lunes, 28 de febrero de 2011

LECTURA MISIONERA DE LA BIBLIA, ABRAHAM 1

Una vez al mes un grupito de personas nos reuniremos en nuestra casa de Murcia para una lectura misionera de la Biblia. Tras ese encuentro, colgaremos en este blog el texto leído, el comentario bíblico y el resultado de nuestro compartir.

“SAL DE TU TIERRA” Y PROMESA DE DIOS

TEXTOS DEL GÉNESIS

Yahvé dijo a Abram: “Vete de tu tierra y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que Yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nom-bre; y sé tú una bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra”.

Marchó, pues, Abram, como se lo había dicho a Yahvé, y con él marchó Lot. Tenía Abram setenta y cinco años cuando salió de Jarán. Tomo Abraham a Saray, su mujer y a Lot hijo de su hermano, con toda la hacienda que habían logrado, y el personal que habían adqui-rido en Jarán y salieron para dirigirse a Canán.

Llegaron a Canán y Abraham atravesó el país hasta el lugar sagrado de Siquem, hasta la encina de Moré. Por entonces estaban los cananeos en el país. Yahvé se apareció a Abram y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra”. Entonces él edifico allí un altar a Yahvé que se le había aparecido." (Gen12,1-7)

Yahvé dirigió su palabra a Abram en una visión, y le dijo: «No temas, Abram, yo soy tu escudo. Tu recompensa será muy grande.»

Abram respondió: «Señor Yahvé, ¿qué me quieres dar? Soy un hombre sin hijos, y todo lo que poseo pasará a Eliezer de Damasco. Ya que no me diste descendencia, tendré por heredero a uno de mis sirvientes.»

Entonces le llegó una palabra de Yahvé: «Tu heredero no será Eliezer, sino un hijo tuyo, nacido de tu propia carne y sangre.»

Yahvé lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo y cuenta las estrellas, si puedes. Así será tu descendencia.»

Y creyó Abram a Yahvé, el que lo tuvo en adelante por un hombre justo. (Gen 15,1-6)

Tenía Abram noventa y nueve años, cuando se le apareció Yahvé y le dijo: «Yo soy el Dios de las Alturas. Camina en mi presencia y sé perfecto. Yo estableceré mi alianza con-tigo y te multiplicaré más y más.»

Abram cayó rostro en tierra, y Dios le habló así: «Esta es mi alianza que voy a pactar con-tigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. No te llamarás más Abram, sino Abra-ham, pues te tengo destinado a ser padre de una multitud de naciones. Te haré fecundo sin medida, de ti saldrán naciones y reyes, de generación en generación. Pacto mi alian-za contigo y con tu descendencia después de ti: ésta es una alianza eterna. Yo seré tu Dios y, después de ti, de tu descendencia. Les daré a ti y a tu descendencia futura la tie-rra de tus andanzas, es decir, toda la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré el Dios de los tuyos.» (Gen 17,1-8)

COMENTARIO BÍBLICO

Con la aparición de Abraham, el relato del Génesis toma una forma completamente nue-va. Desde el punto de vista de la historia de la salvación, comienza un nuevo período que se distingue por una intervención divina para reformar el curso de la historia. Un oscuro semita es llamado por Dios, y con su respuesta de fe comienza el despliegue del plan de Dios, que alcanzará su punto culminante en los acontecimientos del Éxodo y del Sinaí. La creciente “aversión hacia Dios” que se iba dando progresivamente en los primeros 11 capítulos del Génesis da lugar ahora a la “conversión a Dios”.

Génesis 12,1-7.

La vocación de Abraham tiene un aire dramático. La iniciativa es de Yahvé, no de Abra-ham. La primera exigencia es una renuncia completa al pasado pagano, representada en un creciente desarraigo personal. La segunda es la migración a la tierra elegida por Dios. La recompensa es una bendición divina que afecta a Abraham y a sus descendientes en una apertura universal. Esta promesa se convertirá en un tema dominante del Génesis.

La respuesta de Abraham es fáctica, no verbal. Siquem, una antigua ciudad cananea y santuario pagano, es el escenario de la primera teofanía.

Génesis 15,1-6.

Visión profética en la que se promete a Abraham una gran posteridad.

El don gratuito que Dios quiere hacer a Abraham es asociado a su fe. La costumbre por la que un esclavo adoptado pueda llegar a ser heredero pasa a segundo plano si nace un verdadero hijo.

