HISTORIA DE ABSALÓN
TEXTO BÍBLICO (pasajes escogidos de 2 Samuel 13-19)
Absalón no
dirigió una palabra ni buena ni mala a Amnón, pero le guardó rencor por haber
violado a su hermana Tamar.
Dos años
después Absalón preparó un banquete regio y ordenó a sus criados: “Fijaos,
cuando Amnón esté ya bebido y yo os dé la orden de herirlo, lo matáis, sin
miedo ninguno; os lo mando yo. ¡Ánimo, sed valientes!” Los criados de Absalón
cumplieron sus órdenes.
El rey
ordenó: “Que Absalón se vaya a su casa, porque no quiero recibirlo.” Absalón
volvió a su casa, sin ser recibido por el rey. Absalón residió en Jerusalén dos
años sin ser recibido por el rey.
Absalón dijo
a Joab, general de David: “Quiero que el rey me reciba, y si soy culpable, que
me mate.” Joab fue a decírselo al rey. El rey llamó a Absalón, que se presentó
ante él y le hizo una reverencia rostro en tierra, y el rey abrazó a Absalón.
Absalón se
agenció inmediatamente una carroza, caballos y cincuenta hombres de escolta. Se
ponía temprano junto a la entrada de la ciudad, llamaba a los que iban con
algún pleito al tribunal del rey y les decía: “¿De qué población eres?” El otro
respondía: “Tu servidor es de tal tribu israelita.” Entonces Absalón decía: “Mira,
tu caso es justo y está claro; pero nadie te va a atender en la audiencia del
rey.” Y añadía: “¡Ah, si yo fuera juez en el país! Podrían acudir a mí los que
tuvieran pleitos o asuntos y yo les haría justicia.” Y cuando se le acercaba
alguno postrándose ante él, Absalón le tendía la mano, lo alzaba y lo besaba.
Así hacía con todos los israelitas que iban al tribunal del rey, y así se los
iba ganando. Al cabo de cuatro años, Absalón dijo al rey: “Déjame ir a Hebrón,
a cumplir una promesa que hice al Señor, porque cuando estuve en Guesur de
Siria hice esta promesa: Si el Señor me deja volver a Jerusalén, le ofreceré un
sacrificio en Hebrón.” El rey le dijo: “Vete en paz.” Absalón emprendió la
marcha hacia Hebrón, pero despachó emisarios a todas las tribus de Israel con
este encargo: “Cuando oigáis el sonido de la trompeta decid: ¡Absalón es rey de
Hebrón!” La conspiración fue tomando fuerza, porque aumentaba la gente que
seguía a Absalón. Pero uno llevó esta noticia a David: “Los israelitas se han
puesto de parte de Absalón.” Entonces David dijo a los cortesanos que estaban
con él en Jerusalén: “¡Ea, huyamos! Que si se presenta Absalón, no nos dejará
escapar.” David subió la Cuesta
de los Olivos; la subía llorando, la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y
todos sus acompañantes llevaban cubierta la cabeza, y subían llorando. Y
Absalón entró en Jerusalén. Entonces le instalaron a Absalón una tienda
en la azotea, y se acostó con las concubinas de su padre, a la vista de todo
Israel.
El rey David
dio este encargo a Joab, Abisay e Itay: “¡Cuidadme bien al muchacho, a Absalón!”
Y todos oyeron el encargo del rey a sus generales. El ejército de David salió
al campo para hacer frente a Israel. Se entabló la batalla en la espesura de
Efraín, y allí fue derrotado el ejército de Israel por los de David; fue una
gran derrota la de aquel día: veinte mil bajas. La lucha se extendió a toda la
zona, y la espesura devoró aquel día más gente que la espada. Absalón fue a dar
en un destacamento de David. Iba montado en un mulo, y al meterse el mulo bajo
el ramaje de una enorme encina, se le enganchó a Absalón la cabeza en la encina
y quedó colgando entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que cabalgaba se
le escapó. Lo vio uno y avisó a Joab: “¡Acabo de ver a Absalón colgado de una
encina!” Joab dijo al que le daba la noticia: “Y si lo viste, ¿por qué no lo
clavaste en tierra, y ahora yo tendría que darte diez monedas de plata y un
cinturón?” Pero el hombre le respondió: “Aunque sintiera yo en la palma de la mano
el peso de mil monedas de plata, no atentaría contra el hijo del rey; estábamos
presentes cuando el rey os encargó a ti, a Abisay y a Itay que le cuidaseis a
su hijo Absalón. Si yo hubiera cometido por mi cuenta tal villanía, como el rey
se entera de todo, tú te pondrías contra mí.” Entonces Joab dijo: “¡No voy a
andar con contemplaciones por tu culpa!” Agarró tres venablos y se los clavó en
el corazón a Absalón, todavía vivo en el ramaje de la encina. Los diez
asistentes de Joab se acercaron a Absalón y lo acribillaron, rematándolo.
