DÍA DE HISPANOAMÉRICA: "La alegría de ser misionero."
ADORA Y CONFÍA
No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere,
ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto.
Piérdete confiado ciegamente
en ese Dios que te quiere para sí
y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz.
Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro,
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía.
(Teilhard de Chardin)
Mateo 6,24‑34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a
uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso
del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados
por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con
qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el
vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin
embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que
ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al
tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los
lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su
fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en
el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más
por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer,
o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas
cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre
todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura.
Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio
agobio. A cada día le bastan sus disgustos».
Un hombre que pasaba por el
bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se
preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba
una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne
para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del
mismo tigre. El comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios, y se dijo
a sí mismo: “Voy también yo a quedarme en un rincón confiando plenamente en el
Señor, y éste me dará cuanto necesito”.
Así lo hizo durante muchos días, pero
no sucedió nada y el pobre hombre ya estaba casi a las puertas de la muerte cuando
oyó una voz que le decía: “Oh, tú que te hayas en la senda del error, abre tus
ojos a la verdad, sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro
mutilado
Por la calle vi a una niña aterida y tiritando de frío dentro de su
ligero vestidito y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me
encolericé y le dije a Dios: “¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces
nada para solucionarlo?”. Durante un rato Dios guardó silencio, pero aquella
noche, de improviso, me respondió: “Ciertamente que he hecho algo, te he hecho
a ti”. (Fábula del místico
árabe Sa´di)
PROVIDENCIA
(Basada en frases de san Guido Mª Conforti, fundador de los misioneros javerianos)
Oh, Dios, caudal de la vida,
Tú alimentas a las aves del cielo
que no siembran ni cosechan,
ni almacenan en graneros;
Tú vistes a las flores del campo
que no trabajan ni tejen.
Tú lo eres todo para nosotros:
en ti vivimos, nos movemos y
existimos.
Te confiamos nuestras vidas;
las ponemos en tus manos,
enteramente,
con tal que el Evangelio de
Jesús,
tu Hijo y Hermano nuestro,
sea anunciado a toda la humanidad.
Nuestro corazón está contigo,
Padre;
nuestros ojos miran a los tuyos
y nuestra manos abiertas,
al ofrecerte trabajos, dolores y
alegrías,
te piden por todas la necesidades
que tiene nuestra Familia
misionera.
Agradecidos por tantos
dones que de Ti nos llegan,
nos comprometemos a
compartirlos
con todos los pobres de
la tierra
que esperan de nosotros
un testimonio de amor
y tu Palabra de
Liberación.
Que tu gracia y tu paz
abunden
entre todos aquellos
amigos que,
con la actividad de su
fe, la eficacia de su amor
y la constancia de su
esperanza,
nos ayudan y nos animan
a entregarnos sin
reservas al anuncio de tu Reino.
Por este amanecer de tu
Providencia
en nuestros días más
frágiles,
los mendigos de pan y
de amor
transformaremos tus
bendiciones
en acción de gracias
y anunciaremos tu
misericordia
a todos los pueblos,
para siempre.
Amén
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