viernes
primera semana
Ez 18,21-28 ● Sal
129,1-8 ● Mt 5,20-26
Reconciliación
Palabra de Dios
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or tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas
allí mismo de que tu hermano tiene queja contra ti, deja allí tu ofrenda ante
el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar
tu ofrenda». (Mt 5,23-25)
Reflexión
La reconciliación no es cosa de un momento, sino una manera de
ser de todo cristiano. No hay instante en la vida que no necesite de reconciliación.
En el lodazal de nuestro corazón luchan sentimientos buenos y
malos. Todos pueden llegar a ser nuestros enemigos: el padre de familia o aquel
que no piensa igual que nosotros... Todos pueden llegar a ser "los
otros" y es por eso que tenemos mucha necesidad de reconciliación. Dios
nos ha dado la reconciliación como un compromiso sin fin.
Oración
Todo lo que vive, te alaba.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
Todo lo que se mueve, te canta.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
Todo lo que es alegría, proclama tu existencia.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
Tu nombre es bendición
A Dios nadie le posee, nadie
le puede retener, ni hacérselo suyo. Cuando en la lucha Jacob se da cuenta de
encontrarse delante de un ser divino (Gen 32,23ss), quiere saber su nombre.
Algo así como cuando nosotros queremos doblar la voluntad de Dios invocando:
“¡Señor, Señor!” (Mt,7-21). Dios no se deja coger por Jacob, pero le deja su
bendición. El nombre de Dios expresa una presencia y no la posibilidad de
poseerle. El nombre de Dios precede siempre el camino del hombre, anda por delante y no por detrás. El
hombre puede y debe seguirle.
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