Pastor, eres mi Guía, eres mi Maestro.

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