martes, 19 de febrero de 2013

Oración misionera, 24 de febrero

DOMINGO 2º de Cuaresma
(Nota : una parte del material (oraciones, …) que utilizamos en estos domingos de Cuaresma, lo sacamos en parte del cuaderno de la fraternidad maristas, y de la ong SED, que puedes encontrar ‘AQUÍ’.)


… Entonces Manolito le preguntó en voz baja:
-¿Cómo se debe amar a Dios, padre mío?
-Amando a los hombres, hijo mío?
-¿Y cómo se debe amar a los hombres?
-Esforzándose en guiarlos por el buen camino.
-¿Y cuál es el buen camino?
-El que sube.
N. Kazanzakis, “Cristo de nuevo crucificado”

Oración inicial
Te vas manifestando
de mil formas, Señor:
en el encuentro,
en la confidencia;
en el llanto y en el gozo,
en la flor y en la nube;
en la escucha y en la palabra,
en el silencio y en la noche;
en la amistad compartida
y en la mirada intuida.

En el rostro amoroso
del corazón conocido,
y en los rasgos sufrientes
del hermano disminuido.
En el arduo trabajo,
en las horas de fuego,
y en el fresco descanso
del reposo ofrecido.


Te vas manifestando
de mil formas, Señor,
pues en todo te encuentras
y sin Ti nada tiene sentido.
Eres el corazón, el aliento,
el núcleo y el centro de la Creación.


Haz Señor que bajemos de la nube,
y que sepamos descubrirte
reconocerte siempre
y amarte en todos,
y en especial en tus predilectos:
los que más sufren.


Acción de gracias por la semana transcurrida
La oración es como subir al monte Tabor, sentarse y contemplar a Dios que actúa en la historia, en la mía y la de los demás.  Agradezco su presencia y la luz que de Él recibo.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,28b-36):
En aquel tiempo Jesús subió a un monte a orar, acompañado de Pedro, Santiago y Juan. Mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus ropas se volvieron muy blancas y brillantes. Y aparecieron dos hombres conversando con Él: eran Moisés y Elías, que estaban rodeados de un resplandor glorioso y hablaban de la partida de Jesús de este mundo, que iba a tener lugar en Jerusalén.
Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con Él. Cuando ellos se separaban de Jesús, Pedro le dijo: «Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Pero Pedro no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los envolvió en sombra; y al verse dentro de la nube salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo, mi elegido. Escuchadle». Después que calló la voz, vieron que Jesús estaba solo. Ellos guardaron esto en secreto, y por entonces no contaron a nadie lo que habían visto.


Comentario misionero
- La misión no es ‘solo’ acción, más bien es ante que todo, contemplación, encuentro con el Dios de la historia.  Misión y contemplación no están en contraposición, sino más bien son una la origen y el completamiento de la otra.
- Sin embargo no podemos pensar que nuestro compromiso cristiano se ‘reduce’ a esto.  Encontrarnos con Jesús, contemplarle en su luz, percibir, por un poco, su realidad que va más allá de la historia y del tiempo, no pueden ni deben alejarnos de la gente.  Jesús nos devuelve constantemente hacia los demás.  Escucharle significa ponerse en camino detrás de Él.
- … y no escoger nunca el camino fácil de lo impactante, de las grandes puestas en escena.  “Ellos no contaron a nadie lo que habían visto”, solo podrán contar lo que han visto, después de verle (de lejos) colgado en la cruz y encontrarle resucitado.


* Señor, estamos sobrados de ocupaciones, y nos faltan acciones que transformen de verdad.
* Señor, estamos sobrados de palabras, y nos falta comunicarnos y entendernos.
* Señor, estamos sobrados de ruidos y alborotos, y nos falta oír y entender las llamadas de los otros.
* Señor, estamos sobrados de risas y pamplinas, y nos falta sentir una alegría permanente.
* Señor, estamos sobrados de penas y dramas televisivos, y nos falta encontrarnos de verdad con la tristeza del vecino.
* Señor, estamos sobrados de que nos utilicen, y nos falta ser nosotros mismos.


"Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios. La primera respuesta es precisamente la fe, acoger llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos precede y nos reclama. Y el «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo, Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (cf. Ga 2,20).
… La fe es conocer la verdad y adherirse a ella (cf. 1 Tm 2,4); la caridad es «caminar» en la verdad (cf. Ef 4,15). Con la fe se entra en la amistad con el Señor; con la caridad se vive y se cultiva esta amistad (cf. Jn 15,14s).
… La fe nos lleva a reconocer los dones que el Dios bueno y generoso nos encomienda; la caridad hace que fructifiquen (cf. Mt 25,14-30)."
(Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2013)

Silencio meditativo

“Estoy ahí fuera”
Érase una vez una mujer muy devota, llena de amor a Dios. Solía ir a la iglesia todas las mañanas, y por el camino solían acosarla los niños y los mendigos, pero ella iba tan absorta en sus devociones que ni siquiera los veía.
Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a la iglesia en el preciso momento en que iba a empezar el culto. Empujó la puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con más fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con llave.
Afligida por no haber podido asistir al culto por primera vez en muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba ... y justamente allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con una chincheta.
La nota decía: «Estoy ahí fuera».
Anthony de Mello

Oraciones y peticiones espontáneas
Oración final
Oigo en mi corazón: «Busca mi rostro».
Tu rostro quiero buscar, Señor; el que
muestras en cada uno de los hombres
y mujeres con los que hoy construyo y
comparto mi vida.


Que tu Espíritu me dé las luces necesarias
para que mis ojos sepan descubrirte
allí donde te manifiestas, y el amor
indispensable para que mi corazón sepa
acogerte sin reservas. Amén.

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