TEXTO BÍBLICO (Génesis 3-4,16)
La serpiente era el animal más
astuto de cuantos el Señor Dios había creado; y entabló conversación con la
mujer: “¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?” La
mujer contestó a la serpiente: “¡No! Podemos comer de todos los árboles del
jardín; solamente del árbol que está en medio del jardín nos ha prohibido Dios
comer o tocarlo, bajo pena de muerte”. La serpiente replicó: “¡Nada de pena de
muerte! Lo que pasa es que Dios sabe que, en cuanto comáis de él, se os abrirán
los ojos y seréis como Dios, versados del bien y del mal”.
Entonces la mujer cayó en la
cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una delicia de ver y deseable
para tener acierto. Tomó fruta del árbol, comió y se la alargó a su marido, que
comió con ella. Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban
desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
Oyeron al Señor Dios que se
paseaba por el jardín tomando el fresco. El hombre y su mujer se escondieron
entre los árboles del jardín, para que el Señor Dios no los viera. Pero el
Señor Dios llamó al hombre: “¿Dónde estás?” Él contestó: “Te oí en el jardín,
me entró miedo porque estaba desnudo, y me escondí”. El Señor Dios le replicó: “Y,
¿quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol prohibido?”
El hombre respondió: “La mujer que me diste por compañera me alargó el fruto y
comí”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Qué has hecho?” Ella respondió: “La
serpiente me engañó y comí”. El Señor Dios dijo a la serpiente: “Por haber
hecho eso, maldita tú entre todos los animales domésticos y salvajes; te
arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad
entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú
hieras su talón”. A la mujer le dijo: “Mucho te haré sufrir en tu preñez,
parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará”. Al
hombre le dijo: “Porque le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol
prohibido, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras
vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo. Con sudor
de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te
sacaron; pues eres polvo y al polvo volverás”.
El hombre llamó a su mujer Eva,
por ser la madre de todos los que viven. El Señor Dios hizo pellizas para el
hombre y su mujer y se las vistió.
Y el Señor Dios dijo: “Si el
hombre es ya como uno de nosotros, versado en el bien y el mal, ahora sólo le
falta echar mano al árbol de la vida, tomar, comer y vivir para siempre”. Y el
Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase la tierra de donde
lo había sacado. Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los
querubines y la espada llameante que oscilaba para cerrar el camino del árbol
de la vida.
Adán se unió a Eva, su mujer;
ella concibió, dio a luz a Caín y dijo: “He tenido un varón gracias al Señor”.
Después dio a luz a Abel, hermano de Caín.
Abel se hizo pastor de ovejas y
Caín labrador. Pasado un tiempo, Caín presentó de los frutos del campo una
ofrenda al Señor. También Abel presentó ofrendas de los primogénitos del rebaño
y de la grasa. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda y se fijó menos en Caín
y su ofrenda. Caín se irritó sobremanera y andaba cabizbajo. El Señor dijo a
Caín: “¿Por qué te irritas, por qué andas cabizbajo? Si procedieras bien, ¿no
levantarías la cabeza? Pero si no procedes bien, a la puerta acecha el pecado.
Y aunque tiene ansia de ti, tú puedes dominarlo”.
Caín dijo a su hermano Abel: “Vamos
al campo”. Cuando estaban en el campo, se echó Caín sobre su hermano Abel y lo
mató. El Señor dijo a Caín: “¿Dónde está Abel, tu hermano?” Contestó: “No sé,
¿soy yo, acaso, el guardián de mi hermano?” Replicó: “¿Qué has hecho? La voz de
la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Por eso te maldice esa
tierra que ha abierto las fauces para recibir de tu mano la sangre de tu
hermano. Cuando cultives el campo, no te entregará su fertilidad. Andarás
errante y vagando por el mundo”. Caín respondió al Señor: “Mi culpa es
demasiado grave para soportarla. Si hoy me expulsas de la superficie de la
tierra y tengo que ocultarme de tu presencia, andaré errante y vagando por el
mundo; y cualquiera que me encuentre, me matará”. Le respondió el Señor: “No es
así. El que mate a Caín lo pagará multiplicado por siete”. Y el Señor marcó a
Caín, para que no lo matara quien lo encontrara.
Caín se alejó de la presencia del
Señor y habitó en la tierra de Nod, al este de Edén.
COMENTARIO BÍBLICO
Desobediencia. La serpiente es uno de los “animales del campo” y
por tanto una criatura de Dios. Aquí es introducida para simbolizar el poder
hostil al hombre y dar movimiento al relato. Parece que el autor bíblico elige
a la serpiente por ser un animal de movimiento enigmático, por haber sido un
azote para el pueblo durante su estancia en el desierto tras la huida de Egipto
o por formar parte de los ritos cananeos de la fecundidad. Hay quien sugiere
que la serpiente es a la vez un símbolo sexual.
