sábado
cuarta semana
Jr 11,18-20 ● Sal
7,2-3.9-12 ● Jn 7,40-53
Nicodemo
Palabra de Dios
N
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icodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo,
les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a alguien sin escucharlo primero y
averiguar lo que ha hecho?» Le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y
verás que de Galilea no salen profetas».
(Jn 7,50-52)
Reflexión
En Nicodemo el miedo se hace valor. Es lo opuesto a lo que pasa
en nosotros. El miedo nos hace perder la seguridad y nos lleva a debilitar, si
no a traicionar, nuestras convicciones. A veces este miedo nos impide el incondicional
compromiso de seguir a Jesús.
Hace falta empezar a reflexionar que el testimonio valeroso de
la fe no está reservado a situaciones límite de peligro o de persecución, sino
que es deber de todos los días, testimonio que debemos manifestar en los mil y
un detalles de la vida diaria
Oración
Por culpa del pan hemos ofendido la justicia.
R.: Borra nuestros
pecados. ¡Perdónanos!
Hemos quedado insensibles frente a la miseria.
R.: Borra nuestros
pecados. ¡Perdónanos!
Hemos dejado crecer en nosotros la codicia.
R.: Borra nuestros
pecados. ¡Perdónanos!
Pan en nuestra peregrinación hacia el Reino
La Palabra de Dios es la
comida que nos permite vivir como testigos. En el Padre Nuestro pedimos al Padre, sobre
todo, que nos mantenga en este propósito; en el propósito del testimonio que
llevamos adelante en Jesús y con Jesús.
Y este pan para el
testimonio está hecho de oración, de amor fraternal, de Eucaristía. Es Jesús
quien se hace pan vivo para el testimonio de todos los días. ¡Hagámonos pan de vida para los demás!
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