lunes, 17 de diciembre de 2012

Navidad en julio

Maite participó en la experiencia misionera del mes de julio en la misión de Santa Cruz (Méjico), desarrollada en concreto en las comunidades de Zohuala y La Laja. Han pasado meses y esa experiencia se va decantando, como lo muestra este testimonio.
Maite (con la guitarra) en La Laja
Desde el día 12 de diciembre en que pasé la hoja del calendario y vi que era el día de la Virgen de Guadalupe, no he dejado de pensar en Zohuala y en La Laja.
He recordado que para ellos estas fechas son las mejores de todo el año, porque los que están fuera, esos por los que quienes sin conocerlos, rezamos en la oración que para algunas fue nuestro punto de inflexión en Méjico, vuelven.
Por aquí decimos que el Adviento es tiempo de esperanza y de espera. Ellos esperan durante todo un año a que los suyos regresen igual que al mismo tiempo esperan que el Niño nazca.
Ayer estuve de retiro en la parroquia y rezando por la llegada de la Navidad, me di cuenta de que debía escuchar la voz de Dios,  tenía que salir al desierto y esperar allí a que el Niño naciese. Esperar en mi desierto. Pero también entendí que el camino para llegar a ese desierto puede ser allanado y quien lo allana son personas a las cuales no esperamos y están ahí. Y sales del desierto y se abre una puerta y entras y a la vez tú abres otra puerta y llega el Niño y busca casa y allí estas tú y eso significa Navidad.
¿Con esto qué os quiero decir? Que creo que en Zohuala y en La Laja, aunque fuese el mes de Julio, vivimos la Navidad sin saberlo.
Salimos de nuestras casas de nuestro país, escuchamos la voz de Dios, encontramos un pueblo que nos allanó el camino y la estancia en sus comunidades. Nos abrieron una puerta y yo personalmente entré y abrí la mía, quizás ya, al final sí, cuando la palabra NUNCA empezó a resonar en mi cabeza, pero la abrí y salí de mi desierto personal, ese que se llama MIEDO A LA SOLEDAD.
Reflexionando ayer me di cuenta que en Julio en Méjico fue Navidad.
Ahora me acuerdo de ellos y me preparo de nuevo para recibir al Niño y celebrar la Navidad. Sé que lo que  os acabo de decir suena lioso y a una comedura de tarro mía, pero os invito a que leáis a Isaías 41, 8-11; 43, 1-4; Lucas 3,1-6; Lucas 1, 39-45 y Mateo 3, 1-12.
A ver si todo esto no es más que una comedura de tarro...
FELIZ NAVIDAD
Maite

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