domingo
de ramos - A
Is 50,4-7 ● Sal
21,8-9.17-20.23-24 ● Fil 2,6-11 ● Mt 26,14-27,66
Jesús Salvador
Palabra de Dios
C
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risto, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría
de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó
hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. (Flp 2,6-8)
Reflexión
Jesús, el Hijo de Dios, se hace siervo obediente hasta la
muerte; de siervo humillado se hace Señor ante el cual se dobla toda rodilla.
Ha escogido la humillación y el Padre le ha glorificado. No es gloria verdadera
la del hombre que quiere levantarse a sí mismo (Adán), sino la del hombre que es levantado por Dios (Jesús de Nazaret). El Padre no se
refleja en el orgullo autosuficiente, sino en el humilde que sufre por todos.
Oración
Del apego a las comodidades.
R.: Sálvanos por tu amor,
¡oh Padre!
Del buscar el gozo inmediato.
R.: Sálvanos por tu amor,
¡oh Padre!
Del dejarnos seducir por apariencias de felicidad.
R.: Sálvanos por tu amor,
¡oh Padre!
Liberación realizada en la obediencia
Lo intentó todo, Satanás,
para disuadir a Jesús de la obediencia al Padre. Y no pudo. Jesús, Mesías y
Salvador, sabe que su misión se expresa en la obediencia y en la dedicación al
Padre. Todo lo contrario que para Satanás, para quien el ser Hijo de Dios y
Mesías significa poder disponer de la potencia del Padre para su gloria propia.
También la Iglesia está llamada a
realizar su misión de salvación en la obediencia al Padre. Y el diablo la
tienta para que lleve adelante la salvación confiando únicamente en su poder y
en su prestigio.
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