martes, 12 de marzo de 2013

Oración misionera, 17 de marzo


Oración inicial

Dar la espalda a lo muerto
porque tu,
tu puedes hacer que brote de nuevo la vida.

Algo difícil, Señor,
no hay nada que podamos imitar de verdad,
nada que nos ayude a creer de verdad.

Te lo dejamos a ti :
tu conoces la muerte y, en tu resurrección,
tu eres el maestro de lo imposible.

Frère Martin, Keur Mariama (Sénégal)

Evangelio : san Juan 8,1-11

Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a Él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron.
-Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
-El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
-Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?
Ella contestó:
-Ninguno, Señor.
Jesús dijo:
-Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.

Profundización (cf. hoja de las Comunidades Cristianas de Base de Murcia)

- Jesús no soporta la hipocresía social alimentada por la prepotencia de los varones. Aquella sentencia a muerte no viene de Dios. Con sencillez y audacia admirables, introduce al mismo tiempo verdad, justicia y compasión en el juicio a la adúltera: «el que esté sin pecado, que arroje la primera piedra». Los acusadores se retiran avergonzados. Entonces Jesús se dirige a la mujer que acaba de escapar de la ejecución y, con ternura y respeto grande, le dice: «Tampoco yo te condeno». Luego, la anima a que su perdón se convierta en punto de partida de una vida nueva: «Anda, y en adelante no peques más».  La misión es bien esto : experimentar la misericordia, el perdón, la vida, la verdad de Dios, su Palabra en definitiva, e ir por los caminos del mundo a anunciarla.

- Curar, dignificar, humanizar: Esas son las grandes tareas de la evangelización si se quiere evangelizar al estilo de Jesús. Curar toda necesidad sin preguntar el origen de esas heridas; dignificar no tanto dando la divinidad, que nunca se pierde, sino trabajando porque se reconozca. Humanizar hasta hacer de toda persona un «hijo del altísimo», una persona plena. Se dice que el amor a la persona es mandamiento similar al del amor del Padre. Con una carga sobre aquel en todo el Evangelio que trata de ser un camino de amor entre las personas. Construir la buena relación es la manera mejor de humanizar y, por ende, de evangelizar.

- La resistencia de la mujer contra su exclusión encuentra también eco en Jesús. He aquí algunos episodios de la acogida que Jesús les daba:
* La prostituta: Jesús la acoge y defiende contra el fariseo (Lc 7,36-50).
* La mujer encorvada; Jesús la defiende contra el jefe de la sinagoga (Lc 13,10-17).
* La mujer considerada impura es acogida sin ser censurada y es curada (Mt 5,25-34).
* La samaritana, considerada como hereje, es la primera en recibir el secreto de que Jesús es el Mesías (Jn 4,26).
* La mujer extranjera es ayudada por Jesús y ésta le ayuda a descubrir su misión (Mc 7, 24-30).
* Las madres con los niños, rechazadas por los discípulos, son acogidas por Jesús (Mt 19,13-15).
* Las mujeres son las primeras en experimentar la presencia de Jesús resucitado (Mt 28,9-10; Jn 20,16-18).

Silencio meditativo

Reflexiones y oración compartidas

Oración final

Tus dibujos en el suelo han tenido un efecto sorprendente: el círculo moralista y acusador se ha roto y, a solas contigo, por primera vez, me he sentido libre.

Tus dibujos en el suelo han sido el primer espejo no engañoso que me ha hecho ver mi rostro triste, mi ser pobre y vacilante, mis miedos de siempre.

Tus dibujos en el suelo han creado un silencio penetrante, pues han puesto al descubierto la trágica parodia que vivimos cuando nos creemos diferentes.

Tus dibujos en el suelo me han devuelto la dignidad perdida, cuando tu dedo suave y firme, con el polvo de siempre y mis lágrimas perdidas, ha plasmado mi nuevo rostro sonriente.

Después te has incorporado, serenamente has mirado mis ojos, me has besado como nadie y has dicho al aire: Vete y vive; ya sabes. Y yo no me he atrevido a abrazarte.

Pero llevo tus dibujos del suelo tatuados en mi piel para siempre.

Ulibarri, Fl.

 

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