Ayúdame, Señor, a saber esperar sin desmoralizarme, a saber escuchar sin cansarme, a acoger con bondad, a dar con amor, a estar siempre ahí cuando alguien me necesite.
Ayúdame a ser esa presencia segura a la que siempre se puede acudir, a ofrecer esa amistad que pacifica, que enriquece, a través de Ti y en TI, a transmitir una paz gozosa, tu paz en mi alma, Señor, a estar totalmente centrado en Ti y disponible y acogedor para los otros.
Que tu pensamiento no me abandone nunca, para poder permanecer siempre en tu verdad y no faltar a tu mandamiento.
Así, sin hacer nada extraordinario, sin vanagloria, quizá pueda ayudar a otros a sentir tu cercanía, porque mi alma te abrirá sus puertas a cada instante.
(Andrés Devos)
En el Evangelio de Mateo hay cinco grandes discursos, como si fuesen una nueva edición de los cinco libros de la Ley de Moisés. El texto que meditamos en este domingo forma parte del quinto Discurso de esta Nueva Ley. Cada uno de los cuatro discursos precedentes ilumina un determinado aspecto del Reino de Dios anunciado por Jesús. El primero: La justicia del Reino es la condición para entrar en el Reino (Mt del 5 al 7). El segundo: la misión de los ciudadanos del Reino (Mt 10). El tercero: la presencia misteriosa del Reino en la vida de la gente (Mt 13). El cuarto: vivir el Reino en comunidad (Mt 18). El quinto Sermón habla de la vigilancia en vista de la venida definitiva del Reino. En este último discurso, Mateo sigue el esquema de Marcos (cf Mc 13,5-37), pero añade algunas parábolas que hablan de la necesidad de la vigilancia y del servicio, de la solidaridad y de la fraternidad.
El texto del domingo 01/12/2013, 1º del tiempo de Adviento :
Mateo 24,37-44
«Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada.
«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.
(cfr. página de los Carmelitas)
Comentario al textoMateo 24, 37-39: Jesús compara la venida del Hijo del Hombre a los días del Diluvio
“Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre”. Aquí, para aclarar su llamada a la vigilancia, Jesús recurre a dos episodios del Antiguo Testamento: Noé y el Hijo del Hombre (Gén 6,5 a 8,14 y Dan 7,13).
Mateo 24,40-41: Jesús aplica la comparación a los que escuchaban
“Entonces estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado”. Estas frases no deben ser tomadas literalmente. Es una forma para indicar el destino que las personas recibirán según la justicia de las obras por ellos practicadas. Algunos serán tomados, o sea, recibirán la salvación y otros no la recibirán. Así sucedió en el diluvio: “solo tú has sido justo en esta generación (Gen 7,1). Y se salvaron Noé y su familia.
Mateo 24,42: Jesús aporta la conclusión: ¡Vigilad!
El tiempo de Dios (kairós) es independiente de nuestro tiempo (cronos). Nosotros no podemos interferir el tiempo de Dios, pero debemos estar preparados para el momento en el que la hora de Dios se hace presente en nuestro tiempo.
Mateo 24, 43-44: Comparación: El Hijo del Hombre vendrá cuando menos se espera
Jesús pide dos cosas: la vigilancia siempre atenta y al mismo tiempo, la dedicación tranquila de quien está en paz. Esta actitud es señal de mucha madurez, en la que se mezclan la preocupación vigilante y la tranquila serenidad. Madurez que consigue combinar la seriedad del momento con el conocimiento de la relatividad de todo.
(cfr. Dabar)
Palabras de misioneras/os
“… La vida no es seguramente la condena, el ius belli, la acusación, la venganza, el poner el dedo en la llaga, el revelar los errores, las culpas de los otros, el tener escondida en cambio nuestra culpa, la impaciencia, la ira, los celos, la envidia, la falta de esperanza, la falta de confianza en el hombre. La vida es esperar siempre, esperar contra toda esperanza, echar a la espalda nuestras miserias, no mirar las miserias de los otros, creer que hay Dios y que es un Dios de amor. Nada nos turbe y siempre adelante con Dios. Quizás no es fácil, aún más, puede ser una empresa titánica creer así.”
(Annalena Tonelli 01/12/2001)
“Oh Dios, … Te confiamos nuestras vidas; las ponemos en tus manos, enteramente, con tal que el Evangelio de Jesús, Tu Hijo y Hermano nuestro, sea anunciado a todos los hombres.
(G. Ma. Conforti)
Oración conclusiva"¡Dios mío, tómame de la mano!
Te seguiré de manera resuelta, sin mucha resistencia.
No me sustraeré a ninguna de las tormentas que caigan sobre mí en esta vida.
Soportaré el choque con lo mejor de mis fuerzas.
Pero dame de vez en cuando un breve instante de paz.
No me creeré, en mi inocencia, que la paz que descenderá sobre mí es eterna.
Aceptaré la inquietud y el combate que vendrán después.
Me gusta mantenerme en el calor y la seguridad, pero no me rebelaré cuando haya que afrontar el frío, con tal de que tú me lleves de la mano.
Yo te seguiré por todas partes e intentaré no tener miedo.
Esté donde esté, intentaré irradiar un poco de amor, del verdadero amor al prójimo que hay en mí".
(Etty Hillesum el 25/04/1941)
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