lunes santo
Is 42,1-7 ● Sal
26,1-3.13-14 ● Jn 12,1-11
Marta y María
Palabra de Dios
S
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eis días antes de la
Pascua , fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había
resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y
Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de
perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió los pies a Jesús y se los
enjugó con su cabellera. Y toda la casa se llenó de la fragancia del
perfume. (Jn 12,1-3)
Reflexión
Gesto de gratitud y de profecía. Fragancia de una acogida a
Jesús que camina hacia la inmolación por la salvación de todos, aceptando el
designio del Padre. Alabanza a la vida. Es el perfume del don, de la gratuidad
y de la vida que llena la casa, no el de la tristeza y de la muerte.
Encontramos aquí en contraposición las dos figuras de María y de
Judas ejemplos del amor desinteresado y del egoísmo deseoso de dinero. Nos enseñan
a no tener miedo de “perder” ni siquiera nuestra vida entregada al Reino, si
Dios es el Amado y el Amigo que da sentido a toda nuestra vida.
Oración
De la corrupción de la superficialidad.
R.: Sálvanos por tu amor,
¡oh Padre!
De una insuficiente reflexión.
R.: Sálvanos por tu amor,
¡oh Padre!
De una agresividad que se transforma en regla de vida.
R.: Sálvanos por tu amor,
¡oh Padre!
Liberación realizada en la inmolación
Jesús sabía que debía beber
hasta el fondo “este cáliz” para cumplir con la voluntad del Padre, para dar la salvación, la
libertad, la plenitud de vida. Inmolarse significa vaciar la copa del dolor y
de la alegría para que Dios pueda llenarla de vida. Es el camino de la
liberación y de la salvación del mundo.
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