domingo, 19 de abril de 2009

Crisis. Pascua de Sucina

LA CRISIS A NIVEL SOCIAL
(reflexión para el jueves santo en la Pascua de Sucina)

La crisis no parece un tema propio para Semana Santa. Pero es nuestra realidad, la palabra que más ha sonado en lo que llevamos de año (noticias, publicidad…) y según la entendamos, también la Semana Santa es la celebración de una crisis vital… Pero vamos por partes, ante todo, ¿qué entendemos por crisis?

La palabra crisis se suele relacionar con fracaso, desastre… Originariamente la palabra crisis significa juicio, decisión. Según el diccionario es un momento decisivo, o un proceso de profundas transformaciones, así que el significado de esta palabra no es únicamente negativo.

Si la crisis es un momento decisivo, entonces puede ser una gran oportunidad y a la vez conlleva el riesgo de equivocarse. Para preparar este día he puesto en el buscador las palabras “crisis” y “oportunidad” y me he encontrado con muchas páginas que hablan de ambas cosas. Mi sorpresa ha sido que muchas de ellas eran páginas de marketing comercial… Entre otras cosas, he aprendido gracias a los Simpson que en chino las palabras “crisis” y “oportunidad” se dicen igual.

Esto de la crisis como decisión recuerda a Moisés ante la zarza ardiendo y las palabras que escucha: “descálzate, porque la tierra que pisas es terreno sagrado”. En tiempo de crisis cada paso que damos va precedido de un discernimiento y merece plena atención.

La que más escuchamos a nuestro alrededor es la crisis económica, y de hecho ahí están los datos: 3.600.000 parados, expedientes de regulación de empleo, las Caritas que han duplicado el número de familias que ayudan… No vamos a detenernos en el análisis de las causas de esta crisis ni en la lectura de lo que significa, entre otras cosas por la división de opiniones: para unos se trata del fin del sistema capitalista mientras que para otros se trata de un reajuste para reforzar ese sistema; para unos la respuesta ahora es la austeridad, mientras que para otros es el consumir más…

Pero mirando más profundamente, me atrevo a hablar de tres crisis de base:

1º Crisis ética.
Parece que, teniendo de todo, todo nos está permitido.
En economía, como en otros ámbitos, parecía que todo valía porque la máxima aspiración era el lucro (estafas, burbuja inmobiliaria…).

2º Crisis ecológica.
Hemos vivido más allá de las posibilidades del planeta. Toda la población no puede vivir al ritmo de vida occidental porque el planeta no ofrece recursos para todos.

3º Crisis de la solidaridad.
Hay países en nuestro mundo que llevan siglos en crisis.
Mirando únicamente a nuestro país, parece que no todos están dispuestos a soportar las consecuencias de la crisis por igual. Aunque es una crisis global, no está afectando a todos por igual.
Y entonces, sabiendo que nosotros no tenemos en nuestra mano los recursos para resolver la crisis de forma constructiva a nivel mundial, pero sí que estamos llamados a echar una mano en nuestro entorno y proponer caminos de esperanza, ¿qué podemos hacer? Incluyo aquí las 10 propuestas hechas por Monseñor Antonio Ceballos, obispo de Cádiz y Ceuta, en su carta pastoral para la Cuaresma del 2009:

1º Revisar nuestra vida personal en esta Cuaresma sobre nuestros descontroles: egoísmo, avaricia, codicia, deseos de aparentar, deseos de poseer cosas y la falta de vida sobria y sencilla. Esto lo podemos hacer personalmente o dentro de nuestros grupos de formación.

2º Conocer y saber lo que es pasar por la situación económica y de paro en las familias sin trabajo, jóvenes sin empleo ni esperanza, barrios marginados que carecen de casi todo lo necesario, promoviendo una adecuada toma de conciencia por parte de la comunidad cristiana que nos lleve a una actitud de solidaridad cristiana.

3º Atender, de manera especial, a las familias emigrantes. Y, para todos, crear unos espacios de atención y seguimiento para que entre todos se puedan encontrar soluciones conjuntas. Os propongo, con todo cariño, y sé que se hace, intensificar el acompañamiento de las personas y las de familias que vengan en busca de nuestra ayuda.

