segundo domingo de cuaresma - A
Gen 12,1-4 ● Sal
32,4-5.18-20.22 ● 2Tim 1,8-10 ● Mt 17,1-9
La Transfiguración
Palabra de Dios
J
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esús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los llevó
a un monte alto a solas. Y se transfiguró ante ellos. Su rostro brillaba como
el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, vieron a
Moisés y a Elías que conversaban con Jesús.
(Mt 17,1-3)
Reflexión
El relato de la transfiguración revela a los discípulos más
cercanos a Jesús, la verdadera personalidad del maestro: él es la plenitud de
la ley y los profetas, personificados aquí por Moisés y Elías que recibieron en
el monte Sinaí la revelación de Dios. Su destino de muerte es en realidad un
camino hacia la gloria que ahora se manifiesta anticipadamente. Jesús aparece
como el Mesías anunciado y el Hijo predilecto de Dios. Este relato situado
después del primer anuncio de la pasión, contiene también una palabra de ánimo
para cuantos han de seguir a Jesús por el mismo camino.
Oración
Revélate a los que te buscan con corazón sincero.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
Fortalece nuestra fe en el misterio de la cruz.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
Danos un corazón capaz de escuchar a tu Hijo elegido.
R.: Lo que eres se
manifieste, oh Padre.
Reino dentro de nosotros
El Reino está dentro de nosotros. La oración por el Reino
de Dios expresa un deseo incontenible que sólo lo viven los que lo han comprendido.
Y cuando el corazón lo comprende, acepta la conversión total de su vida. Jesús
anuncia el Reino de Dios como una realidad ya operante aunque de manera
escondida y que llama al compromiso radical y a la conversión del corazón. No
somos nosotros los que lo hacemos crecer, sino Dios. Nuestra actividad no le
añade nada al Reino de Dios.
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