jueves, 3 de octubre de 2013

Mes misionero, 3 de octubre

San Francisco de Borja

ORACIÓN

Señor Jesús: me pongo en camino.
Quiero buscarte.
Dame un corazón sencillo,
unos pies ligeros, unos ojos abiertos
para que mi marcha sólo se dirija a Ti.

Oriéntame cuando me pierda,
acógeme cuando me canse,
llévame a los otros cuando me sienta solo.
Dame valentía, fortaleza y audacia
para no decaer en mi búsqueda,
para permanecer siempre firme.

Haz que mis pies pisen la tierra pobre

que pisaron los tuyos,
que mis hombros sólo carguen la libertad
y el desprendimiento que llevaron los tuyos,
que mis entrañas anhelen sólo tu Palabra.

Y cuando al fin pueda encontrarme contigo cara a cara,
Cristo Luminoso, Eterna Pascua,
concédeme descansar mi cabeza sobre tu hombro
y pronunciar tu nombre, Señor,
siempre hermano, siempre nuevo.

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 10,1-12)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios". Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."

TESTIMONIO MISIONERO

ALEGRÍA EN BENÍN

Hace dos meses que llegué a Nikki. Aún no sé nada, ni de la lengua, ni de la gente, ni de la cultura. Voy aprendiendo algo de mí. Pero de momento me quedo con dos cosas: Una es la alegría. La otra la paciencia. En todas las cosas que os pueda contar están presentes. Siempre hay una sonrisa: Cuando saludas en su lengua, cuando te acercas. La alegría la encuentras allá donde vayas, ¡incluso en el Hospital! (y tendríais que ver el Hospital!) y sobre todo los niños. Y en muchos casos estarán malos, enfermitos, con parásitos. Pero siempre alegría.

Un domingo a las 6:30 fui en bici a un pueblo, a visitarlos y hacer la oración de la mañana. Cuando vi las primeras casas tenía la sensación de que iba a “estorbar” a aquella gente. “Ya está aquí el pesao de la oración” pensaba que dirían. Además la única casa donde hay cristianos era la última y tenía que cruzar todo el pueblo. Tenía un sentimiento pesado, como las nubes de esos días de bochorno que no dejan pasar el sol y encima hace calor. Miré a mi alrededor con esa sensación y me dije “Anda que si no es por Ti, iba yo a estar aquí” 

Llego a la primera casa donde la mujer estaba lavando los cacharros y el hombre comiendo con los niños. Digo los cuatro saludos que sé en Peul. Me responden, me invitan a comer. Les digo como puedo que he venido a hacer la oración. Me dicen que bien, pero que me siente a comer. “Luego te acompaño a rezar”. Me siento. Se va acercando más gente. Más saludos y lo poco que puedo decir y comprender. Uno me dice que le dé la bici. “¿Y me vuelvo a Nikki a pie?”. Se parten de risa. Vienen algunos niños corriendo. A uno incluso lo saludo por su nombre. Llego a la casa del cristiano. “¿Os habéis levantado bien”, “¿y el trabajo? ¿los niños? ¿el campo? ¿el ganado?”. Se acerca un anciano que se ríe con mis saludos. Hablamos un rato, me corrige mi “peul” y me enseña algunas palabras. 

Mis sentimientos van cambiando, poco a poco dejo de sentirme un “estorbo”. Para mi asombro el padre de familia saca unos bancos y un libro de oraciones en “peul”. Él nunca ha hecho ninguna oración y yo no sé hablar “peul”. Nos sentamos él, algunos de sus hijos y un par de adultos. Mi primer anfitrión, que efectivamente me ha acompañado, y algunos más, están al lado del fuego charlando. El papá me mira como diciendo si no tengo librito de “oraciones”. Yo lo saco. “Oración de la mañana”, empiezo a leer como puedo. Los demás van repitiendo, los grandes y los chicos. Yo no sé lo que estoy leyendo pero en un momento dado los del fuego se acercan. Terminamos todo lo que ponía “Oración de la mañana”. 

Antes de irme me dan la patata grande esa (el ñame) pero esta vez a la brasa, con una salsa riquísima. Me quedo un rato con los niños. Un hombre trae la bici que había dejado en la primera casa. Ve que está la rueda desinflada y se va a llenarla. ¡Qué tíos! Me despido y vuelvo a recorrer el pueblo en sentido inverso tanto exteriormente, como interiormente donde el bochorno se ha ido. Rodeado de niños llego donde las mujeres. “¿Y tu mujer?”, “No tengo mujer”. Se empiezan a reír y a decir cosas y a hablar, a saludar. No entiendo nada: “Vuelvo a casa, a Nikki”. ¡Hasta las mujeres han cambiado!

(Paco Moreno Castro, Sociedad de Misiones Africanas (SMA))

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