La pregunta de la serpiente, un
falseamiento del mandato divino, insinúa la posibilidad de una restricción
injustificada por parte de Dios y provoca necesariamente una respuesta si se ha
de seguir la conversación. La mujer corrige el falseamiento de la serpiente,
pero añade otro por su parte (“… ni lo toquéis”). El pecado comienza con una
distorsión de la verdad.
La serpiente niega primero la
inevitabilidad del castigo y presenta luego una semejanza con Dios como
resultado de comer del árbol.
¿Qué significa “conocer el bien y
el mal”? Se han dicho muchas posibilidades: la cuasi inmortalidad lograda como
consecuencia de la unión sexual, la autonomía moral o la confianza en sí
enfrentada a la confianza en Dios. PuEde ser también, simplemente, el paso de
la felicidad física y moral antes de la caída al mal físico y moral después.
Que la mujer sea tentada primero
y tiente a su vez al hombre puede querer expresar la curiosidad de la mujer y
su capacidad para seducir al hombre, pero en todo caso este no es el mensaje
principal de este texto.
La desnudez se convierte en
ocasión de vergüenza, cosa imposible antes del pecado. Hay en el original
hebreo un juego de palabras entre erummim (=desnudos) y arum (=astuto).
En el jardín el hombre disfrutaba
de intimidad con Dios, pero esa intimidad queda rota por el pecado. En el libro
del Éxodo (20,26) el encuentro con Dios exige una ropa adecuada.
Dios interroga al hombre, y su
respuesta (“la mujer que me diste”) es una acusación implícita a Dios.
La maldición de Dios a la
serpiente afecta también al hombre.
La enemistad entre el poder del
mal y el ser humano subsistirá a través de todas las generaciones. En la lucha
subsiguiente el ser humano obtendrá claramente la victoria.
La presente condición de la mujer
como esposa y madre es considerada como un castigo del primer pecado. El
castigo es triple: la mujer tendrá hijos con dolor; su deseo por su marido, a
pesar de las consecuencias que implica, es controlado con dificultad; el hombre
domina a la mujer en el orden doméstico y social.
A diferencia de la serpiente, el
hombre no es maldecido directamente, sino a través de la tierra: no hay
proporción entre el esfuerzo del hombre y sus resultados.
En el antiguo poema adoptado por
el autor, la muerte aparece como la suerte natural del ser humano mientras que
aquí es consecuencia del pecado.
La mujer (“issa”, por su relación
con el hombre, “is”) es ahora llamada Eva (“hawwah”) por su relación con “todo
viviente”. El pecado ha introducido la muerte, pero la vida continuará. De
hecho Dios viste al hombre y a la mujer porque se sigue preocupando de ellos.
Que ahora el ser humano conozca
el bien y el mal, ¿es una suerte o una ironía de Dios?
La expulsión efectiva del jardín
es narrada dos veces, quizá por la confluencia de dos tradiciones distintas. En
la mitología babilónica, los querubines son criaturas mitad hombre mitad animal
y guardan las puertas de los templos y palacios. La espada llameante simboliza
la cólera divina.
Caín y Abel. Parece que este texto en su origen exaltaba la vida
seminómada (Abel) ante la vida sedentaria (Caín antes del crimen) que llevaban
los pueblos cananeos y la vida nómada (Caín después del crimen) de los pueblos
del desierto. Pero el relato logra un alcance más universal.
En el texto hay anacronismos
(civilización, sacrificios, otros pueblos…), pero estas incongruencias se
desvanecen ante las verdades religiosas: la rebelión del ser humano contra Dios
le lleva a la rebelión contra su prójimo; el crimen de asesinato confirma el
estado caído del ser humano; Dios es justo en el castigo del pecado, pero
misericordioso en su aplicación; el sacrificio debe ofrecerse con el espíritu
apropiado; el pecado puede ser dominado por el ser humano.
El nombre de Caín significa
literalmente “he recibido”. Del nombre de Abel no se da explicación (significa
“soplo de viento”), quizá por su breve vida.
Caín y Abel, agricultor y pastor
respectivamente, representan dos de los principales modos de vida de la
antigüedad.
No sabemos por qué Dios acepta el
sacrificio de Abel y no el de Caín, pero lo que parece estar detrás es el tema
del “hijo menor” repetido tantas veces en la Biblia : Ismael e Isaac, Esaú y Jacob, los hijos
de Jacob y José…
El pecado, o la tentación, es
descrito como un animal siempre presente, agazapado, y que el ser humano debe
dominar. “El diablo, como león rugiente, anda al acecho buscando a quien
devorar” (1 Pedro 5,8).
El pecado es descrito
sencillamente y sin dramatismo. También la pasión de Jesús será descrita de
forma muy sobria, sin detenerse en detalles crueles o sangrientos.
El progreso del mal queda de
manifiesto en la insolente respuesta de Caín a Dios.
Para los antiguos, la vida estaba
en la sangre. Dado que la vida humana viene singularmente de Dios, la sangre
humana derramada por una criatura clamará ante su legítimo Señor.
Por primera vez el ser humano es
maldecido directamente.
