elección y lucha con Goliat
Breve
introducción.- El pueblo de Israel tuvo muchos problemas para organizar los
puestos de responsabilidad: de los patriarcas pasó a los profetas, a los
jueces… El debate sobre la monarquía fue áspero (en la Biblia hay textos a
favor y en contra), pero al final se impuso. El primer rey fue Saúl, que dejó
muy descontento al pueblo por su carácter variable. Se hizo necesario entonces
ir preparando otro nuevo rey que tomase el relevo.
TEXTO BÍBLICO: 1 Samuel 16,4-13; 17,2-11.32-51
Cuando
Samuel llegó a Belén, los concejales del pueblo fueron ansiosos a su encuentro:
---¿Vienes en son de paz? Respondió: ---Sí, vengo a hacer un sacrificio al
Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio. Purificó a Jesé y a sus hijos
y los convidó al sacrificio. Cuando llegó, vio a Eliab, y pensó: ---Seguro, el
Señor tiene delante a su ungido. Pero el Señor le dijo: ---No te fijes en las
apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los
hombres, que ven la apariencia. El Señor ve el corazón. Jesé llamó a Abinadab y
lo hizo pasar ante Samuel, y Samuel le dijo: ---Tampoco a éste lo ha elegido el
Señor. Jesé hizo pasar a Samá, y Samuel dijo: ---Tampoco a éste lo ha elegido el
Señor. Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel, y Samuel le dijo:
---Tampoco a éstos los ha elegido el Señor. Luego preguntó a Jesé: ---¿Se
acabaron los muchachos? Jesé respondió: ---Queda el pequeño, que precisamente
está cuidando las ovejas. Samuel dijo: ---Manda a por él, que no nos sentaremos
a la mesa mientras no llegue. Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen
color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: ---Anda,
úngelo, porque es éste. Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de
sus hermanos. En aquel momento invadió a David el Espíritu del Señor, y estuvo
con él en adelante.
Saúl y los
israelitas se reunieron y acamparon en el valle de Elá, y formaron para la
batalla contra los filisteos. Los filisteos tenían sus posiciones en un monte y
los israelitas en el otro, con el valle de por medio. Del ejército filisteo se
adelantó un luchador, llamado Goliat, oriundo de Gat, de casi tres metros de
alto. Llevaba un casco de bronce en la cabeza, una cota de malla de bronce que
pesaba medio quintal, grebas de bronce en las piernas y una jabalina de bronce
a la espalda; el asta de su lanza era como la percha de un tejedor y su punta
de hierro pesaba unos seis kilos. Su escudero caminaba delante de él. Goliat se
detuvo y gritó a las filas de Israel: ---¡No hace falta que salgáis formados a
luchar! Yo soy el filisteo, vosotros los esclavos de Saúl. Elegíos uno que baje
hasta mí; si es capaz de pelear conmigo y me vence, seremos esclavos vuestros;
pero si yo le puedo y lo venzo, seréis esclavos nuestros y nos serviréis. Y
siguió: ---¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Echadme uno, y lucharemos
mano a mano! Saúl y los israelitas oyeron el desafío de aquel filisteo y se
llenaron de miedo.
David dijo
a Saúl: ---Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese
filisteo. Pero Saúl respondió: ---No podrás acercarte a ese filisteo para
luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo. David
le replicó: ---Tu servidor es pastor de las ovejas de mi padre, y si viene un
león o un oso y se lleva una oveja del rebaño, salgo tras él, lo apaleo y se la
quito de la boca, y si me ataca, lo agarro por la melena y lo golpeo hasta
matarlo. Tu servidor ha matado leones y osos; ese filisteo incircunciso será
uno más, porque ha desafiado a las huestes del Dios vivo. Y añadió: ---El
Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me
librará de las manos de ese filisteo. Entonces Saúl le dijo: ---Anda con Dios.
Luego vistió a David con su uniforme, le puso un casco de bronce en la cabeza,
le puso una loriga y le ciñó su espada sobre el uniforme. David intentó en vano
caminar, porque no estaba entrenado, y dijo a Saúl: ---Con esto no puedo
caminar, porque no estoy entrenado. Entonces se quitó todo de encima, agarró su
cayado, escogió cinco cantos del arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda
y se acercó al filisteo. Éste, precedido de su escudero, iba avanzando
acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un
muchacho de buen color y guapo, y le gritó: ---¿Soy yo, acaso, un perro para
que vengas a mí con un palo? Luego maldijo a David invocando a sus dioses, y le
dijo: ---Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del
campo. Pero David le contestó: ---Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y
jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor Todopoderoso, Dios de las huestes
de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te
venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del
campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y todo el
mundo reconocerá que hay un Dios en Israel, y todos los aquí reunidos
reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas,
porque ésta es una guerra del Señor, y él os entregará en nuestro poder. Cuando
el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió
de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al zurrón,
sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra
se le clavó en la frente y cayó de bruces en tierra. Así venció David al
filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada.
David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y
lo remató, cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver que había muerto su
guerrero, huyeron.