Cuando el
rey supo la noticia se estremeció, subió al mirador de encima de la puerta y se
echó a llorar, diciendo mientras subía: “¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo
mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en vez de ti, Absalón, hijo mío, hijo
mío!” A Joab le avisaron: “El rey está llorando y lamentándose por su hijo
Absalón.” Así, la victoria de aquel día fue duelo para el ejército, porque los
soldados oyeron decir que el rey estaba afligido a causa de su hijo. Y el
ejército entró aquel día en la ciudad a escondidas, como se esconden los
soldados abochornados cuando han huido del combate. El rey se tapaba el rostro
y gritaba: “¡Hijo mío, Absalón! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!” Joab fue a
palacio y dijo al rey: “Tus soldados, que han salvado hoy tu vida y la de tus
hijos e hijas, mujeres y concubinas, están hoy avergonzados de ti, porque
quieres a los que te odian y odias a los que te quieren. Hoy has dejado en
claro que para ti no existen generales ni soldados. Hoy caigo en la cuenta de
que aunque hubiéramos muerto todos nosotros, con que Absalón hubiera quedado
vivo, te parecería bien. Levántate, sal a dar ánimo a tus soldados, que, ¡vive
el Señor!, si no sales, esta noche te quedas sin nadie, y te pesará esta
desgracia más que todas las que te han sucedido desde joven hasta ahora.” El
rey se levantó.
COMENTARIO BÍBLICO
Los
capítulos 13 a
20 del segundo libro de Samuel son una especie de comentario a este castigo a
David por su pecado: “Así dice Dios, haré que de tu propia casa se alce el mal
contra ti. Tomaré a tus mujeres ante tus ojos y se las daré a otro que se
acostará con ellas a la luz del sol.”
Amnón es
el hijo mayor de David, presunto heredero al trono, y Absalón es el segundo en
la línea de sucesión (otro hijo intermedio de David, Kilab, parece haber
muerto).
Las
ofensas a Tamar son dos: la violación y el posterior repudio, pues aun siendo
hermanastros no les estaba vedado el matrimonio. Tamar ha perdido la virginidad
y ahora, rechazada, ya no tiene futuro.
David en
todo este relato está presentado como alguien incapaz de poner orden en su
propia familia.
Absalón es
ambicioso. Sin Amnón él es el sucesor del rey, pero parece que no puede
esperar, quizá porque cree que lo que ha hecho le ha colocado en una situación
desfavorable ante David, y prefiere forzar los hechos. Adopta el estilo de un
pretendiente al trono jugando con los resentimientos, enmendando injusticias y
presentándose como un príncipe. Absalón prepara la revuelta durante cuatro
años. La elección de Hebrón como centro de la intentona golpista hace
referencia a que esta ciudad había sido la capital hasta que David la sustituyó
por Jerusalem.
Como
estrategia, David prefiere la huida inmediata y prepara con calma un ejército
que se enfrente a Absalón.
Los
generales del ejército de David (Joab, Abisay e Itay) son hombres
experimentados y leales.
El “bosque
de Efraín” se parece más a una jungla que a un bosque.
La
conversación entre Joab y el soldado cuando Absalón queda colgando del árbol
sirve para revelar la feroz condición guerrera del general, aunque el
razonamiento del soldado parece perfectamente válido.
El dolor
que David siente por Absalón es indudablemente sincero, aunque nunca lograron
entenderse en vida. Cuando el dolor de David empieza a mostrarse excesivo
interviene Joab, hombre duro pero a la vez fidelísimo a David. Logra que David
se ponga en pie y con ello retome el poder perdido.
COMENTARIO MISIONERO
Otro de
esos textos que chirría cuando lo ponemos en relación con nuestra fe en un Dios
de Vida, en el Dios de Jesús, por su mucha violencia, por la ambivalencia de
los personajes, e incluso por el recuerdo del castigo impuesto por Dios a David
a causa de su pecado. Al mismo tiempo en este pasaje todos los personajes nos
resultan “antipáticos”: Amnón por su violencia hacia su hermanastra, Absalón
por su forma de administrar justicia y llevar sus planes adelante sin contar
con los demás, David por su incapacidad para gobernar su familia y para llorar
por todos los muertos, no solo por su hijo. Y nos duele mucho la situación de
las mujeres en ese tiempo: las hijas de David no entran en la sucesión
dinástica y por tanto ni son mencionadas, y si alguna sí aparece, como en el
caso de Tamar, es para narrarnos como son es violada y humillada en su propia
casa; Absalón se acuesta con las concubinas de su padre sin que hay quien
intervenga en su favor…
Necesitamos
colocar este texto en su contexto y su tiempo, pero a la vez reconocer que esta
guerra aquí descrita es la que cada uno de nosotros lleva en su corazón, de
manera más o menos manifiesta: somos capaces de lo mejor y de lo peor. Recordamos
el ejemplo de San Pedro: tras ganarse las alabanzas de Jesús porque ha
reconocido su identidad merece el calificativo de “Satanás” porque se niega a
su camino de pasión y cruz hacia la vida. Incluso nos atrevemos a decir que es
una buena imagen de lo que nos sucede como Iglesia: en la familia de David no
todo era armonía y dulzura, como tampoco en la familia de Jesús porque en ella
a veces se dan actitudes que no nos gustan y sin embargo no por eso dejamos la Iglesia. Jesús ya habló del
trigo y la cizaña, que crecen juntos y hasta el final no se pueden arrancar. Así
nos sentimos también nosotros.
En
concreto en esa ambivalencia mencionamos la doble cara de David: por una parte
es capaz de perdonar la vida a sus enemigos (Saúl y Absalón) y por otra es
capaz de pisotear a quien ve como un obstáculo para sus planes (Urías); por una
parte llora ante la muerte de su hijo Absalón y por otra parece desentenderse
de los otros 20.000 muertos de esa batalla; por una parte nos recuerda a Dios
Padre con esa espera de la vuelta con vida de su hijo perdido y por otra nos
choca su corrupción de costumbres. Para llevar adelante el poder es necesario
saber comportarse y tener dotes de gobierno, lo que David no parece lograr ni
en su familia.
Y sin
embargo uno de su linaje, muchos años después y teniendo en sus raíces toda
esta historia del pueblo judío y el Primer Testamento, ha sido capaz de romper
el círculo de violencias e indicarnos al Dios de la Vida , que perdona y salva.
Hablamos naturalmente de Jesús. Ambos, David y Jesús, lloran en Getsemaní. El
primero retomará el poder tras la violencia de una batalla mientras que Jesús y
su camino de amor parecen sucumbir ante la violencia. Y sin embargo, aún en la
cruz y tras la muerte, Jesús sigue amando. La victoria de la violencia ha sido
solo aparente pues quien realmente se ha impuesto ha sido el amor. Jesús nos
muestra la plenitud de lo humano. Supera la mentalidad legalista según la cual
el enemigo merece morir (y por esa lógica “profesional” del militar Joab muere
Absalón) y según la cual la ley está por encima de la situación de las
personas (discusiones sobre el sábado)
porque esa mentalidad acaba matando. En la realidad más reciente en España ha
sucedido la muerte de al menos 15 inmigrantes que intentaban llegar a nado
hasta las costas españolas mientras los cuerpos de seguridad les indicaban
dónde estaba la frontera para que no pasasen… Cuando se absolutizan leyes y
fronteras el resultado es siempre muerte. Cuando se absolutiza a Dios y con Él
lo más profundamente humano el resultado es vida. La lógica de Jesús es la
lógica del amor, que alcanza incluso al enemigo. Jesús nos muestra una nueva
familia humana, de hermanos (¡bien distinta a lo que se vivía en casa de
David!) cuyo Padre común es Dios y donde triunfa el amor.
Hay
esperanza para cada uno, a pesar de nuestras ambivalencias, de nuestras luces y
sombras, porque dentro de nosotros hay un tesoro de amor y nos parece muy
importante reconocerlo para sentirnos salvados y vivir como tales.
Como
curiosidad, leemos 2 Samuel 3,2-5, donde se menciona a los primeros hijos de
David. Como ya hemos dicho, ninguna niña y solo se nombra un hijo por cada una
de las mujeres de David. En esa línea sucesoria, Amnón es el primero y ya hemos
visto cómo muere; de Quilab nunca más se vuelve a hablar, Absalón ya hemos
visto cómo termina… pero quedan aún tres más en la línea de sucesión ¿Cómo es
posible que David elija a Salomón para sucederle, con tantos como tenía por
delante? Sin duda esa elección indica una predilección de David por la madre de
Salomón sobre las demás, o que esta sabía intrigar en la corte… De hecho
Adonías, el cuarto hijo de David mencionado y heredero al trono vista la ausencia
de los otros tres, no aceptará esta entronización de Salomón y habrá nuevamente
conflicto entre hermanastros (véase el primer capítulo del libro primero de los
Reyes, 1 Re 1).
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