miércoles
cuarta semana
Is 49,8-15 ● Sal
144,8-9.13-14.17-18 ● Jn 5,17-30
Engendrar vida
Palabra de Dios
D
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ijo Jesús a los judíos: «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo; porque no sólo abolía el
sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios… «Lo
mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da
vida a los que quiere». (Jn 5,17-18.21)
Reflexión
Jesús obra en nombre del Padre. Al igual que Dios da la vida,
así Jesús ha venido a comunicar vida, a curar. Como ha curado al paralítico,
así su voz seguirá curando a cada uno de nosotros. Los que lo acepten como enviado
del Padre, tendrán vida. Los que no crean serán ellos mismos los que se excluyan
por sí solos. El verdadero regalo que Dios da a la humanidad es su Hijo, al
mismo tiempo, don y juicio.
Oración
Es pan de todos los días la melancolía de los ‘adiós’.
R.: Dánoslo a manos
llenas, ¡oh Padre!
Son pan de todos los días las impacientes esperas de las llegadas.
R.: Dánoslo a manos
llenas, ¡oh Padre!
Son pan de todos los días los tiempos de despedirse y de volver.
R.: Dánoslo a manos
llenas, ¡oh Padre!
Pan como testimonio de dependencia
Pidiendo el pan manifestamos
que dependemos de Dios. A pesar de que sea fruto de nuestro trabajo, pedimos el
pan como un regalo. El orgullo del hombre frente al fruto de su trabajo conduce
a la violencia y a la injusticia y también al olvido de Dios. No es lícito
atribuirnos lo que es don.
Necesitar el pan, que nadie por sí solo puede
tener, quiere decir tener el profundo sentido de la dependencia, sentir que todo
nos viene de Dios. El nuestro es un Padre que viste a los lirios del campo y
mantiene en vida los pájaros del cielo. Él provee con amor a todo y a todos.
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