La confianza de Abraham en la realización de la promesa no realizable por vía ordinaria le hace agradable a Dios. El sentido literal de la palabra “creer” es permanecer firme, acep-tar con seguridad el plan de Dios.

Génesis 17,1-8.

Dios se revela como “el sadday”, que por su etimología significa probablemente “Dios de la Montaña”, nombre mesopotámico.

Se subraya la respuesta religiosa y moral que la persona debe dar a Dios.

La acción de Abraham indica su aceptación. El contenido de este pacto unilateral es la promesa divina de una gran descendencia.

El cambio de nombre significa el cambio operado en el patriarca por la promesa: Abram (“el padre es exaltado” entendiendo por padre a Dios) se convierte en Abraham (“padre de una multitud”).

La “multitud de naciones” indica la extensión del reino de Dios a los no israelitas.

El nuevo tema de este pasaje es la extensión de la alianza a las generaciones sucesivas. La promesa de la tierra, ya mencionada antes, se expresa aquí con mayor solemnidad.

COMENTARIO MISIONERO

“Sal de tu tierra” geográfico, y al mismo tiempo existencial: sal de ti mismo, no te cierres a tu propia carne, amplia horizontes para conocerte a ti, las personas y el mundo que te ro-dean, y sobre todo conocer a Dios.

Dios repite su promesa infinidad de veces a Abraham, pero el cumplimiento de lo prometi-do ofrece sus dudas: de la multitud de pueblos Abraham solo verá un hijo de la promesa (Isaac); de la nueva tierra Abraham tendrá únicamente la de su tumba, prestada por la población en la que murió ¿Dios engañó a Abraham? Es que el mejor regalo que Dios le hizo a Abraham fue el camino, y en él la posibilidad de ir descubriendo el rostro de Dios. Resuena el poema “Ítaca” de Kavafis. Espiritualidad del camino, muy presente en la Biblia y sobre todo en Jesús.

Dios pone a prueba a Abraham ¿Está dispuesto a salir? La descripción de Abraham nos lo presenta anciano, y sobre todo confiado en Dios. Habrá tropiezos en el camino, pe-ro…adelante, porque lo que necesitamos para el camino es fe: Dios lo puede.

A pesar de las fatigas, Dios está con nosotros.

Resuena el texto del evangelio: “A quien mucho se le dio, mucho se le exigirá”.

“No tengas miedo y confía en mí”. Lo que más le gusta a Dios es la confianza. Pero nos cuesta fiarnos plenamente ¡En el camino se encuentran tantas adversidades! Dan ganas de volverse atrás. Parece que a Dios no le gusten las cosas fáciles, ni que tampoco nos motive a nosotros: las dificultades hacen apreciar matices de la vida. “Después de la amargura y después de la pena es cuando da la vida sus más bellos colores” (José Hie-rro). Y un convencimiento: “Todo lo que pasa es bueno”. Cuando las cosas pintan peor, ¿no será que Dios quiere que partamos de cero?

A veces vemos claro lo que tenemos que hacer, pero eso supone renunciar a otras opcio-nes más cómodas… y cuesta.

¿Para qué sirve la utopía? Precisamente para caminar. Nos resuena “El cuarto rey mago”, cuento hecho película: un rey mago llega tarde y va buscando toda su vida al Señor. Le toca ayudar a muchas personas en su camino y por eso llega siempre tarde. Hasta que protesta a Dios, siente haberse desviado del camino cuando en realidad estaba encon-trando a Dios en todas esas personas.

Clave en todo esto es la alianza: que Dios quiera establecer pactos con nosotros nos re-sulta sorprendente. La alianza la representamos físicamente con un anillo, que no tiene ni principio ni fin, como la alianza de Dios con nosotros.

“Ser perfecto” ¿Cómo nos lo puede pedir Dios? Y sin embargo caminando en esa direc-ción descubrimos infinidad de novedades ¿Cuál será la recompensa tras tanto camino? Pero esto resulta secundario, lo importante es la confianza que nos da saber que Él está.

Dios va ofreciendo cada vez más a Abraham. A Dios nadie le gana en generosidad, y su promesa se cumplirá. Lo importante es caminar cada día, con paciencia y perseverancia porque a veces la espera se hace larga.

“El sadday”, significa el Dios de la Montaña. Dios manifestado en lo más alto. Acercarse a Dios supone un esfuerzo personal para subir. Todo lo que es bueno requiere esfuerzo y sacrificio desde la confianza.

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