jueves
cuarta semana
Ex 32,7-14 ● Sal
105,19-23 ● Jn 5,31-47
La incredulidad
Palabra de Dios
E
|
studiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna, pues
ellas están dando testimonio de mí ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No
recibo gloria de los hombres. (Jn 5,39-41)
Reflexión
Al que busca su proprio interés y su propia gloria, le es
difícil aceptar a un Dios amigo de los pobres. Y mucho menos a un Dios
crucificado porque la cruz tumba el pedestal de los falsos dioses que el hombre
continuamente crea. Jesús soporta la incredulidad de sus contemporáneos.
Nosotros hoy vivimos en un mundo de incrédulos. Muchos cristianos se refugian
en el miedo, en el pesimismo o en el complejo de persecución. Otros prefieren
decirse incrédulos. Se trata de saber aceptar la incredulidad como un reto y
una oportunidad para una continua conversión y un continuo testimonio.
Oración
Son pan de todos los días las esperanzas de los enfermos.
R.: Dánoslo a manos
llenas, ¡oh Padre!
Son pan de todos los días los primeros felices pasos del
convaleciente.
R.: Dánoslo a manos
llenas, ¡oh Padre!
Es pan de todos los días el visitar las tumbas de nuestros difuntos.
R.: Dánoslo a manos
llenas, ¡oh Padre!
Pan como promesa de fraternidad
Al pedir el pan para todos
manifestamos un vivo sentimiento de fraternidad. Los primeros cristianos
limitaban el nuestro a los hermanos en la fe. Hoy el nuestro debe alcanzar al mundo entero. “Tuve hambre y me
disteis de comer…” (Mt 25,35). Tenemos miedo de que repartiendo el pan disminuya
para nosotros. Así amontonamos sin preocuparnos de nadie. La necesidad común a
todos nos empuja a llegar antes que los demás, a tener más que los demás. La
belleza del pan nuestro no radica en la posesión, sino en el compartirlo juntos. ¡Danos un pan
que haga crecer la fraternidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario