miércoles, 13 de febrero de 2013

Oración misionera, 17 de febrero

DOMINGO 1º de Cuaresma

Oración inicial
 
¡Señor!
Cuando me encierro en mí,
no existe nada:
ni tu cielo, ni tus montes,
ni tus vientos, ni tus mares;
ni tu sol,
ni la lluvia de estrellas.
Ni existen los demás
ni existes Tú,
ni existo yo.
A fuerza de pensarme, me destruyo.
Y una oscura soledad me envuelve,
y no veo nada
y no oigo nada.
Cúrame, Señor, cúrame por dentro,
como a los ciegos, mudos y leprosos,
que te presentaban.
Yo me presento.
Cúrame el corazón, de donde sale,
lo que otros padecen
y donde llevo mudo y reprimido
el amor tuyo, que les debo.
Despiértame, Señor,
de este coma profundo,
que es amarme por encima de todo.
Que yo vuelva a ver
a verte, a verles,
a ver tus cosas
a ver tu vida,
a ver tus hijos....
Y que empiece a hablar,
como los niños,
-balbuceando-,
las dos palabras más redondas
de la vida:
¡PADRE NUESTRO!
(Ignacio Iglesias)
 
Acción de gracias por la semana transcurrida

Volvemos al tiempo de Cuaresma.  Una vez más.
Agradezco a Dios este tiempo en el cual se me invita a volver a ‘enamorarme’ de Él en los demás.  ¿Dónde y en quien lo he encontrando a lo largo de la semana que ha transcurrido?
 

 Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,1-13):

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: - Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le contestó: - Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre».

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: - Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo. Jesús le contestó: - Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto».

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: - Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras».
Jesús le contestó: - Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios».

Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Comentario misionero

¿A quién has venido a encontrar? Es lo que parece que le está queriendo preguntar el tentador a Jesús en el evangelio de hoy. ¿A alguien que puedes manejar a tu antojo? ¿A alguien que puedes dominar? ¿A alguien que puedes someter a tu voluntad?
Realmente en el evangelio de hoy se ponen de manifiesto dos modos de entender a Dios. Por una parte, el tentador le propone a Jesús un Dios manejable, fácil de torear, que se puede manipular. Un Dios así entendido no añade nada a nuestra vida. En realidad podemos vivir igual que si no tuviéramos Dios. Porque no nos aporta nada. Nuestra vida no lo nota.
Sin embargo, Jesús rechaza esta forma de entender a Dios que le propone el tentador. Jesús se da cuenta de que la mejor manera de relacionarse con Dios no es reducirlo a nuestros intereses, sino dejar que entre en nuestra vida con su presencia, con su fuerza, con su amor. Y dejarnos llevar por él. De este modo, nuestra vida se ve enriquecida, renovada e, incluso, transformada.
Por eso el evangelio de hoy nos devuelve a nosotros la misma pregunta: cuando abres el evangelio, ¿a quién has venido a encontrar? Hoy tienes una oportunidad para responderte.

(cf. Cuaresma 2013, Conferencia Marista de España-SED)


Para encontrar a Dios hay que salir fuera, dejar nuestras seguridades,  No utilizar la creación, y desde luego los demás, valorándoles solo en la medida que nos sirven.

El encuentro con las sequedades y las dificultades (las piedras ...), el conocimiento, la cultura, la capacidad de ver y entender el mundo, hasta nuestra fe, sobre todo nuestra fe, tienen que llevarnos a encontrar los demás, y hacernos pan, agua, vida para los demás.

"Todo parte de la humilde aceptación de la fe («saber que Dios nos ama»), pero debe llegar a la verdad de la caridad («saber amar a Dios y al prójimo»), que permanece para siempre, como cumplimiento de todas las virtudes (cf. 1 Co 13,13)".
(Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2013) 
 
Silencio meditativo

Oraciones y peticiones espontáneas

Oración final


Me dicen que triunfe a toda costa,
que pise fuerte, sin vacilar jamás,
mostrando siempre dominio
de las situaciones, de las gentes,
de mí mismo.
Me dicen que escriba mi nombre
con letras hermosas en tarjeta noble,
que la impresión es lo que cuenta
y hay que lucir estilo,
títulos, rango y riqueza.
Me dicen que me cerciore
de tener todo bien atado,
de asegurar el futuro,
de dominar el presente,
para así vivir al límite.
Pero llegas tú y te ríes de esos consejos,
y me dices que, desde arriba,
no se ve a las personas,
que escriba mi nombre
en las horas regaladas,
en las puertas abiertas de mi vida,
en las manos ofrecidas
para apoyar al próximo.
Llegas tú y descolocas mi orden,
y me dices que salte al vacío.
Y me recuerdas que es en los sencillos,
los mansos, los pequeños y los pobres
donde está la Vida sin límite.

[José María Rodríguez Olaizola]

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Encuentra otro material de Curesma en la pagina de los Hermanos Marianistas "40 Días con los 40 Últimos".

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