martes, 22 de octubre de 2013

Mes misionero, 22 de octubre

ORACIÓN

Oh Padre!, Tú quieres que todos los pueblos alcancen la salvación; despierta, pues, en todo creyente un nuevo fervor misionero, para que Cristo sea testimoniado y anunciado a los que aún no le conocen.

Por intercesión de san Daniel Comboni sostén y alienta a los misioneros en su obra evangelizadora y sigue suscitando nuevas vocaciones para las misiones.

Virgen María, Reina de los Apóstoles, que has ofrecido el Verbo encarnado al mundo, dirige la humanidad del nuevo milenio hacia Aquel que es la luz verdadera que ilumina a todo viviente, y haz de nosotros unos fervientes colaboradores suyos.

Por Cristo nuestro Señor. Amen.  

EVANGELIO DEL DÍA (Lucas 12,35-38)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. "  

TESTIMONIO MISIONERO

“SALVAR ÁFRICA CON ÁFRICA”

Este fue el lema que marcó la vida de San Daniel Comboni, fundador de las misioneras y los misioneros combonianos.

África, no fue solo un continente, fue su Pasión, su Vida.

Quiso que todos reconociesen que allí, también había personas deseosas de conocer a Cristo, hermanas y hermanos nuestros.

Pero que, toda esta historia de Amor y Salvación sólo se podría hacer si se hacía con todos ellos, a su ritmo, compartiendo la vida.

Fue el primer obispo del África central y éstas son algunas de las palabras que pronunció dirigiéndose a su querida AFRICA:

“Quiero hacer causa común con cada uno de vosotros, y el día más feliz de mi existencia será aquel en que por vosotros pueda dar la vida.”

“Yo vuelvo entre vosotros para ya nunca dejar de ser vuestro, y totalmente consagrado para siempre a vuestro mayor bien. El día y la noche, el sol y la lluvia me encontrarán igualmente y siempre dispuesto a atender vuestras necesidades espirituales; el rico y el pobre, el sano y el enfermo, el joven y el viejo, el amo y el siervo tendrán siempre igual acceso a mi corazón. Vuestro bien será el mío, y vuestras penas serán también las mías.”

“Cualquiera que sea el atolladero en el que nos encontremos, pongamos toda la confianza en Dios y en la Reina de Africa. Paciencia, confianza, ánimo y constancia –pero en los Corazones de Jesús y de María– nos harán implantar la obra y salvar gran número de hermanos y hermanas para Dios.”

“Yo dirijo en el espíritu a mis queridos compañeros misioneros y sirvo de guía a su corazón; pero ellos son también objeto de toda mi estima y de todo mi afecto. A todos nosotros nos anima un común ideal, un único y ardiente deseo: sacrificar la vida, en nuestro amor a Dios y a su Santa Iglesia, por África.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario