lunes, 26 de marzo de 2012

Lectura misionera de la Biblia, Moisés (4) Pascua y paso del mar

TEXTO BÍBLICO (Éxodo 12,1-14.31-33.14,5-15,2)

12 1 Luego el Señor dijo a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto:
2 Este mes será para vosotros el mes inicial, el primero de los meses del año. 3Decid a toda la comunidad de Israel: El diez de este mes, consiga cada uno un animal del ganado menor, uno para cada familia. 4 Si la familia es demasiado reducida para consumir un animal entero, se unirá con la del vecino que viva más cerca de su casa. En la elección del animal tened en cuenta, además del número de comensales, lo que cada uno come habitualmente. 5Elegid un animal sin ningún defecto, macho y de un año; podrá ser cordero o cabrito. 6 Deberéis guardarlo hasta el catorce de este mes, y a la hora del crepúsculo, lo inmolará toda la asamblea de la comunidad de Israel. 7 Después tomaréis un poco de su sangre y marcaréis con ella los dos postes y el dintel de la puerta de las casas donde lo comáis. 8 Y esa misma noche comeréis la carne asada al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas. 9 No la comeréis cruda ni hervida, sino asada al fuego; comeréis también la cabeza, las patas y las entrañas. 10 No dejaréis nada para la mañana siguiente, y lo que sobre, lo quemaréis al amanecer. 11Deberéis comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. Y lo comeréis rápidamente: es la Pascua del Señor.
12 Esa noche yo pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. 13 La sangre os servirá de señal para indicar las casas donde estáis. Al verla, yo pasaré de largo, y así os libraréis del golpe del Exterminador, cuando yo castigue al país de Egipto.14Este será para vosotros un día memorable y deberéis solemnizarlo con una fiesta en honor del Señor. Lo celebraréis a lo largo de las generaciones como una institución perpetua.

31 Esa misma noche, el Faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: “Salid inmediatamente de en medio de mi pueblo, vosotros y todos los israelitas, y marchad a dar culto al Señor, como lo habéis pedido. 32 Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacas, puesto que así lo queréis, y marchaos. Implorad una bendición también para mí”. 33 Los egipcios, por su parte, urgían al pueblo para obligarlo a salir del país lo antes posible, porque decían: “De lo contrario, todos moriremos”.

145 Cuando informaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el Faraón y sus servidores cambiaron de idea con respecto al pueblo, y exclamaron: “¿Qué hemos hecho? Dejando partir a Israel, nos veremos privados de sus servicios”.
6 Entonces el Faraón hizo enganchar su carro de guerra y alistó sus tropas. 7Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, con tres hombres en cada uno. 8 El Señor endureció el corazón del Faraón, el rey de Egipto, y este se lanzó en persecución de los israelitas, mientras ellos salían triunfalmente. 9 Los egipcios los persiguieron con los caballos y los carros de guerra del Faraón, los conductores de los carros y todo su ejército; y los alcanzaron cuando estaban acampados junto al mar.
10 Cuando el Faraón ya estaba cerca, los israelitas levantaron los ojos y, al ver que los egipcios avanzaban detrás de ellos, se llenaron de pánico e invocaron a gritos al Señor. 11 Y dijeron a Moisés: “¿No había tumbas en Egipto para que nos trajeras a morir en el desierto? ¿Qué favor nos has hecho sacándonos de allí? 12 Ya te lo decíamos cuando estábamos en Egipto: ‘¡Déjanos tranquilos! Queremos servir a los egipcios, porque más vale estar al servicio de ellos que morir en el desierto’”. 13 Moisés respondió al pueblo: “¡No temáis! Manteneos firmes, porque hoy mismo vais a ver lo que hará el Señor para salvaros. A esos egipcios que estáis viendo hoy, nunca más los volveréis a ver. 14 El Señor combatirá por vosotros, sin que tengáis que preocuparos por nada”.
15 Después el Señor dijo a Moisés: “¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. 16 Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie. 17 Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán en el mar detrás de los israelitas. Así me cubriré de gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus carros y de sus guerreros. 18 Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus guerreros”.
19 El Ángel de Dios, que avanzaba al frente del campamento de Israel, retrocedió hasta colocarse detrás de ellos; y la columna de nube se desplazó también de adelante hacia atrás, 20 interponiéndose entre el campamento egipcio y el de Israel. La nube era tenebrosa para unos, mientras que para los otros iluminaba la noche, de manera que en toda la noche no pudieron acercarse los unos a los otros.
21 Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra seca. Las aguas se abrieron, 22y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla a derecha e izquierda. 23 Los egipcios los persiguieron, y toda la caballería del Faraón, sus carros y sus guerreros, entraron detrás de ellos en medio del mar. 24 Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas egipcias desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos. 25 Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra, haciendo que avanzaran con dificultad. Los egipcios exclamaron: “Huyamos de Israel, porque el Señor combate en favor de ellos contra Egipto”.
26 El Señor dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros”. 27 Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron con las aguas, y el Señor los hundió en el mar. 28 Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército del Faraón que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni uno solo se salvó. 29 Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda.
30 Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los egipcios. Israel vio los cadáveres de los egipcios que yacían a la orilla del mar, 31 y fue testigo de la hazaña que el Señor realizó contra Egipto. El pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés, su servidor.
15 1 Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor:
“Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria:
él hundió en el mar los caballos y los carros.
2 El Señor es mi fuerza y mi protección,
él me salvó.

