viernes
quinta semana
Jr 20,10-13 ● Sal
17,2-7 ● Jn 10,31-42.
Blasfemo
Palabra de Dios
J
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esús se marchó de nuevo al otro lado del río Jordán, al lugar donde
antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad». Y
muchos creyeron en él allí. (Jn 10,40-41)
Reflexión
Jesús no ha sido condenado a muerte por predicar la justicia y
tampoco porque los milagros que hacía preocuparan a los potentes. Fue condenado
porque se declaró Hijo de Dios. Le han llamado fanático y endemoniado; le
llaman blasfemo. Menos mal que muchos creyeron
en él.
Si somos parte de este grupo, debemos acoger a Jesús de forma
radical, hasta la cruz; y cambiar nuestro estilo de vida. Si nos consideramos
sus ovejas debemos estar siempre abiertos a la fe.
Oración
Danos la constancia de los pequeños pasos.
R.: Necesitamos de tu
perdón, ¡oh Padre!
Haznos caminar por senderos de paciencia.
R.: Necesitamos de tu
perdón, ¡oh Padre!
Condúcenos hacia cumbres siempre nuevas.
R.: Necesitamos de tu
perdón, ¡oh Padre!
Crea en mí un corazón nuevo
No tiene sentido que se nos
perdonen las deudas si seguimos endeudándonos. Es necesario ese cambio que la
potencia creadora de Dios puede hacer en nosotros dándonos un corazón nuevo. Crea en mí un corazón nuevo; renueva en mí un espíritu firme (Sal 50).
Un corazón que nos haga conocer nuestra
impotencia y proclame nuestra confianza en la misericordia del Padre. Tener
confianza en el poder de Dios que puede renovarnos: éste es el acto específico
de esta cuaresma. De aquí arranca todo camino de conversión sincera y duradera.
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