domingo, 16 de marzo de 2014

16 de marzo de 2014, domingo


    segundo domingo de cuaresma -  A

Gen 12,1-4 ● Sal 32,4-5.18-20.22 ● 2Tim 1,8-10 ● Mt 17,1-9

 

La Transfiguración

 

Palabra de Dios

 

J

esús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los llevó a un monte alto a solas. Y se transfiguró ante ellos. Su rostro brillaba como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, vieron a Moisés y a Elías que conversaban con Jesús.   (Mt 17,1-3)

 

Reflexión

     El relato de la transfiguración revela a los discípulos más cercanos a Jesús, la verdadera personalidad del maestro: él es la plenitud de la ley y los profetas, personificados aquí por Moisés y Elías que recibieron en el monte Sinaí la revelación de Dios. Su destino de muerte es en realidad un camino hacia la gloria que ahora se manifiesta anticipadamente. Jesús aparece como el Mesías anunciado y el Hijo predilecto de Dios. Este relato situado después del primer anuncio de la pasión, contiene también una palabra de ánimo para cuantos han de seguir a Jesús por el mismo camino.

 

Oración

     Revélate a los que te buscan con corazón sincero.

R.: Lo que eres se manifieste, oh Padre.

     Fortalece nuestra fe en el misterio de la cruz.

R.: Lo que eres se manifieste, oh Padre.

     Danos un corazón capaz de escuchar a tu Hijo elegido.

R.: Lo que eres se manifieste, oh Padre.

 

Reino dentro de nosotros

     El Reino está dentro de nosotros. La oración por el Reino de Dios expresa un deseo incontenible que sólo lo viven los que lo han comprendido. Y cuando el corazón lo comprende, acepta la conversión total de su vida. Jesús anuncia el Reino de Dios como una realidad ya operante aunque de manera escondida y que llama al compromiso radical y a la conversión del corazón. No somos nosotros los que lo hacemos crecer, sino Dios. Nuestra actividad no le añade nada al Reino de Dios.

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