martes, 5 de agosto de 2014

Ya se terminó ...

El primer campo de trabajo en Ceuta, de los tres que tenemos organizados, se ha terminado.  Desde luego se trató de un campo un poco 'particular' puesto que teníamos jóvenes desde los ... 10 años y hasta los ... 83.  Pero todo muy bien.  Alguna tensión, pero es normal.  Con algunos nos hemos conocido en el puerto de Ceuta (!!!).  Ah : hablando de Ceuta, mejor que demos enseguida las gracias a todas/os (Maite, Salvador, José Manuel, Juan José, Pedro, Antonio, Carlos, ...) que nos han acogido muy, pero muy bien, y nos han acompañado en estos días.  Desde, en primer lugar el Centro San Antonio, al CETI y la parroquia de Tetuán (donde hemos pasado dos días) hemos podido vivir la fraternidad, la belleza y la dificultad de encontrarse y encontrar gente que viene de muy lejos y de compartir con ellas/os, en la medida de lo posíble, sus sueños y sus esperanzas.
En el patio de la parroquia de Tetuán
Aquí a lado nos véis (Morgana, Lucia, Laura, Irazú, Begoña, Teresa, María José, Juan Miguel, Antonio, Eloy, Paulino y Gigi) junto a las/os de Tetúan.  Falta una del grupo (Máría - a lado en una foto del campo 2013)
que ya estaba de viaje hacia Timor por otro periodo de voluntariado.  Ya véis que, unos como otros ... no paramos.

Hasta el año que viene.  Por supuesto quedáis invitadas/os.  Os dejamos con la hoja/recuerdo que nos hemos llevado del campo. El poema (en una traducción no tan mala de Gigi) es de esos que te llegan por ahí por internet y te dices "¡merece la pena!".


Jesús quiere que toquemos la miseria humana,
que toquemos la carne sufriente de los demás.


Espera que renunciemos a buscar esos
cobertizos personales o comunitarios
que nos permiten mantenernos a distancia
del nudo de la tormenta humana,


para que aceptemos de verdad
entrar en contacto con la existencia concreta de los otros
y conozcamos la fuerza de la ternura.


Cuando lo hacemos,
la vida siempre se nos complica maravillosamente
y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo,
la experiencia de pertenecer a un pueblo.


(Papa Francisco, Evangelii Gaudium, nº 270)

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