martes, 8 de abril de 2014

8 de abril de 2014, martes


martes quinta semana

Nm 21,4-9   Sal 101,2-21   Jn 8,21-30

 

Mirar al Crucificado es vivir

 

Palabra de Dios

 

C

uando levantéis en alto al Hijo del hombre, entonces reconoceréis que yo soy. Yo no hago nada por mi cuenta; solamente enseño lo que aprendí del Padre. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo. Porque yo hago siempre lo que le agrada.   (Jn 8,28-29)

 

Reflexión

     El testimonio de Jesús es válido porque está avalado por el Padre. La acusación de los fariseos es falsa. A Jesús no se le puede juzgar aplicando criterios humanos porque él es de arriba, pertenece al mundo de Dios. El único juicio adecuado es el que puede hacerse desde el acontecimiento pascual: “Cuando levantéis al Hijo del hombre…”.

 

Oración

Por creer en las mentiras.

R.: Necesitamos de tu perdón, ¡oh Padre!

Por haber pasado a otros nuestras responsabilidades.

R.: Necesitamos de tu perdón, ¡oh Padre!

Por no haber querido abandonar nuestras manías.

R.: Necesitamos de tu perdón, ¡oh Padre!

 

Haznos semejantes a ti en el saber perdonar

     Amar y perdonar como Él nos ha amado y perdonado no es tanto un imperativo impuesto desde fuera, sino un don. Jesús nos da su amor, a saber, su Espíritu que viene del Padre y que, poco a poco, nos transforma en seres capaces de amar y de perdonar a semejanza de Dios.

     Es en nuestro perdón donde se visualiza y aparece el perdón mismo de Dios. De lo visible a lo invisible. Un examen que no admite espacio para las ilusiones. Si no perdonamos tal como el Padre nos perdona, traicionamos la imagen misma del Padre.

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