lunes
tercera semana
2Re 5,1-15 ● Sal
41,2-3; 42,3-4 ● Lc 4,24-30
Grandes horizontes
Palabra de Dios
«M
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uchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin
embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán el sirio». (Lc 4,25-27)
Reflexión
En el Evangelio Jesús subraya que Naamán era un pagano, hecho
que no le ha impedido obtener de Dios la curación a través del profeta.
Al igual que Eliseo y Elías, Jesús no ha sido enviado sólo para
los hijos de Abrahán sino para salvar a todos los hombres. Nuestro Dios es un
Dios con amplias visiones. Jesús nos lo ha dado a conocer y ha querido que la
Iglesia tuviera los mismos horizontes de Dios, con el mismo Espíritu que la
anima desde dentro y la proyecta continuamente en el mundo. Si estos han sido
los horizontes de Cristo, no podemos nosotros buscar otros.
Oración
Tú, vuelo de una gaviota antes de la tempestad.
R: Que se realice lo que
Tú quieres, Padre.
Tú, centelleo plateado sobre el mar.
R: Que se realice lo que
Tú quieres, Padre.
Tú, arco iris entre las nubes.
R: Que se realice lo que
Tú quieres, Padre.
Se realice Tu designo de amor en cada familia
El designio de amor del
Padre sobre la familia encuentra su inspiración en la comunión misma que
constituye la vida de Dios: la unidad de amor de las tres Personas Divinas.
Cuando los padres se hacen hermanos para sus hijos y los hijos se hacen hermanos
para sus padres, entonces se cumple la voluntad del Padre. Toda paternidad
viene de Dios porque los hijos son don de Dios. La familia existe para
protegerlos y cuidar de ellos. No los puede poseer. Pertenecen a Dios. El hecho
que sea Él quien nos cuida, nos emociona y nos llena de confianza y de alegría.
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