martes, 16 de septiembre de 2014

¿NO SABÍAS QUE EL SEÑOR NUNCA DUERME?

Siempre, me he sentido una privilegiada de Dios y cuando surge la conversación, siempre digo: “A vosotros, os querrá el Señor, pero como a mí, nunca”. Y así, sigo pensando, cada encuentro, cada retiro en los que el Señor,  ha querido que esté, ha sido grandioso y no menos, este campo de trabajo de inmigrantes en Ceuta con el Centro San Antonio de atención a inmigrantes de Ceuta y una visita a los franciscanos de Tetuán.
Días muy bonitos y a la vez, muy duros, en los que me he sentido muy amada y a la vez, muy impotente, he sentido la impotencia que tuvo que sentir María ante su hijo en la cruz, impotencia de no poder ayudar más a nuestros hermanos inmigrantes, cuando me contaban sus pericias hasta llegar al CETI (Centro Estancia Temporal de Inmigrantes), situaciones todas ellas muy duras para nuestros oídos. Y aun así, sentir la presencia de Dios en cada relato, en la esperanza de cada rostro, en la ilusión de su caminar, pero con esa fe, que derriba vallas.
Uno de mis hermanos del CETI, cuando le expuse mis miedos a la noche en patera, me contestó: “¿No sabías que Él nunca duerme?” ¡Que fe, Dios mío! Esa es la fe que yo quiero para mí. Una fe llena, sin reservas, una fe en Dios, que a simple vista se encuentra en la oscuridad, pero que nunca está ausente sino presente...he de decir, que desde ese día se la pido para mí y los que me rodean.
Qué grandes lecciones de fe, me han dado mis hermanos del CETI, cuanto amor me han dado y cuanto he disfrutado de ello.
Siempre digo a mis chicos y chicas de catequesis, que hay que conocer a Cristo, porque una vez que lo conoces, es imposible no amarlo y una vez que lo amas, es imposible no seguirlo, como dice una canción religiosa, y es verdad, “cuando lo hacemos, nuestra vida se complica, pero se complica maravillosamente y descubrimos el rostro de Dios en el otro, en el que sufre y en el que no, pero el rostro de Cristo”.
Cuando Gigi, el misionero javeriano, me ofreció irme a compartir con mis hermanos del CETI, tuve por un lado, mis lamentaciones internas, ya que en el centro de San Antonio, me sentía completamente llena de Dios y sobretodo amada por los adolescentes marroquíes y subsaharianos que allí acudían a aprender castellano e informática y por otro lado, inseguridades,
ya que no sabía muy bien, que quería el Señor de mí allí en el CETI, con el convencimiento de que sólo podría dar amor, me dejé en manos del Señor y le dije: “Tú me has metido en ésta,  tú me sacas” Pero una vez más y como a mí, es a quien Dios más quiere del mundo, Él me daba otro regalo, enseñanzas de fe y amor y me la daba a través de una gran familia, unos niños adorables, unas madres admirables y entregadas a sus bebes, nunca olvidaré, como los bañaban como si fueran cacerolas, como nos sonreían cuando nos veían llegar y qué duras eran las despedidas diarias, llenas de abrazos y lloros, jóvenes , llenos de esperanzas e ilusiones.
He hecho amigos, he hecho familia mucha y muy buena, en el centro de San Antonio, en el CETI, en Tetuán, donde en la eucaristía del domingo, el Señor, nos daba otro regalo, una familia de Camerún, cuyos nombres eran todos españoles, Miguel, Esteban, Sebastián, Raúl. …quizás por el agradecimiento a la labor de tantos misioneros....no lo sé,  pero extrañaba que tuvieran esos nombres. Nunca los olvidaré, forman parte de mí y siempre los llevaré en el corazón. He de decir, que gracias a las redes sociales, sigo en contacto con casi todos ellos y me da un "subidón" cuando las madres me envían fotos de los peques, o simplemente, me preguntan cómo estoy.
No podría olvidar, hablar brevemente, de los componentes del campo de trabajo, super variopinto, desde mi padre con 83 años, lo cual fue una gozada disfrutar en este aspecto con él, ver lo que lo querían los chicos del CETI , como sin tener conocimientos de francés, inglés o árabe, era él que más alumnos tenía en sus clases de Geografía. Mis adolescentes hijas, verlas implicadas en el proyecto, como iban cambiando sus teorías ante la vida e iban formando su camino junto a Cristo, mi querida Tere de Madrid, qué profundidad espiritual , como Toni y Juanmi, silenciosos , pero con unos corazones  tan grandes que eran dignos de admirar y con tanta implicación en Cristo. Mariajo, ejemplo de paciencia, capaz de quitarle al santo Job los méritos.
Morgana, la más peque del grupo con 10 años, incansable, ejemplo de diversión y amor. María, de Sanse, de 21 años, que no tenía bastante con “este de Campo de Trabajo” y se fue antes, para ir a otro. Irazú, cuanta sencillez y disponibilidad he encontrado en ella.
Mis queridos Gigi y Paulino, misioneros javerianos, de todos he aprendido y mucho. Hemos reído y mucho, hemos reflexionado y mucho y eso me hace llegar a la misma reflexión primera del relato: ¿Soy o no, una privilegiada de Dios? Por supuesto. Él me ama y me ama como soy, con mis debilidades, mis miserias, porque Él es misericordioso.

Begoña Jurado Guadix
Delegada parroquial de misiones de Alcaracejos
Vicaría de la Sierra de Córdoba

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