COMENTARIO BÍBLICO

Hay discusión sobre lo que la palabra hebrea pesah (de ahí viene nuestra “Pascua”) significa: aplacar, golpe… En la lectura popular de la Biblia se le da el sentido de “salto”, porque Dios va a “pasar de largo” antes las casas marcadas con sangre.

En el relato bíblico y en el marco del gran acontecimiento de la liberación del pueblo de Dios confluyen dos fiestas muy antiguas, anteriores a la salida de Egipto. Por una parte, la pascua era una fiesta nómada de primavera en donde lo importante era la sangre, que aseguraba la fecundidad de los rebaños y que untada en los piquetes de las tiendas ahuyentaba a las potencias hostiles. Por otra parte, la fiesta del pan sin levadura tiene origen agrícola cananeo y señalaba el comienzo de la recolección de la cebada. Durante siete días se comía pan sin levadura y se ofrecían los primeros frutos de la cosecha.

El capítulo 12 da detalles para la celebración de la fiesta según el sentido y la mentalidad judía.

La muerte de los primogénitos (10ª plaga) se cree que históricamente pudo ser una peste. Los egipcios se apresuran a autorizar la salida de los hebreos y les dan oro, plata y ropas como signo de reconocimiento del poder del Dios que les guía.

No hay unanimidad entre los autores sobre el camino recorrido por los hebreos en su éxodo porque las indicaciones de lugares son imprecisas. Lo que sí parece claro es que dan un rodeo para evitar los caminos más cortos y más frecuentados pero a la vez más llenos de soldados.

La mención del Mar Rojo es una traducción errónea. La expresión bíblica traducida literalmente significa “mar de las cañas”. Textos antiguos indican que había dos concentraciones de agua cerca de la ciudad de Ramsés: el “agua de Horus” y el “pantano de los papiros”, que probablemente sea el que nos interesa. No sabemos su localización exacta.

Tampoco hay unanimidad en el cálculo de personas que salieron de Egipto. En la traducción bíblica dice que fueron 600.000 hombres (sumados a sus mujeres e hijos, unos 3 millones, lo que evidentemente es una exageración).

Los israelitas permanecieron 430 años en Egipto según la Biblia, lo que podría ser verosímil, y entonces la fecha del éxodo podría situarse en el 1290 a.C., poco después de la subida al trono de Ramsés II.

Todas las fuentes coinciden en el hecho histórico fundamental de la liberación de Israel, pero en la Biblia junto a los elementos básicos aparecen muchos “adornos” (la muralla formada por las aguas a derecha e izquierda, por ejemplo). Los autores modernos están generalmente de acuerdo en que la providencia divina se sirvió de una serie de fenómenos naturales.

Se cree que el relato del Éxodo fue utilizado originariamente como narración cultual destinada a ser leída durante la liturgia de la Pascua. Como la finalidad de esa liturgia era glorificar a Dios se entiende que se subraye su intervención.