4º Recortar, por parte de los empresarios cristianos y de buena voluntad, las ganancias económicas en favor de mantener los puestos de trabajo, evitando los despidos. Es el momento de una justa negociación.

5º Entregar, empezando por mí, los sacerdotes, religiosos, religiosas y todos los cristianos de la diócesis, el 10% (el diezmo) de nuestro salario a Caritas Diocesana para los afectados por la crisis. Al menos podría hacerse esta acción durante toda la Cuaresma como limosna penitencial. Consumir menos para que otros puedan consumir.

6º Pongamos atención a las informaciones y propuestas que durante todo este tiempo de la crisis nos haga Caritas Diocesana que será la que distribuya entre las caritas parroquiales más necesitadas lo que generosamente vayamos entregando. Caritas nos indicará la forma más efectiva de hacerlo. Es fundamental la coordinación.

7º Pero no basta con las acciones personales, también debemos tomar conciencia de esta situación en nuestras instituciones diocesanas. Por esto pido a las parroquias, a las hermandades y cofradías, a las delegaciones y secretariados, a las comunidades neocatecumenales y carismáticas, a los movimientos y asociaciones que, de sus propios ingresos, hagan también un signo visible de solidaridad y sobriedad. La Conferencia Episcopal Española ha distribuido entre las Caritas Diocesanas la cantidad de 2 millones de euros.

8º Concienciar, por parte de los párrocos y catequistas, a los que celebren algunos de los Sacramentos para que sean sobrios tanto en el momento de la celebración litúrgica como en la fiesta que, con tal motivo, se suele realizar.

9º Volver a releer en los grupos algunos textos de la Doctrina Social de la Iglesia para replantearnos los valores cristianos que siempre, pero ahora más, deberíamos tener presentes.

10º Hacer oraciones en la Eucaristía, en las celebraciones litúrgicas y en la catequesis de los niños, para que Dios inspire a los gobernantes y ayude a todos los hombres y mujeres a encontrar las justas soluciones al problema de la crisis económica y social.

Sin negar el valor de estas propuestas, vemos que se quedan más en un nivel de aliviar el sufrimiento de quienes ya están padeciendo la crisis, pero menos en el nivel de denuncia de las causas injustas que han llevado a la crisis y en el de creación de nuevas estructuras. Sin duda hay más acciones posibles que están a nuestro alcance y podemos iniciar o reforzar ¿Se te ocurren otras? ¿Cuáles?
Y también resulta importante conocer lo que ya algunas personas han hecho ¿Conoces casos concretos de personas que han demostrado su solidaridad durante esta crisis?

Jueves Santo es el día del amor fraterno. Jesús prepara una mesa ante nosotros. En esa mesa todos estamos sentados en plano de igualdad. Nos escandalizaría ver una mesa en la que unos están sentados encima de la mesa, otros debajo de ella… Desde luego, no sería la situación mejor para compartir lo que hay como comida, nos revelaría una mesa dividida y no una mesa fraterna.

Sin embargo, el centro de la reunión y el punto de referencia, Jesús, se va a poner a los pies de los otros comensales en un momento de esa comida para lavarles los pies. Y va a pedir a los suyos hacer lo mismo. Siguiendo lo que el mismo Jesús dice en otro momento: “¿Quién es el más importante, el que está a la mesa o el que sirve? Sin duda el que está a la mesa. Pues bien, yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”.
En esa mesa no van a comer unos más que otros, todos van a quedar saciados porque es una mesa de fiesta. Y a demás de la comida en sí, va a estar también ese compartir algo más profundo: la vida de Jesús entregada por amor.

Esa mesa Jesús la prepara para todos, incluidos aquellos que ya han preparado su traición. No es la mesa de los mejores, sino la mesa de quienes han seguido a Jesús y están cerca de él en ese momento. El criterio para poder participar en esa mesa, compartir el pan y el vino y recibir el lavado de los pies no es un juicio moral, sino el valor supremo del amor.

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