viernes, 7 de marzo de 2014

7 de marzo de 2014


viernes después de ceniza

Is 58,1-9a   Sal 50,3-19   Mt 9,14-15

 
El ayuno justo

 Palabra de Dios

 

«E

l ayuno que yo quiero es éste: que abras las prisiones injustas, que desates las correas del yugo, que dejes libres a los oprimidos, que acabes con todas las tiranías, que compartas tu pan con el hambriento, que albergues a los pobres sin techo, que proporciones vestido al desnudo y que no te desentiendas de tus semejantes…».  (Isaías 58,6-7)

Reflexión

     En el buzón de nuestra vida hay siempre una carta de recomendación: son nuestras obras, las atenciones que tenemos hacia nuestros hermanos. Debemos pedir con insistencia al Padre que nos dé un verdadero corazón humano, abierto para poder comprender la pobreza de la gente, su miedo y su tristeza, el llanto del que vive solo…, para no transformar nuestro ayuno y nuestra mortificación en un simple juego.


«El tiempo de Cuaresma y, en particular, cada viernes en memoria de la muerte del Señor, son tiempos particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna y la comunicación cristiana de bienes».                               (Catecismo de la iglesia – 1438)
 
 
Padre nuestro, Padre de todos…
     Dios es Padre y es nuestro: esta relación del hombre con Dios trae consigo una nueva relación con todo ser humano. Ya no estamos solos sino que, en Jesús, estamos unidos a todos los que caminan hacia el mismo destino. Padre de todos podría expresar universalidad, mientras que Padre nuestro coloca en primer lugar una unión, una pertenencia, una fraternidad. Hermano es aquel que es amado por el Padre, al igual que yo.
     No le puedo engañar con mañas, ni poseer, ¡sea quien sea! Únicamente le puedo acoger.
 
 

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