COMENTARIO BÍBLICO
Un poco de
vocabulario: las grebas son piezas de la armadura antigua que cubrían la pierna
desde la rodilla hasta la base del pie, y la loriga era una armadura hecha de
pequeñas láminas imbricadas, normalmente de acero.
La
elección de David con preferencia a sus hermanos sirve para subrayar la
libertad de Dios.
El relato de David y Goliat
entremezcla distintas tradiciones. De hecho en otro pasaje de la Biblia se dice
que quien venció a Goliat fue Eljanán de Belén (2 Sam 21,19) y en otro más se
dice que Eljanán mató a Lajmí, hermano de Goliat (1 Cr 20,5).
Nunca se había dado en el Primer Testamento el caso de decidir
una contienda mediante un combate singular. Ni el nombre de Goliat ni su
armamento son típicos, pero la descripción lo presenta como un gigante de 2,80
metros.
El pastorcillo David se encuentra
con el rey Saúl. Aunque el relato de la unción de David y su entrada al
servicio de Saúl como músico se han descrito previamente, aquí parecen
ignorarse todas esas circunstancias, señal que el texto bíblico actual es fruto
de la mezcla de numerosas tradiciones.
La respuesta de David a las
burlas del filisteo introduce las dimensiones teológicas del acontecimiento; la
fuerza de Israel no está en los recursos materiales, sino en el Señor.
COMENTARIO MISIONERO
Los dos pasajes tienen en común
la atención de Dios hacia lo pequeño y al mismo tiempo nuestra necesaria
confianza en Él. Continúan así la tradición bíblica iniciada con el paso del
mar narrado en Éxodo.
“Las apariencias engañan”, pero
cuánto nos fijamos nosotros en ellas, cuando lo que Dios observa es el corazón.
Con las apariencias fijamos prejuicios y nos falta paciencia para escuchar a
Dios y a los otros. La lógica de Dios es el tiempo. Con las prisas nuestro ego
va por delante. Dios es tan libre en su elección que ni elige a los hermanos de
David por su edad o buena presencia ni rechaza por el mismo motivo, porque de
hecho David es descrito como guapo.
Y la lógica de Dios también
rechaza la fuerza. David confía tanto que es capaz de enfrentarse a alguien más
fuerte y sin armas porque su fuerza es Dios. David roza casi la ingenuidad. Nos
recuerda la frase de Jesús sobre la providencia: “Mirad los lirios del
campo...” Al final para rematar a Goliat sí usa la espada, cosa que Jesús,
también sin armas, nunca hará ni dejará que los suyos lo hagan aunque sea para
defenderle. En la Biblia hay muchas escenas de violencia y de sangre derramada.
Jesús va a derramar la suya. Hay otra “arma” actual que Jesús tampoco usará: el
dinero, cuyo mal uso genera tanta desigualdad y deja a tantas personas al
margen, lo que es contrario a la voluntad de Dios.
David es un pastor, que tendrá
que orientar a su pueblo. Eso nos recuerda a Jesús que se define a sí mismo
como el buen pastor y que en muchas de sus parábolas hace referencia a este
oficio.
David no siempre será humilde. De
hecho, cuando se volverá prepotente será cuando cometa sus grandes pecados.
Olvido de Dios y prepotencia van unidos.
Qué bien sienta una palabra de
ánimo cuando estamos decaídos. Que alguien logre articular esas palabras en los
momentos decisivos, y no por falsa estima sino con una confianza profunda, lo
sentimos como un regalo. Incluso la despedida: “Ve con Dios” nos suena muy
bien, porque además nos trae recuerdos del pasado, pero a la vez qué poco se
usa actualmente.
Necesitamos seguridades y como la
incertidumbre y el miedo nos paralizan llegamos incluso a llenarnos de cosas, a
atarnos y esclavizarnos a ellas. David se libera de su armadura, con la que no
es él, y sale al encuentro del gigante como es. Llenos de armaduras no podemos
caminar. Hay muchas cosas que nos impiden ser felices, y de hecho qué pocas
bastan para serlo. En un testimonio reciente el misionero que hablaba centró
nuestra atención en una foto en la que tenía un niño dormido en brazos ¡Qué
felicidad! Nos recordamos la importancia de la teorías del decrecimiento
económico: menos es más.
¿Qué principio seguir en la vida:
el principio de la realidad y de la seguridad material, porque de hecho
necesitamos comer, o el principio de los ideales y los sueños con los que nos
sentimos más realizados? ¿Preferimos un trabajo con sueldo seguro aunque seamos
infelices en él o preferimos actividades en las que disfrutemos pero que no
conllevan garantías de sueldo? Lo mejor sería combinar ambas sin
contraponerlas. Puede haber alternativas en el mismo trabajo. Y lo que
rechazamos de plano es la huida porque, si escapamos de una oficina por ejemplo
porque en ella los compañeros de trabajo nos caen mal, seguro que nos
encontraremos esos mismos compañeros de trabajo con otros nombres pero con las
mismas actitudes en cualquier sitio adonde vayamos.
Alguien que se trabajó mucho en
la toma de decisiones y que dio reglas muy claras fue San Ignacio de Loyola. Un
libro que nos puede ayudar es: “Decidir según Dios” de Jacques Fédry.
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