miércoles, 1 de abril de 2009

Próximamente colgaremos el power point del evangelio del domingo.

Queridos amigos, ya casi, sin darnos cuenta, hemos acabado con la cuaresma y entramos de lleno en esta Semana Grande para todos nosotros que es la Semana Santa. Son días para escuchar, observar, mirar con atención, empaparnos de tantos detalles que, a menudo, pasan sin que nos demos cuenta.

Y esta Semana la comenzamos con la entrada gloriosa a Jerusalén con las palmas. Una procesión entrañable y más en ciertos lugares con “la borriquita”. No seamos meros espectadores, que son manipulados por los jefecillos de turno. No nos convirtamos en masa sin forma ni aspecto, sino que sepamos buscar y descubrir dónde está la verdad por la que vale la pena vivir y morir. Vivamos la pasión de Jesús para poder vivir nuestra vida con más PASIÓN. Que tengamos buena semana.

Os adjunto el último diario de Fernando desde el Chad en donde nos hace ver cómo los medios de comunicación son parciales y nos manipulan, seamos buscadores de la verdad, saludos Angel



EL GESTO SUPREMO

Jesús contó con la posibilidad de un final violento. No era un ingenuo. Sabía a qué se exponía si seguía insistiendo en el proyecto del reino de Dios. Era imposible buscar con tanta radicalidad una vida digna para los «pobres» y los «pecadores», sin provocar la reacción de aquellos a los que no interesaba cambio alguno.

Ciertamente, Jesús no es un suicida. No busca la crucifixión. Nunca quiso el sufrimiento ni para los demás ni para él. Toda su vida se había dedicado a combatirlo allí donde lo encontraba: en la enfermedad, en las injusticias, en el pecado o en la desesperanza. Por eso no corre ahora tras la muerte, pero tampoco se echa atrás.

Seguirá acogiendo a pecadores y excluidos aunque su actuación irrite en el templo. Si terminan condenándolo, morirá también él como un delincuente y excluido, pero su muerte confirmará lo que ha sido su vida entera: confianza total en un Dios que no excluye a nadie de su perdón.

Seguirá anunciando el amor de Dios a los últimos, identificándose con los más pobres y despreciados del imperio, por mucho que moleste en los ambientes cercanos al gobernador romano. Si un día lo ejecutan en el suplicio de la cruz, reservado para esclavos, morirá también él como un despreciable esclavo, pero su muerte sellará para siempre su fidelidad al Dios defensor de las víctimas

Lleno del amor de Dios, seguirá ofreciendo «salvación» a quienes sufren el mal y la enfermedad: dará «acogida» a quienes son excluidos por la sociedad y la religión; regalará el «perdón» gratuito de Dios a pecadores y gentes perdidas, incapaces de volver a su amistad. Ésta actitud salvadora que inspira su vida entera, inspirará también su muerte.

Por eso a los cristianos nos atrae tanto la cruz. Besamos el rostro del Crucificado, levantamos los ojos hacia él, escuchamos sus últimas palabras… porque en su crucifixión vemos el servicio último de Jesús al proyecto del Padre, y el gesto supremo de Dios entregando a su Hijo por amor a la humanidad entera.

Es indigno convertir la semana santa en folclore o reclamo turístico. Para los seguidores de Jesús celebrar la pasión y muerte del Señor es agradecimiento emocionado, adoración gozosa al amor «increíble» de Dios y llamada a vivir como Jesús solidarizándonos con los crucificados” (J A Pagola).

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