ORACION INICIAL
Jesús, ayúdame a saber multiplicar mi amor,
a saber compartir lo que tu
providencia me da.
Para que el milagro se produzca
necesito simplemente ofrecerte
lo que tengo, lo que soy.
Nada más… pero tampoco nada menos.
Tú multiplicarás estos pocos o
muchos dones
para que a nadie falte lo
necesario.
En este tiempo de silencio y oración,
con humildad, te
ofrezco mis talentos,
consciente de que los he recibido
para darlos a los demás.
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA SEMANA TRANSCURRIDA
EVANGELIO DEL DOMINGO (Lucas 9,11b-17)
En
aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los
que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le
acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de
alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado». Él
les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos replicaron: «No tenemos más que
cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este
gentío». Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos:
«Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta». Lo hicieron así, y todos
se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la
mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a
los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se
saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
TESTIMONIO MISIONERO
En un mundo donde hay hambre la única presencia creíble
de Dios es en forma de comida.
Hoy, en Umtata (Sudáfrica), un niño de tres años me ha
desafiado a ser santo. Le trajo una vecina para que le tratara un dolor de
oídos. Me enseñó las marcas de su cuerpo y de su espalda. Ese cuerpo frágil y
pequeño estaba cubierto de las marcas rojas de las palizas que había recibido,
pero su cara permaneció impasible cuando yo solté un lamento de dolor al verlo.
“No es nada nuevo, es la vida”, parecía decirme la mujer con su mirada. Le di
un dulce al niño como gesto de amistad.
El próximo paciente. Otro niño pequeño lleno de sarna
(pequeño ácaros que se meten bajo la piel, causando un dolor tremendo). Preparé
el tratamiento, y con el rabillo del ojo vi que el primer niño le estaba dando
la mitad de su valioso dulce al segundo. Sin pensarlo siquiera, de buen grado,
sin que nadie se lo pidiera.
Ese niño tocó mi alma y me sentí humillada en el fondo de mi
corazón. Había hecho mucho más de lo que yo era capaz de hacer.
Dra. Haidi Schmidt, Umtata (Sudáfrica). Publicado en Antena
Misionera, nº 428
SILENCIO MEDITATIVO
ORACIONES COMPARTIDAS
ORACIÓN FINAL
Ve Jesús a la
gente tan herida
quisiera ser él mismo suave ungüento
y ser su medicina, su comida.
Vino para eso,
para dar vida
y hacer del
pan y el vino un sacramento,del agua, del aceite y del aliento
medicinas de Espíritu escogidas.
En el centro
del mundo la Eucaristía ,
la mesa del
amor y la esperanza;se reparten raciones, a porfía,
de libertad y bienaventuranza.
Allí encontraremos también a María
y una mesa para nosotros dispuesta.
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