Los egipcios cambian de actitud ante los hebreos porque su partida supone una grave pérdida. La muerte de todos los egipcios que persiguen a los hebreos parece más bien un recurso literario épico.

El episodio del mar de las Cañas intenta hacer consciente al pueblo de la especial intervención divina en su favor y por eso este paso del mar será recordado muchas veces a lo largo de la Biblia.

El canto en honor del Señor está datado en el siglo XIII y es, junto al canto de Débora (Jueces 5) el ejemplo más antiguo de la poesía hebrea.

COMENTARIO MISIONERO

Ante todo nos horroriza en este texto esa imagen de un Dios que mata. Y menos mal que esta imagen nos horroriza, porque también le horrorizaba a Jesús, a partir de quien leemos toda la Biblia. Nos dan miedo los fanatismos religiosos porque separan y porque no se detienen ante el uso de medios violentos. Hay un peligro para todo pueblo que se siente elegido y es el de excluir a los demás. Reconocemos que nosotros cristianos también tenemos nuestros fanáticos. Recientemente en nuestro vídeo fórum hemos proyectado la película “De dioses y hombres”, perfecto ejemplo de cómo la religión puede ser un vínculo de unión, de convivencia, de construcción de una sociedad armónica. La guerra en nombre de Dios es un sinsentido.

Estamos a las puertas de la Semana Santa y estos pasajes van a cobrar doble valor en este contexto. La muerte de los primogénitos “la celebraremos como institución perpetua”, y de hecho lo hacemos con la muerte del Primogénito, Jesús, quien existía antes de todo y en quien todo fue creado, y además el primero en nacer de la muerte. Tanto en la escena de los primogénitos como en el paso del mar Dios es responsable de la muerte de los egipcios. Ese Dios que mata pasa a ser el Dios que es matado en la cruz. Y ese pueblo oprimido que aparece tan pacífico y noviolento, incluido Moisés que no vuelve a su inicial práctica violenta, pedirá a gritos la muerte de Jesús.

Dios tiende a salvar a todos y está con todos, pero tiene sus preferidos: por una parte, los pobres y los humildes (los hebreos son elegidos por ser un pueblo esclavo y pequeño y que aparece desarmado); por otra parte, los perdidos (conocemos personas que desde su sufrimiento se están acercando a Dios); y añadimos también a los que se ponen en camino y arriesgan. Precisamente porque este pueblo se pone en marcha descubre el favor de Dios que le abre puertas donde no las había. Como dijo alguien, “las puertas del misterio se abren desde dentro”. A ellos las cosas les salen bien y creen más ¿Y cuando el éxito no acompaña nuestras empresas y todo nos salen mal? Dios no nos garantiza el éxito (“dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia”, parece que tendría que ser “dichosos los que logran la justicia”…). Ante las dificultades, ¿nuestra fe se hunde y nos entra el pánico? La respuesta de Dios seguro que es la de la Biblia: “¿Por qué esos gritos?”

Sí, Dios tiende a salvar a todos, y a partir de ahí nos corresponde a nosotros elegir dónde queremos estar y al lado de quién ponernos cuando surgen conflictos (por ejemplo la inminente huelga general).

Nuestra mayor riqueza es creer, es la fe. De hecho, el pueblo egipcio cuando ve el poder de Dios reconoce su grandeza y deja salir a los hebreos, pero cuando vuelve la mirada al aspecto material y se da cuenta de la pérdida que esa salida supone cambia de opinión. Nos complicamos la vida sobre lo que Dios quiere de nosotros. A veces sabemos muy bien el camino que Dios quiere para nosotros, pero nos entra miedo…

Dios entiende del mundo y de la historia, alienta y promueve los valores humanos. Jesús lleva esos valores a su plenitud. Podemos y debemos colaborar por un mundo mejor con personas de otros credos o declarados no creyentes. La diferencia es que nosotros tenemos esperanza y podemos sustentar esa búsqueda de un mundo mejor en Dios. Importancia del testimonio, de la alegría: Dios combate con nosotros, no nos preocupemos de nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario