Día mundial de la Información sobre el
Desarrollo
ORACIÓN
FAMILIA
Señor Jesús, tú abres el camino de nuestra fe y lo
perfeccionas;
tú nos diste un mandamiento nuevo,
el de amarnos los unos a los otros como tú nos amas,
a fin de que el mundo reconozca que somos discípulos tuyos;
te pedimos por nuestros queridos hermanos y hermanas
que trabajan en el mundo anunciando tu evangelio.
Ellos, siguiéndote a ti como los apóstoles,
han entregado sus vidas al servicio de tu plan de
fraternidad universal.
Haz que tomen tu Palabra como criterio básico de conducta,
para que todas sus acciones sean la manifestación de tu vida
presente en ellos.
En las pruebas y las angustias, en la persecución y el
hambre,
en la desnudez y el peligro de los fusiles, visítalos con tu
presencia;
que sus corazón se llene de aquella alegría que nadie les
podrá quitar.
Hazlos valientes en la tentación: ¡tú has vencido al mundo!
Hazlos triunfar en todo por la fuerza de Aquel que los amó;
que nadie, ni nada los aparte del amor de Dios
que encontramos en ti, nuestro Salvador.
Y a nosotros, por intercesión de San Francisco Javier,
concédenos participar con entusiasmo siempre creciente en
sus trabajos,
con la esperanza de que todos, algún día,
nos hemos de encontrar en el mismo Reino bienaventurado,
después de haber sido hermanos de la misma familia en la
tierra.
Te lo pedimos a ti, Señor Jesús,
que vives con nosotros todos los días hasta el fin del
mundo. Amén.
(Adaptación de textos de S. Guido Mª Conforti fundador de
los Misioneros Javerianos)
EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 12,49-53)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra."
TESTIMONIO MISIONERO
LEON ZLAMMA (CHAD)
Leon vive en el terreno familiar,
cerca de su padre y su hermano, ambos polígamos. Sin embargo Leon sólo tiene
una mujer, Monique, también cristiana.
En la tradición musey se usan
muchos cuentos y proverbios. Uno en concreto dice: “Un hombre con una sola
mujer está cojo”. La tradición aconseja casar muchas mujeres, algo permitido
por el Código de Familia del país. A lo que Leon siempre ha dicho su experiencia:
“Yo me llevaba tan bien con mi mujer que no entendía eso de la poligamia ¿Para
qué casar otras mujeres si yo ya tengo una mujer maravillosa? Pero no tenía
argumentos para oponerme a la tradición, hasta que conocí la Palabra que los misioneros
anunciaban y entonces comprendí con alegría que esa intuición mía podía
fundamentarla en Dios”.
El tema de la familia es una
prioridad pastoral en esas parroquias, y de hecho nos damos cuenta de que la
buena voluntad no basta: tenemos que formar y dotar de recursos a las familias
cristianas. Así que propusimos a Leon y a su mujer la participación en un cursillo
para matrimonios cristianos a celebrar en una población habitada por una etnia
distinta a la suya distante 50 kilómetros de su casa. Aunque no lo parezca,
distancia larga donde no hay medios de transporte público ni carreteras. Para
su desplazamiento contaban con una única bicicleta y el camino era
fundamentalmente arenoso con los últimos 5 kilómetros de
asfalto. Monique dudaba, pero Leon la animó y se pusieron en camino: él
pedaleando y ella sentada en el portaequipajes con los bártulos en la cabeza y
el bebé atado a la espalda. Cuenta Leon que para su desgracia tuvieron viento
en contra, con lo que llegaron cansadísimos a la población donde iba a
celebrarse este encuentro. Como en esta población no habían estado nunca antes
ni conocían a nadie, preguntaron por la dirección de la parroquia a una señora
que pasaba. Ella, al oír “parroquia” les preguntó si eran cristianos. Cuando le
respondieron afirmativamente la señora se alegró y les dijo que ella ya les
acompañaba a la parroquia, pero que antes pasasen por su casa para lavarse y
comer. Y así fue: la señora también era cristiana y había descubierto en esos
forasteros a hermanos en la fe. De hecho Leon decía a su vuelta: “En la
formación aprendí mucho sobre la familia, pero en casa de esta señora aprendí
que los cristianos somos de verdad una familia, aunque no nos conozcamos y
pertenezcamos a etnias distintas, por el hecho de compartir la misma fe”.
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