El ser humano tiene una íntima
relación con la tierra, puesto que depende de sus frutos. Aquí la tierra está
personificada; ella misma destruye esa relación negándose a responder
plenamente al trabajo del ser humano. Según esto, Caín se ve obligado a llevar
una vida estrictamente nómada y se va a los lugares desérticos, refugio de
demonios y forajidos. Significa además expulsión de la presencia de Dios, de
quien se creía que moraba especialmente entre su pueblo. Sin la presencia de
Dios y la protección que ella implica, la vida de Caín estará llena de
peligros.
La marca que Dios pone sobre Caín
tiene como trasfondo una institución social concreta: la venganza tribal de
sangre. Las tribus del desierto renunciaban a una matanza indiscriminada solo
por temor a la venganza por parte de la tribu o del clan del muerto. La marca
sobre Caín indicaría su tribu, que se supone era especialmente severa en la
venganza. Nuestro autor da un significado religioso a esa marca: es signo de la
protección divina.
Caín habita en la tierra de Nod,
nombre simbólico que significa “vagabundo.”
COMENTARIO MISIONERO
Además de lo que el comentario
dice sobre el inicio del pecado en una distorsión de la verdad, vemos que una
vez que el pecado ha ocurrido se da una cadena de acusaciones y nadie asume su
responsabilidad. En la película (hoy vamos a estar muy cinéfilos) “Nader y
Simin: una separación” somos testigos de un hecho y al mismo tiempo no sabemos
exactamente lo que ha pasado, se nos escapa dónde esté la verdad.
Dios pregunta a Adán y Eva y
luego a Caín: “¿Dónde estáis? ¿Dónde estás?” Buena pregunta y difícil de responder
para nosotros hoy… En algún mito africano también Dios pasea entre los humanos,
pero un día un humano muere y los demás culpan de ello a Dios y le esperan con
lanzas y cuchillos para pedirle explicaciones y emplear la violencia si hace
falta, pero ni ese día ni nunca más Dios volvió a pasear entre nosotros. Ahí
también le preguntamos a Dios: “¿Dónde estás?”
Todos pagan un precio por el
pecado, pero parece que el de la mujer es mayor (porque en la realidad a la
mujer le cae su carga y comparte a la vez la del hombre). El “castigo” se
cumple ahora, la tierra se está cobrando el daño que el ser humano le ha
causado.
Recordamos la película “El lago
azul”: no hay conciencia del mal hasta que no nos encontramos con los otros.
Dios se vuelve “malo” porque maldice
la tierra que Él mismo ha creado.
Caín se mueve por envidia. Ahora
no matamos, pero sí excluimos. Caín tras su crimen vive la culpa y el miedo.
Dios sin embargo lo protege y lo marca para que no le pase nada. La venganza repetida
siete veces recuerda al perdón a quien nos ha ofendido siete veces (Mateo
18,21).
Dios en el fracaso. Como dice una
oración: “Y tu mano apretada en mi fracaso”. Ayer vimos la película “Ladrón de
bicicletas” y la única esperanza al final es esa mano del niño en la de su padre.
Recordamos a Pedro hundiéndose en el mar tras haber caminado sobre las aguas y
la mano de Jesús que lo saca de ahí (Mateo 14,28-32). Necesitamos reconocer
hasta donde alcanzan nuestras fuerzas… y saber pedir ayuda.
¿En el fracaso hay esperanza? No
siempre, la esperanza es también una educación, y a la vez la suerte de creer
en Dios favorece esa esperanza. A veces tenemos la impresión de desarrollar
grandes esfuerzos que acaban en nada, y sin embargo, como dice el papa
Francisco en Evangelio Gaudium: “Como no siempre vemos esos brotes, nos hace
falta una certeza interior y es la convicción de que Dios puede actuar en
cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos, porque «
llevamos este tesoro en recipientes de barro » (2 Co 4,7) (…) Quizás el
Señor toma nuestra entrega para derramar bendiciones en otro lugar del mundo
donde nosotros nunca iremos.” El fracaso es como una muerte, y la esperanza a
pesar del fracaso es como una resurrección.
Nos podemos preguntar: “¿Y por
qué existe el mal?” Pero también nos podemos preguntar: ¿Y por qué existe el
bien?” Tan misteriosos son el uno como el otro. Los mitos son el lenguaje que
más se acerca para ayudar a comprender el misterio, pero el interrogante sigue.
Tal y como está expresado en la Biblia , que una
consecuencia del pecado sea que conozcamos el bien y el mal parece una ironía.
Además Dios añade ese “vivir para siempre”, la gran aspiración de los humanos.
Jesús dirá: “Quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre”
(Juan 8,51). Y también: "El que come este pan vivirá para siempre" (Juan 6,58) ¿Hay algo que dure para siempre? “El amor no pasa nunca” (1
Corintios 13,8).
En el mundo actual hay personas
que ya no tienen escala de valores, da la impresión que para ellas todo vale y
está al mismo nivel. Viven sin expresión ni de arrepentimiento, ni de pérdida,
ni de deseo de encontrar un bien duradero.
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