miércoles
primera semana
Jonás 3,1-10 ● Sal
50,3-19 ● Lc 11,29-32
Signo de misericordia
Palabra de Dios
L
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a gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta
generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más
signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de
Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación». (Lc
11,29-31)
Reflexión
Dios concede como signo definitivo el anuncio de su
misericordia. Dios no nos puede dar signo más grande que esto. Dios es amor y
la fe es aceptar esta prueba de su amor. Jonás
fue un signo para los Ninivitas: signo de un Dios misericordioso y
clemente, que los arropa en un abrazo lleno de misericordia. Jesús, entregado
en manos de los hombres, es el signo definitivo para nosotros, es el don total
de la misericordia del Padre.
Oración
De tu realidad recibe fuerza nuestra debilidad.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
En tu nombre se levantan los desanimados.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
Con tu presencia nuestra acción se hace testimonio.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
Tu nombre es glorificado en Cristo
Unos que no eran del pueblo
de Israel quieren ver a Jesús (Jn 12,21). Jesús, manifestándoseles, manifiesta
al mundo entero el misterio de Dios. Sólo aquél que viene en el nombre del
Señor (Mc 11,9) puede darnos a conocer el NOMBRE de DIOS. La misión de Jesús,
en efecto, es la de manifestar el nombre de Dios, de darlo a conocer (Jn
17,26). Y hablando de lo que Dios es y hace, nos revela el misterio del grano
de trigo que tiene que caer en tierra y morir para poder dar fruto. La vida y
la muerte de Jesús es el nombre de Dios: Padre, glorifica tu nombre (Jn 17,1).
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