domingo
quinta semana - A
Ez 37,12-14 ● Sal
129,1-4.6-8 ● Rom 8,8-11 ● Jn 11,1-45.
Lázaro: de la muerte a la vida
Palabra de Dios
C
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uando rodaron la piedra (del sepulcro de Lázaro), Jesús, mirando al
cielo, exclamó: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé muy bien
que me escuchas siempre; si hablo así es por los que están aquí, para que crean
que tú me has enviado». Terminada esta oración, exclamó Jesús con voz potente: «¡Lázaro,
sal fuera!». El muerto salió del sepulcro. Tenía las manos y los pies vendados
y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Quitadle las vendas para que
pueda andar».
(Jn 11,41-44)
Reflexión
La resurrección es vida y es camino en una vida nueva. En esa
vida que llevamos dentro y que tiene su origen en el Espíritu. Debemos entonces
salir fuera resucitados desde dentro, a ejemplo de Lázaro. A cada uno de
nosotros Jesús nos ordena: “¡Sal fuera!” Y después añade: “Quitadle las vendas
para que pueda andar”. Peregrinos que anuncian la vida nueva.
Oración
Perdónanos las deudas y las continuas justificaciones.
R.: Necesitamos de tu
perdón, ¡oh Padre!
Perdónanos las excusas para justificar nuestra falta de valor.
R.: Necesitamos de tu
perdón, ¡oh Padre!
Perdónanos el miedo de hacer el bien.
R.: Necesitamos de tu
perdón, ¡oh Padre!
En el perdón, condona la culpa
El perdón es el segundo gran don
que le pedimos al Padre. Le pedimos un amor que, aligerándonos del peso de
nuestras deudas hacia Él y hacia los demás,
nos vuelva a meter en el camino de la salvación. Dios, que es misericordia, nos
muestra en Jesús hasta dónde llega su perdón. El Padre nos pide que vivamos en
la actitud del que espera el perdón con alegría porque es dado de forma
gratuita y sin límites.
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